Este mes de septiembre nos tenía reservada una sorpresa, que nos permitiría afrontar el final de verano de una manera inmejorable, gracias a la visita de una de las leyendas vivas del rock internacional como es ALICE COOPER, que trasladaba su gira “Ol’ Black Eyes Is Black” a nuestro país, con dos fechas en el calendario, sábado Madrid y domingo Barcelona.
En mi caso, me dirigiría al Palacio de Vistalegre Arena de Madrid, donde recientemente había visto a Avantasia. Un lugar perfecto para disfrutar de un buen concierto, aunque hay gente que pone en duda el sonido de la sala, creo que está al nivel de los eventos que programa. La apertura de puertas era sobre las 18:30 hrs, nosotros llegaríamos algo más tarde y pudimos observar el ambiente de los aledaños, con los bares de alrededor llenos de camisetas negras y melenudos, donde aprovechamos para hidratarnos un poco antes del concierto. El primer miedo que tenía era la cantidad de gente que habría en la cola de entrada, dada la experiencia en conciertos anteriores como el de Avantasia o la teórica despedida de Slayer, que les trajo junto a Lamb of God, Anthrax y Obituary, el pasado mes de Noviembre donde las colas fueron tremendas extendiéndose varias manzanas de distancia de la sala, con dos filas, una para grada y otra para pista. En el concierto que nos ocupa, había gente, pero sin comparación, mucho más fluido, enseguida llegamos a la entrada del recinto.
En estos conciertos Alice Cooper, se acompañaría de los norteamericanos BLACK STONE CHERRY, siendo los primeros en ocupar el escenario. Banda formada en 2001, naturales de Edmonton (Kentucky) USA, con el hard rock y el rock sureño, en su propuesta. Los integrantes de la banda llevan el amor por la música en la sangre, ya que ha formado parte de su vida desde los comienzos. En concreto: Chris Robertson (voz y guitarra principal), su padre era fabricante de guitarras; John Fred Young (batería y coros), su padre ganó un EMI con su banda, The Kentucky HeadHunters; junto a ellos completan la banda: Ben Wells (guitarra rítmica y coros) y Jon Lawhon (bajo y coros).
Tienen publicados seis discos, el más reciente «Family Tree» (2018), junto un EP «Black To Blues» (2017). Con una sala ya bastante llena y la gente posicionada para ocupar un buen sitio, comenzarían su concierto Black Stone Cherry, muy puntuales sobre las 20:15h, tras un tono oscuro con una gran lona al fondo del escenario con el monigote de la portada del EP antes mencionado; elevarían la temperatura con el tema “Burnin’” del último disco, con potentes guitarras sucias y la voz de Chris creando una gran atmósfera. Buenos solos decoran el tema, con el rock sureño marca de casa en su sello, para la ocasión se acompañarían de un teclista, pilotando un Hammond, que daría un toque muy bueno a los temas.
Continuarían caldeando el ambiente con el tema “Me and Mery Jane” (https://youtu.be/3ZoKmdbERzA ) del «Magic Mountain», uno de los temas que más me gustó del repertorio, destacando por primera vez, la tremenda fuerza de John Fred a la batería, lo justo para agitar nuestros cuellos de manera enérgica, invitándonos a una noche sin tregua.
Proseguirían con una de las vueltas de tuerca de su estilo, con el tema “Blind Man” (https://youtu.be/zO1_cpIIzXI ), en el que afloran el stoner y la vena postgrunge en las voces, que personalmente, me gustaron mucho. «(…) los tiempos oscuros no siempre son de noche (…)», nos dicen en la letra, muy coreada por el público, con un buen mano a mano de las guitarras. Llegaría el momento de bajar las revoluciones con el tema “In my Blood”, también con el postgrunge en su diseño con la voz algo más melódica, es un tema intenso y emotivo, que nos enfrenta ante la vida de los militares, lejos de casa y de sus familias, con la distancia siempre presente, pero con esa obligación de servir a los demás en la sangre.
Agradeciendo la presencia, nos invitaron a dar palmas, para acompañarles con el tema “Blame It On The Boom Boom”, donde el pulso se acelera y la pasión hace su aparición, muy coreado por el público.
