Hay días en los que uno puede con todo. Hay momentos en los que se está al borde del desmayo, y en la cabeza gira la pregunta ¿Quién me manda a mi meterme en esta mierda? Para esos segundos días, los buenos recuerdos son medicina. Pasar por un sitio vacío, soñar un festi, volver a pasear por ese sitio un día cualquiera y notar como la atmósfera se quedó cargada con un aire especial que ya nunca desaparece. En la plaza de Miengo se hizo el Costa Quebrada, allí vivimos lo que vivimos, y eso no nos lo quita nadie.
Diez de la mañana. Han pasado unos seis meses desde que movimos las primeras fichas para montar este festi. Quedan atrás cientos de Whatsapps, reuniones, llamadas de teléfono, planes y estrategias. Hoy es el día y todo comienza narrando los nervios al micrófono, como todos los sábados, pero distinto. Hoy el programa durará 15 horas, y lo haremos de forma intermitente, intercalando entrevistas, directos, micrófono al público y testimonios desde el camerino. Llega el camión.
Son tantos años remando en el fango que conocemos a todos los compañeros. Nos alegramos de ver caras conocidas, Angelito y Vero se van a hacer cargo de todo. Un problema menos, ya sabemos que todo va a salir bien, a otra cosa, porque comienzan a llegar las bandas y hay que ubicarlas en el hotel y empezar la gymkhana de los horarios. Hoy soy Cronos.
Pruebas, charlas, risas, picnic, Blue hace calceta en el Backtage y Vito utiliza la música de Michael Jackson como laxante natural. Secretos de entre bambalinas. Ocho en punto, arde la yesca, somos 100, somos 500, enseguida se disipan las dudas, hemos acertado. Va a ser memorable.
Queríamos que el inicio del festi fuese una patada en los dientes, como pegarle un pisotón al acelerador de un Bugatti y por eso elegimos a Cantaebria, que no saben ir a medio gas. Vito desgañitado, con más cambios de vestuario que Axl Rose, girando sobre si mismo, tocando el teclado. Se llama Rock and Roll y siempre funciona cuando está bien hecho.
Recoge el testigo Opposer, vamos ya con todo, esta es la prueba de fuego. ¿Estará preparada la plaza de Miengo para un concierto de Death Metal? Pues sí. Prueba superada, hemos tirado otra pared a patadas. Nadie muere. Cientos disfrutan. Un Circle Pit bastante amable le muestra a los sorprendidos que el metal extremos está ahí para desfogar la rabia en buena compañía. Emotivo momento con Iván (Batería del grupo, apartado durante una temporada de los palos por motivos de salud), recordando el 94 desde las voces.
No había manera de ver a King Sapo, han venido al menos un par de veces a Cantabria que me acuerde, una al Rock en Bloque y otra al New, pero siempre nos coincidía con alguna movida y nos quedábamos con las ganas… así que decidimos traerles. El público dividido en dos, los que ya les conocían y estaban disfrutando a lo loco y los que no les conocían y se quedaron pegados al suelo a toparse de morros con una banda con tanto recorrido y solvencia. Nuevo batería, la noche anterior decidieron incluir teclado en algunos temas… y sin inmutarse. Carretera y rock and roll. Cimientos de hormigón y nada de humo. Cuatro referencias en cuatro años sin olvidar que ahí en medio hubo una pandemia. Con la misma soltura te pillan un tema de Moby y lo hacen suyo. Concierto de no mover una coma.
A veces cuando montamos conciertos hay ratos en los que no consigo concentrarme en lo que está sucediendo encima del escenario, pero me doy la vuelta, veo a la gente disfrutar y eso también me llena.
Si hay que buscar una imagen que describa el concierto de Bones of Minerva, el público bajo la lluvia, sin inmutarse hechizados con lo que parecía más bien un ritual mágico en lugar de un concierto, me parece la más adecuada. Tres cuartos de lo mismo. Quienes ya las conocían, a sus pies, los que no impactados preguntándose cómo y de donde habían salido esas cuatro bestias. Son uno de los grupos más especiales y personales de todo el panorama, y con eso lo digo todo. Embers es perfecto, pero el directo es además mucho más intenso.
Y de repente te sientas y te das cuenta de que no puedes con la vida. Ha habido ya literalmente cientos de mensajes en redes, cientos de personas parándote y diciendo que todo ha estado perfecto y que qué lujo poder disfrutar de algo así. Nos sentamos en el camerino, miramos por el retrovisor y se nos saltan las lágrimas. Tomar las plazas, enseñar a los demás lo que es nuestro, compartir el aire libre con los que queremos. Gracias.
Galería fotográfica aquí.
Texto: Óskar Sanchez
Fotos: T&M Photo