Para quitarme el mal sabor de boca, del fin de las vacaciones y la vuelta al trabajo, decidí buscarme algo que me levantara el ánimo y no encontré nada más alentador que programarme un buen concierto. Me llamó la atención que los BLACK STONE CHERRY venían a Barcelona. Es un grupo que he empezado a seguir al haber sido sus dos últimos discos, disco de la semana en NOCHE DE ROCK. Luego ya vi que venían teloneando a ALICE COOPER, del que no había escuchado prácticamente nada, pero era consciente que su show no tendría desperdicio.
Así que me encontré la tarde del domingo esperando que amainara la lluvia, para irme camino de Montjüic.
El concierto empezó puntualmente, con unos BLACK STONE CHERRY arrolladores desde el primer minuto. Chris Robertson (voz y guitarra principal), Ben Wells (guitarra rítmica y coros) , Jon Lawhon (bajo y coros) y un apabullante John Fred Young a la batería, acompañados de un teclista y un percursionista (lo siento no he encontrado sus nombres), nos dieron 45 minutos colmados de pura energía, Southern rock y Hard rock a raudales con temas como “Blame it on the Boom boom” o “White Trash Millionaire”(estos son los que mi oído cree que ha llegado a reconocer) acabando con el “Family Tree” de su último trabajo del mismo nombre.
Cada miembro cumplió su cometido. Chris Robertson es el que menos se movía, pero tampoco es que tuviera tiempo para moverse, siendo el vocalista y el guitarra solista. Un buen trabajo es el que hace, los demás miembros se encargan de animar el cotarro. Ben Wells saltaba, giraba con su guitarra sin darse tregua, recorriendo de punta a punta el escenario, Jon Lawhon se cruzaba constantemente con Ben y se encargaba de pedir las palmas al público, y John Fred Young golpeaba con furia la batería, además de tirar la baqueta como un malabarista a una altura de dos metros, recogerla y golpear a tiempo la caja. Era una auténtica gozada verle. ¡Qué tío!
Fue poco tiempo, pero supieron demostrar bien, como lo que hacen y calentaron de sobra el ambiente, captando la atención de aquellos que no los conocía. Merecerá mucho la pena ver un concierto más propiamente suyo.
Alice cooper
Sin llegar casi a la media hora, después de los preparativos y cambios necesarios empezó el show que todo el mundo esperaba. Mientras sonaba los acordes de “Nightmare Castle” cayó el telón, en el que estaban dibujados los ojos pintados de Alice Cooper, mientras sonaba “Feed My Frankenstein”. Parte de la banda se encontraba encima del castillo (con su torre, puerta, esqueletos, ataúd y faroles) y el resto abajo, mientras Alice Cooper entraba por la puerta con su característico bastón y chistera.
Su entrada encendió más aún al público, y empezó todo. Para alguien que no había visto a Alice Cooper en vivo, no puedo decir más que no hubo un segundo que pudiera quitar la vista de lo que estaba pasando. Alice Cooper cantó con su basta voz característica oyéndosele perfectamente durante todo el concierto, incitando con sus movimientos, gestos y atuendos. Y el resto de la banda, también sabían bien como alentar al personal. Batería, bajo y las tres guitarras estuvieron soberbios, sobresaliendo la guitarrista Nita Strauss, no solo por su virtuosismo sino también por sus poses y provocaciones. En el único tema integro que grabé del concierto en video, “Rose on white lace” podréis ver y oír, uno de tantos momentos sublimes que vivimos esa tarde, y el buen hacer de Nita.
Y que deciros de la escenografía. Pues hubo; caminando por el escenario, un Frankenstein gigante mientras sonaba el primer tema “Feed My Frankenstein”. Una novia con el vestido ensangrentado, (la hija de Cooper por lo visto) en el tema “Rose on white lace”. Una catapulta con la cual Cooper lanzó billetes y confeti en “Billion Dollar Babies”.
Uno de los momentos más aplaudidos fue cuando Cooper salió cantando con una camisa de fuerza, el tema “Steven”, mientras una enfermera paseaba con su carrito a un bebé. En un momento dado mientras sigue cantando, roba el bebé y se dispone a decapitar al niño, pero antes de que ocurra la enfermera logra salvar al niño y consigue meter con sus esbirros a Alice Cooper en una guillotina, segándole la cabeza, mientras el público grita satisfecho. La enfermera entrega la cabeza decapitada a un bebé gigante que sale de la torre y bailan, mientras la banda toca “Dead Babies”.
En el siguiente tema, del ataúd que se encontraba apoyado en la pared del castillo volvería a salir Alice Cooper, vestido ahora con un frac rojo para cantar” Escape”. Acabaría el concierto con el tema “School´s out” mientras el escenario se llenaba de pompas rellenas de humo y grandes globos con confeti en su interior que Cooper fue explotando con su espada o con la daga que llevaba durante todo el concierto metida en su bota. Tuvieron tiempo para intercalar en medio de esta canción “Another Brick in The Wall” de Pink Floyd. Otro puntazo.
No llegó apenas a los 90 minutos el concierto, pero la gente salió contenta. Yo, por mi parte, puedo decir que disfruté del espectáculo muchísimo, aunque no conociera buena parte de sus temas. Había escuchado algo de él pero no me había llamado suficientemente la atención. Ahora reconozco que después de este concierto ya no le escucharé de igual forma. No sé si tendré otra ocasión de asistir a otro concierto (va a ser difícil pues el hombre ya tiene sus setenta y uno años) pero si ocurre procuraré no perdérmele.
Manuel Rico