Tocad una Alegre! Así sin pensarlo mucho han pasado veinte años desde el inicio de la década que marcó el desarrollo del gusto musical de muchos de los que habitualmente nos reunimos por aquí. Citizen Dick le rinden un homenaje que conseguirá tocarte si viviste esos años.
Esquivando las llamaradas de la tormenta solar, que casi nos fríe el cerebro en el intento, llegamos por fin al Alisal. Los planes de día ganan puntos, mejor un buen concierto y unas cervecitas que estarse cociendo en la arena. Además estos del Alisal, se lo han montado muy bien para sus fiestas, había varias ollas organizadas por distintas peñas, un bar con bebida a buen precio, orujo gratis y en el escenario se entregaban los premios de los diversos concursos (de redacción, cocina, balompié…) que supongo habrán tenido lugar en los días anteriores.
Nosotros nos movimos hasta allí a ver a Citizen Dick, el proyecto de versiones en el que andan metidos Hector de Lunática y Mario Buzzstation (Por el contexto temporal, usaré, mejor, esta referencia). Como los que hayáis visto “Singles” ya habréis adivinado al leer el nombre, el dúo tiene una fuerte raíz noventera, y de hecho todo su repertorio se basa en temas de esta época.
Aun a riesgo de volver a parecer un viejo nostálgico pesado, diré que la verdad es que es apabullante la cantidad de grandes canciones que se hicieron en esos años. Es más, es alucinante que en los noventa, las grandes canciones aun llegaban a los oídos de gran parte de la gente. Muchas de las que sonaron esta tarde eran habituales de los cuarenta y otras radioformulas. Me pregunto que le pasó al rock unos pocos años después para dejarse quitar los medios de esa manera.
Llovieron temazos de Pearl Jam, Alice in Chains, Soundgarden, Nada Surf, Counting Crows, Los Piratas y un largo etc. Todo en acústico, porque los desenchufados fueron otra de las cosas que los noventa nos legaron. La verdad es que fue un repertorio nada festivo y en general bastante deprimente, pero así eran los noventa, y supongo que esa semilla germinó en algún lugar de nuestro interior y se hizo fuerte parasiempre. No quiero decir que no seamos, o no hayamos sido felices, pero crecer rodeados de esta música tuvo, por necesidad, que causar una herida que los que en los noventa andaban con Ricky Martin y compañía nunca llegarán a comprender.
Por eso, no sé si muchos de los que pasaban por allí entendieron de que iba el concierto, o si reconocieron alguno de los temas, público y músicos no compartían exactamente la misma onda, pero nosotros nos sentimos afortunados por disfrutar de esa colección de melodías decadentes, que son, en definitiva, fotos sonoras de algunos de los mejores momentos de nuestras vidas.
Oskar Sánchez