Me estaba riendo ayer para mis adentros al recordar aquel viejo artículo de opinión que alguien publicó alguna vez en la trístemente desaparecida Estelarock criticando como “los dinosaurios” perjudicaban a la escena. Han pasado unos 20 años y aquí seguimos los dinosaurios, algunos pocos nuevos se unieron, y muchos de los que llegaron con mucho ímpetu se quedaron por el camino.
Ya por aquel entonces Bifrost eran la hostia, ahora en retrospectiva, me parece mentira toda la experiencia que llevaban acumulada hace ya tanto tiempo. Y tampoco somos tan viejos, joder. El tic-tac del reloj, sin embargo, les ha sentado particularmente bien; ya lo tocaban todo, y ahora se lo pasan directamente por debajo de la pata. Te pueden sacar la versión que les de la gana sin arquear la ceja, y se pasean por el escenario tocando sus enrevesados temas como quien está en zapatillas en su casa, y eso que nunca han sido de patearse la península y tocar todos los fines de semana. En otras circustancias tal vez medio país estaría hablando de ellos.
Como podéis ver, el Set estuvo compuesto por temas de su segundo disco Freedom, y algunos otros que ya vienen tocando en directo y que supongo estarán pronto en un tercer trabajo. También presentaron Strenght to Go On, una composición bastante directa que nos gustó mucho, así a primera escucha. Como extra, y para especial deleite de las primeras filas se hicieron el Independent de Sacred Reach.
El Black Bird presentaba muy buena entrada y es que el cartel era claramente un combo ganador, Bifrost son muy queridos y respetados, y Trallery se han ganado a pulso con sus continuas visitas y su entrega en el escenario, ser una de esas pocas bandas visitantes que aquí se reciben con los brazos abiertos cada vez que vienen, toquen con quien toquen.
En sus bolos uno no puede dejar de preguntarse como es posible que tres tíos monten semejante escandalera. El bajo, absolutamente a pelo, remarca cada groove y cada break de la batería, con líneas intrincadísimas pero aplastadoramente rítmicas, mientras Humberto se las arregla para cantar en registros melódicos y rasgados, como si tuviese dos putos cerebros asignados a sus brazos y su voz. Con una base como la que proponen Sebas y Humberto, Biel tiene total libertad para atacar riffs o solos sin que la potencia decaiga nunca. No se si existe el Thrash progresivo, pero Trallery demuestran a cada momento que pueden viajar por estructuras llenas de diversos parajes y a la vez aplastarte contra el suelo como lo hacían en la Bay Area a mediados de los ochenta.
Son ya tres discos y dos directos, en la primera década de una banda, que no tendría problemas para medirse en cualquier festi internacional frente a nadie. Su última entrega, Isolation es una nueva joya, que debes conseguir si es que no lo has hecho ya.
Con el concierto prolongándose hasta las once y media ante el insistente aplauso del público y saliendo prácticamente a hombros del pájaro, suponemos que no tardarán en estar por aquí de nuevo, y estamos seguros de que en cada ocasión un buen puñado más de incondicionales se acercarán a disfrutar de su directo.
En definitiva, noche para enmarcar, dos grandes bandas, gran cantidad de público, caras conocidas y gente nueva, excelente sonido en un reacondicionado Black Bird con unas chulísimas lonas en la parte trasera y no se qué más se puede pedir. Que se repita.
Fotos, vídeos y palabras por Oskar Sánchez