Pocos álbumes encontraremos más influyentes en el desarrollo posterior de la música rock que el que hoy nos ocupa, el primer LP editado en 1958 de Bo Diddley, una referencia innegable y reconocida por esa generación de jóvenes británicos encabezada por The Beatles y The Rolling Stones que conquistó el mundo en los 60.
Como en otros discos de esa época que ya hemos reseñado en esta sección, “Berry is on top” de Chuck Berry, por ejemplo, el álbum es un compendio de singles que Diddley había ido sacando al mercado durante los años anteriores. Al igual que en el caso de Berry, detrás se encontraba el emblemático sello de Chicago, Chess Records, aunque en este caso a través de su subsidiaria Checker. Esto garantizó la presencia del mago del blues de Chicago y legendario bajista y compositor, Willie Dixon, así como la de otras destacadas figuras de esta escena, como el pianista Otis Spann o los armonicistas Little Walter y Big Boy Arnold. También, al igual que en el caso de Berry, nos encontramos ante una de las figuras fundamentales en el nacimiento del rock ‘n’ roll. De igual modo, en ambos casos se trata de guitarristas relevantes; aunque, si en el caso de Berry su trascendencia se asocia más a su faceta como solista, en Diddley destaca sobremanera su labor rítmica.
La importancia de este disco se refleja, entre otras cosas, en la gran cantidad de versiones posteriores de algunos de sus temas más representativos como “I’m a man” o “Before you accuse me”. El primero lo popularizaron entre el público blanco los Yardbirds, y Muddy Waters grabó su respuesta con “Mannish Boy” (cerrando un poco el círculo, ya que “I’m a man” está claramente inspirada en uno de sus éxitos, el clásico absoluto “Hoochie Coochie Man”, compuesta por el ubicuo Willie Dixon). La canción se fundamenta en un vamp rítmico repetido, una de las especialidades de Diddley, que sacaba petróleo de estos riffs modales que emparentan el rock ‘n’ roll con la esencia popular del blues rural. De hecho, este es un riff absolutamente emblemático que, desde “Hoochie Coochie Man” y, sobre todo, tras la popularidad alcanzada por este “I’m a man”, ha influido en mayor o menor medida a gran cantidad de artistas en composiciones del calibre, por ejemplo, de “Whole Lotta Love” de Led Zeppelin. No es casual que los británicos acabasen teniendo que acreditar a Willie Dixon como coautor, ni tampoco, supongo, que Robert Plant las haya interpretado juntas en directo. En cuanto a “Before you accuse me”, ha sido recreada por pesos pesados como Creedence Clearwater Revival o Eric Clapton. En este caso, su estructura es la clásica de 12 compases, que se convirtió en el estándar del blues en la transición del blues acústico a eléctrico en la ciudad de los vientos.
Otra muestra de tema armónicamente estacionario que se fundamenta en la labor rítmica de la guitarra es la inicial “Bo Diddley”. De hecho, el afilado rasgueo es marca de la casa característica y ha servido de inspiración a multitud de acompañamientos en las décadas venideras. Es curiosa la querencia de Bo por dedicarse canciones a sí mismo. Sin salir de esta obra, lo vuelve a hacer en “Hey Bo Diddley”. No cabe duda de que el reconocimiento bien entendido empieza por uno mismo.
Hay varias maneras de afrontar esta grabación. La primera es desde un punto de vista historicista, como un hito fundacional de todo un género musical. Otra es como manual de recursos, trucos y trampas para cualquier proyecto de banda de rock ‘n’ roll. Y la última, pero no menos importante, como un conjunto muy disfrutable de canciones. Cualquiera de ellas es una buena puerta de entrada a este clásico básico.
Oscar García del Pomar