Los guitarrazos sonaron tremendos en el tema “White trash millionare” (https://youtu.be/ZQ8itDYP6HU ), con la contundencia de la batería acompañada del show del amigo Fred, haciendo malabares con las baquetas y la línea de bajo también muy enérgica. Otro gran tema sería “Lonely Train”, con un inicio que me recuerda al grunge intenso y oscuro de Alice In Chains, que posteriormente coge una fuerza tremenda, con la batería haciendo retemblar los cimientos de la sala, acompañada de unos grandes desarrollos de las guitarras, que lo acerca a bandas como Sevendust. El tema transmite un sentimiento de ganas de huir hacia delante y no afrontar los problemas de cara, buscando un punto de reflexión interior.
Afrontaríamos la recta final del concierto, agradeciéndonos la presencia y anunciando lo que se nos venía encima con el gran Alice Cooper. Terminando con los temas “Like I Roll”, con un sonido más cercano al Hard rock americano; y el tema que da nombre al último larga duración “Family Tree”, con un sonido más áspero cercano al hard clásico, con el teclado Hammond sonando muy bien.
Concluirían así su concierto Black Stone Cherry, unos 45 minutos de repertorio, personalmente, es una banda que no había escuchado mucho, pero me sorprendieron muy gratamente, se marcaron un gran concierto, destilando una gran energía que nos puso las pilas necesarias para afrontar lo que quedaba por delante esa noche. Grandes guitarrazos de gran calidad y gran voz la de Chris Robertson y sobretodo la energía que transmitía John Fred Young a la batería, fue todo un espectáculo. El estilo no me extraña que haya tenido mucho éxito todos estos casi 20 años que llevan en función, ya que combina elementos del hard rock con una vena postgrunge que me gusta bastante, ya que da una energía a los temas envidiable, transmitiendo mucha rabia contenida, enlazando con el sonido de bandas como Nickelback.
A continuación nos esperarían unos 30 minutos de cambio de bártulos en el escenario, intuyendo, inicialmente de manera muy sutil, el verdadero tamaño del gran escenario que tendrían detrás, el cual, durante la actuación de Black Stone Cherry, a penas suponía la cuarta parte. Durante el tiempo de espera una gran lona con tonos azulados cubriría el escenario, en dicha lona se entreveían los icónicos ojos con la sombra marcada de Alice, mirándonos fijamente. Vicent Furnier, el nombre que se esconde tras Alice Cooper, nació en 1948 en Detroit, Michigan (USA). Comenzaría su periplo musical en el Instituto. En 1969 fue descubierto por Frank Zappa, grabando su primer disco «Pretties For You», donde ALICE COOPER, sería el nombre de la banda y donde Vicent sería el cantante. Como banda publicaría 7 discos; el 8º titulado «Welcome To Nightmate» publicado en 1975, sería el primero como proyecto solista bajo el nombre de Alice Cooper, hasta llegar a nuestros días, como más de 20 discos publicados, siendo todo un referente en el mundo del metal, influyendo en multitud de bandas y alcanzando los primeros puestos en las listas de éxitos, creando lo que se llamaría Shock-Rock, caracterizado por incluir elementos de teatralización en los conciertos.
Rozaríamos las 21:30 hrs., la oscuridad se haría en la sala y los ojos cobrarían vida, gracias a las luces que lo destacaban el espacio del iris, dándole un toque de color muy siniestro y llamativo.
Tras las notas introductorias de “Years Ago” y “Nigthmare Castle”, que acompañaban a los grandes ojos que nos vigilaban, caería el telón y ante nosotros aparecería un enorme y espectacular castillo de dos plantas al fondo de un impresionante escenario, con su torre y su almena. Al instante estábamos paralizados, una fuerza superior se estaba haciendo con el control, sonando el tema “Feed My Frankenstein”, con Alice Cooper embutido en cuero negro y con su característico sombrero de copa, junto un bastón, Poco a poco harían su aparición los integrantes de la banda que flanquearían de manera magistral a Alice. Entre ellos contó con: Glen Sobel (batería); la gran revelación de la noche Nita Strauss (guitarra); Ryam Roxie (guitarra); Chuck Garric (bajo) y Tomy Henriksen (guitarra). Ya en este primer tema se dejó notar la gran calidad de las guitarras, con varios mano a mano, y también los primeros gestos de teatralización, a mitad del tema, cuando Alice sube a la parte superior del castillo, mientras abajo aparece un gigante encadenado por el escenario.
