Después de un año muy raro para unos, y muy duro para otros, se agradece tener de nuevo un rato de normalidad…si es que a un concierto de los Cantaebria se le puede adjudicar ese calificativo. Pero antes de hablar de estos chavales y de su vertiginosa trayectoria, toca destacar el papel del New en todo esto. No solo lleva trayendo grupos flipantes de todos los rincones del mundo físico y también del musical (aunque esté especializado en metal) desde antes de que muchos de nosotros naciésemos, sino que cuando las cosas se ponen feas de verdad, es el primer sitio en esforzarse por mantener la máquina en funcionamiento. Pero mejor que todo lo que pueda decir yo en palabra, lo dice el nuevo disco “Resiliencia”, promovido por Cultura Base del Besaya e incluyendo temas de grupos de aquí como homenaje a tantos años de brega. Por 10 eurines tenéis vuestra propia copia (fin del spam).
Viendo como la ciudad recibe a la primavera aún asustada, cual marmota que quiere volver a su madriguera, se enorgullece uno de pertenecer a este colectivo de frecuentadores de la música en directo, valientes seres que (respetando todas las medidas de seguridad habidas y por haber) no dudan en tomar las calles para apoyar la cultura. Porque aquí voy a embarrarme un poco y reflexionar en voz alta: ¿qué será más importante para la sociedad?. ¿Cuando pensamos en la historia de este país (y otros), ensalzamos las figuras de artistas y creadores en general, o las de tiranos y promotores del mal y la destrucción?. Viendo el callejero de ciudades como Santander parece clara la respuesta; ¿Qué legado dejamos a la posteridad invirtiendo en bares y fútbol?. Ojo, que soy el primero que se traga hasta una partida de snooker…pero no parece de justicia que este sea mi primer concierto en un año mientras que los del Athletic vayan a perder dos finales en 15 días (lo que otros tardábamos varios años en lograr xd)…Hasta aquí mis reflexiones que no dejan de reflejar un desequilibrio en el sistema de prioridades, pero vamos a hablar de algo más bonico.
Los Cantaebria, a quienes he visto desde que aprendieron a tocar su primera versión del “Highway to Hell” y junto a los que he soñado con pisar escenarios casi antes que aprender a gatear (quizás exagero…en al menos una de mis afirmaciones), pues hacían doblete en la susodicha y archiconocida sala de la capital. Nos juntamos allí músicos y amigos, sin abrazos porque no se puede, pero sintiendo el calor de los reencuentros y los nervios del directo, aunque ellos no lo transmitían porque ya tienen muchas tablas pese a su insultante juventud. El aforo era limitado, y, como me esperaba, basta que a una sala a la que íbamos poquita gente cuando no había restricciones se las pongas, para que haya ambientazo. Y es que la oferta de estos chicos, que cuidan mucho su imagen en redes y siempre tratan de aportar algo fresco, no podía ser más prometedora: circo y rock ‘n’ roll, con un invitado muy especial: El pan que habla.
Saltaron al escenario presentados por Víctor, su cantante y en esta ocasión maestro de ceremonias, quien tiene un don para hacer estas payasadas, y explotó una de sus “cualidades”: hablar tan rápido que apenas se le entiende…todo dentro del guión. Pero lo que todos esperábamos ver/oír eran las baquetas marcar, las melenas menear, los cuernos alzar, ¡tus cuerdas de acero tocar! Sonaron temas ya míticos como “Despojo de ciudad”, el homónimo “Cantaebria” o mi particular favorita “La Locomotora del Amor”, junto a algún tema nuevo como “La rubia”. Ellos tocan genial y se les nota muy a gusto haciendo lo que hacen, y cuando fallan son los primeros en decirlo…tal cual, paran todo y vuelven a empezar, eso es esmero. También hubo un sorteo de artilugios más o menos musicales y sí, el pan habló.
Y llegados a este punto toca hacer balance y recordar la escala mateíl: al concierto en sí 15 mateitos (estaban ya cansados en el segundo bolo, con más experiencia y alguna que otra droga superarán esta dificultad); al grupo y la propuesta musical que hacen 87 mateitos (me parece muy original, cuidada y de calidad, y porque sí). ¡Larga vida al rock urbi et orbi!.
Crónica: Mateo Domingo Merino.
Fotos: T&M Photo.
Vídeo: Álex Kennedy.