Dice la wikipedia que Blue Oyster Cult han vendido más de 25 millones de discos, y sin embargo tengo la sensación de que la discografía de los padres de un tema tan archiconocido como Don’t Fear the Reaper permanece en la sombra para muchos aficionados.
Han pasado a la historia como una banda bastante oscura en su concepto, y no cabe duda de que toda la corriente de Occult Rock les debe media vida, por su uso de la simbología, por su buscado enigmatismo y también, claro, por el misterioso sonido de muchos de sus temas. La intrigante imagen que desprendía Eric Bloom, tras sus oscuras gafas de sol, su jugueteo con la lisergia y su apelativo de «la banda más violenta de Nueva York», merecen que su recuerdo vaya más allá de una simple canción. La carrera de Blue Oyster Cult no es perfecta, pero distan mucho de ser un One Hit Wonder y su influencia se puede rastrear en muchas otras bandas posteriores, con incontables versiones (sobre todo de la mencionada). Se me ocurre, por ejemplo, que su portadista Bill Gawlik y el mítico icono (que en esta señala el mago con su mano derecha, mientras distrae nuestra atención con la izquierda) bien pudo ser una de las fuentes de inspiración para Derek Riggs cuando tuvo la idea de ocultar su firma en las de los Maiden.
Blue Oyster Band se forman en el 67 tras una corta etapa como Soft White Underbelly. En seguida llaman la atención de la CBS, y comienzan a convertirse en un grupo de culto, valga la redundancia, pero no es hasta su tercer disco Secret Treaties que por fin recibieron la atención del público mayoritario. El inmediatamente posterior doble directo “On Your Feet or on Your Knees” sirvió para rubricarlo, a modo de recopilatorio y pone la rampa de lanzamiento para el que les dio fama mundial y que hoy nos ocupa. Se trata de un escucha importante para entender como fueron labrando su éxito principalmente a base de conciertos, ya en directo brillaban con mucha intensidad.
El consabido single comienza a sonar en todas las radios y les catapulta, sin embargo el disco al completo es algo irregular y no puede considerarse su trabajo más brillante, (Secret Treaties mismamente, es mucho más redondo). Eso sí, por su importancia comercial es esencial para entender su carrera. Los temas son composiciones individuales y además es el único que no tiene aportaciones por parte de Bloom en ese aspecto. Todos los miembros de la banda afrontan la tarea de voz solista en algún momento del LP, lo que lo hace algo inconexo, pero sin duda muy variado. Cuenta con tres productores distintos, lo que también nos da más pistas de que probablemente en ese momento no estaban muy unidos en un mismo núcleo y remando en una misma dirección. La novia del teclista Allen Lanier también comienza a colaborar con la banda, y no será la última vez, dato importante si tenemos en cuenta que esa mujer era Patti Smith, y que por supuesto imprimiría su fuerte personalidad a la música del Culto a la Ostra Azul.
En el aspecto de las letras también viajan desde el escepticismo ante el post hippismo, hasta una mirada directa y sin miedo a los ojos de la muerte, la eterna cuestión de la existencia de vida en otros lugares del universo, o los personajes de comic. Variados, un poco crípticos, pero no tan ocultistas ni tan peligrosos como le debían parecer a las mentes bienpensantes de la época.
Musicalmente este disco no destaca por sus alardes, no son grandes cantantes y no hay demasiados momentos instrumentales, pero sí una colección de muy buenas canciones, momentos intensos a nivel de ambiente y los suficientes aciertos compositivos, como para ser tenido en cuenta. No es un álbum enorme, pero sí un esencial histórico. Mantienen su fuerte influencia blues rock pero también afianzan sus ganas de avanzar hacia un sonido más innovador y personal.
A partir de ese momento y hasta mediados de los ochenta se convertirían en un grupo muy popular, que sin embargo y a pesar de sonar con insistencia por la radio y más tarde en la MTV, nunca dejó de perder su aura de misterio. Los dos discos con Martin Birch como productor les dieron una vuelta de tuerca hacia el Hard Rock y el Heavy Metal, aunque sin perder su personalidad. A partir de ahí y con la ruptura de la formación original, empezaron poco a poco una ligera decadencia, y fueron teniendo cada vez menos actividad hasta que publicaron el que hasta ahora era su último disco en 2001.
A los amigos de Frontiers siempre les ha gustado rehabilitar y volver a traer a escena a viejas glorias, editando discos, en muchas ocasiones muy dignos y maduros, aunque casi siempre con un éxito moderado, y reducido a recuperar algunos viejos fans. Tras una edicion 40 aniversario de Agents of Fortune incluyendo una actuación en directo en Londres en 2016 y un recopilatorio por su 45 aniversario, por fin les tenemos de vuelta. Parece el momento ideal para bucear en serio en su música, y nos parece que este es un trabajo más que adecuado para empezar a hacerlo.