Continuarían con uno de sus temas míticos “No More Mr Nice Guy”, con Alice despojado de la cazadora de cuero, luciendo una camisa blanca, dejaríamos de ayudar a cruzar la calle a viejecitas, y sacaríamos el demonio que llevamos dentro . Sería uno de los grandes momentos con toda la sala coreando su conocido estribillo: «(…) No more Mister Nice Guy, No more Mister Clean, No more Mister Nice Guy, They say he’s sick, he’s obscene. (…)». Con Alice y el resto recorriendo el escenario de punta a punta, destacando los mano a mano de Nita con los otros guitarras. Con la emoción en el cuerpo por estar viviendo ese gran momento, las luces se apagarían, surgiendo unos farolillos repartidos por el castillo de las pesadillas que presidia le escenario, con un efecto de llama, muy bonito, que te metía de lleno en su atmósfera lúgubre. Sin demorarse en exceso, la luz volvería y sin darnos cuenta, seríamos atrapados y devorados por miles de uñas afiladas en una noche de alocada pasión, con el tema “Bed of Nails” de su exitoso disco «Trash» de 1984, con todos coreando su letra: «(…) No one else could make you feel like I do, I do, I do; No one ever gets as deep inside you, as I do baby; Our love is a bed of nails; Love hurts good on a bed of nails; I’ll lay you down and when all else fails; I’ll drive you like a hammer on a bed of nails. (…)».
Continuaríamos abducidos en la nube de su espectacular puesta en escena, recorriendo varios de sus grandes éxitos, sobre todo de los discos «Billion dollar baby» y «Welcome To my Nightmare», junto a otro temas más recientes, hasta completar unas 21 canciones. Nos enamoraría con el tema “Fallen in love” de su último disco «Paranormal», con cuerpo de hard clásico, con guitarras de inicio más ásperas, sin perder el buen hacer en los solos, el tema tiene un punto especial, al usar una armónica, que siempre me trae a la memoria a nuestro Alice particular Nando (Perezosos), . “Muscle Of Love”, tema que da nombre a su séptimo álbum, nos daría la dosis de rabia suficiente para apretar los dientes con la gran pegada que transmite; “I am Eigtheen” con muleta en mano también fue muy coreada, con el sonido añejo en su adn, siendo el gran primer éxito de la banda, versionada por bandas como Anthrax. “Billion dollar Baby” con Alice con una espada de esgrima en mano, sería otro gran tema coronado con el lanzamiento de billetes con su cara disparados por un cañón, que hizo las delicias del público.
A continuación, sucumbiríamos todos a su veneno, llegaría el que tal vez, sea su tema más conocido “Poison”, que provocó otro momento memorable con todo el mundo cantando sus letras, con imágenes muy fotogénicas, cuando se agrupaban todos juntos en el centro del escenario.
Esta primera parte del espectáculo concluiría, con un momento épico, que comenzaría con un punto de oscuridad, cuando el foco se centraba en un torreón del castillo, donde una extraña figura encapuchada emergía. Los guitarrazos nos indicaban que debajo de esa oscuridad había un volcán a punto de estallar, como así sería, con los solos que se marcaría Nita Strauss, natural del Los Ángeles. El apellido Strauss, la emparenta con el músico clásico austriaco de los vals, por parte paterna. Lleva con Alice Cooper desde 2014, cuando se unió, en un principio de manera temporal, guitarrista de gran calidad técnica que también tiene su proyecto en solitario. El día anterior, como aperitivo al concierto, Nita ofrecería un clinic gratuito en un establecimiento de Madrid, en el que muchos disfrutaron de sus lecciones y obtuvieron algunas fotos con ella.
El magistral solo de Nita, daría paso al tema “Roses on White Lace”, al iluminarse el escenario de nuevo, con el resto de la banda detrás, apareciendo Alice con un puñal ensangrentado. Tema que me gustó mucho por la vena metalera que lleva, donde las guitarras y la batería suenan muy bien. El tema tiene un gran momento de teatralización, con la primera aparición en escena de su hija Sonora Cooper, con atuendo de novia cadaver muy curioso, con un velo y un vestido color blanco salpicado de sangre, portando un candelabro con velas encendidas en una mano y un ramo de flores rojas en la otra mano. Al final de la canción Sonora sube al castillo, perseguida por Alice que no tiene pinta de acabar nada bien. Tras “My stars”, que se inicia con un sonido de piano y unos solos espectaculares, la banda tomaría el control con el tema “Devil’s Food”, ausentándose Alice. Temazo con grandes desarrollos de los tres guitarras. Todo un espectáculo, recorriendo el castillo.
