EL CIRCO ESTÁ ENFERMO: La caravana de Freaks ambulante de Suso Silva vuelve a detener sus carromatos en Santander. Nosotros teníamos un poco de miedo a aquello de las segundas partes pero aprovechamos la excusa “mis sobrinos tienen que ver esto” para acercarnos a curiosear.
Nos topamos por primera vez con el Circo de los Horrores por pura casualidad en Bilbao. No teníamos ningún plan y leímos en algún sitio que en la programación del FANT pasaban Psicosis en V.O y pantalla grande. Cuando llegamos, no recuerdo que pasó… la programación estaba equivocada o no quedaban entradas o algo, total que nos quedamos tirados sin otra cosa que hacer que tomar Txakoli en el casco viejo. Entonces, en uno de los bares vimos la publicidad de El Circo de los Horrores y a ciegas allí nos plantamos, y para colmo acabamos encima del escenario actuando con el mismísimo Nosferatu. El espectáculo fue magnífico, pero el cúmulo de circunstancias que hicieron que el día pasase de un aburrido domingo sin plan a una espeluznante e inolvidable velada lo hicieron aun más especial. Aun conservo con cariño el dibujo que me dio la pequeña Sara en aquella ocasión.
Como todos los recuerdos, cuando son especiales, uno tiene algo de miedo de mancillarlos intentando revivirlos. Así que torcí un poco el morro cuando me enteré de lo de la segunda parte hasta que encontré la excusa perfecta para revisitarlo. “¡Mis sobrinos tienen que ver esto!” Allí nos plantamos, aprovechando el viaje para contarles más cosas sobre la universal, beatlejuice y el cine de terror oriental.
La premisa que da pie al nuevo montaje es la siguiente. El circo de los horrores nunca existió, Nosferatu no es Nosferatu, es un señor normal y corriente recluido en un manicomio, dentro de sus delirios y sus fantasías sucede todo el primer espectáculo que creíste ver. Si participaste en la alucinación colectiva, estás para que te encierren.
Supongo que el primer Circo de los Horrores funcionó lo suficientemente bien como para que la compañía haya crecido de actuar en recintos alquilados a traer su propia carpa, que han convertido en una especie de mezcla entre el Hospital Estatal de Danvers y el mismísimo Arkham Asylum. Toda la imaginería de la literatura fantástica y el cine de terror basada en hospitales mentales está muy bien aplicada para maquillar un espectáculo aun más púramente circernse que el anterior. Porque detrás de toda la siniestra portada encontramos circo puro y duro. El circo está muerto, el circo está enfermo, el circo está en crisis y sólo soluciones valientes que le reinventen pueden salvarlo.
Tras la colección de lunáticos que pasaron por la pista volvimos a salir con una sonrisa puesta, al fin y al cabo y como dijo el propio Suso, su locura es hacernos olvidar por un rato los problemas de ahí fuera. El único pero que se le puede poner a este manicomio es que algunos números están reciclados de su anterior espectáculo y también que se ha perdido en parte el factor sorpresa, pero al fin y al cabo el circo siempre es el mismo, lo que cambia es el público.
Crónica por Oskar Sánchez, fotos por El Circo de los Horrores.