A continuación los focos se centrarían en Glen Sobel, que se marcaría una jam con la batería en el tema “Black Widow”, con malabares incluidos con las baquetas, al que se uniría Chuck Garric al bajo y después el resto de la banda.
Cuando ya pensábamos que el mundo de pesadilla terminaba, estábamos muy equivocados, nuevamente estaríamos atrapados, apareciendo en el escenario Alice con una camisa de fuerza, custodiado por dos celadores sacados del peor de los manicomios, con cuerpo adulto, pero cabeza de bebé. Poco a poco entraríamos en su pesadilla, con el tema “Steven”, cuando en lo alto del castillo aparecerían las siluetas de varias cabezas de bebés, y en el interior de la torre algo se movía. Era otra cabeza de bebé, pero de proporciones desorbitadas. En su locura Alice intenta descuartizar al bebé con un machete, evitado in extremis por una enfermera sacada directamente de Silent Hill, enlazando con el tema “Dead Babies”, que culmina en una escena apoteósica, en que Alice es guillotinado sobre el escenario, mostrándonos la cabeza como trofeo. Liberado, el bebé gigante rompe la pared de la torre e irrumpe al escenario, fundiéndose en un abrazo con la enfermera, entonando el tema “I Love The dead”, por parte del resto de la banda. Todo ello sería uno de los mejores momentos del concierto, atrapándonos a todos en las pesadillas de Steven. Concluirían el principal del concierto con los temas “Escape”, en el que Alice lucía un frac rojo con una camisa negra, el tema tiene típico sonido de lata vacía tan característico; y tras un intervalo de oscuridad, el tema “Teenage Frankenstein” en el que Alice recuperaría su mítico sobrero de copa y el que tendría su protagonismo el gigante del principio, esta vez liberado de sus cadenas. Es un tema en el que las guitarras brillarían con luz propia, con grandes solos, sería otra de las canciones que más me gustaron del repertorio.
Tras un breve descanso, continuaron con los bises; comenzando con el temazo “Under My wheels” de su disco «Killer», terminando con “School’s Out”, para el cual Alice saldría con una chupa, una chistera y un bastón blancos; empuñando una katana que haría las delicias a Tarantino, elevándola al cielo para explotar varios globos gigantes que soltaron sobre el público, rellenos de confeti y pompas, que generaban un efecto visual espectacular, acompañado de cañones de vapor. Entre medias de la canción, interpretaron un fragmento del tema “Another Brick in the wall” de Pink Floyd, que aprovechó para presentar a la banda. Terminaría así hora y media aproximadamente de concierto. Un verdadero bolazo, que reuniría aproximadamente a 8000 personas, no dejando indiferente a nadie. Un concierto de esos que cuando sales, tardas en asimilar lo que has visto, un verdadero espectáculo visual que te atrapa desde un primer momento, acompañado por grandes clásicos inmortales de su repertorio, junto a otros temas más actuales; pero siempre perfectamente defendidos sobre el escenario. En mi caso que era la primera vez que lo veía, tengo que sentirme un autentico privilegiado, en este año junto al concierto de Avantasia celebrado en el mismo lugar, ha sido de lo mejor que he visto, tanto musical como en el despliegue sobre el escenario. Por otro lado, teniendo en cuanta que este hombre tiene 71 años y aunque parece que tenga un pacto con el diablo y debe tener cuerda para rato, puede que no se repita mucho en el futuro, teniendo en cuenta, que habían pasado nueve años desde su anterior visita a Madrid.
Abandonaríamos el Palacio de Vistalegre con una gran sonrisa en la boca, recordando la jugada que acabábamos de ver y que tardaremos en olvidar. A la salida en un lateral de la sala, varios aficionados esperaban que algunos de los integrantes se asomaran y se dejaran fotografiar o firmar alguno de sus discos, como así hizo Nita, para júbilo de sus incondicionales. En cuanto al sitio, quiero aprovechar estas líneas, para reivindicar la transformación de Vistalegre, una antigua plaza de toros cubierta, todo un ejemplo a seguir. Algo en que tendrían que convertirse todas los monumentos dedicados a la tortura animal como espectáculo medieval arcaico, que tenemos repartidos por todo el país, y dedicarlo a eventos culturales como son los conciertos, donde el olor a sangre solo sea de atrezo, donde las emociones se alteren desde un escenario, donde la gente se reúna para festejar la cultura de verdad.
Crónica y fotos: John Man.