Ese es mi vicio: El Palacio de festivales acoge este fin de semana la versión teatral del clásico de Edmond Rostand, dirigida por John D. Sanderson y con un reparto que encabeza magistralmente José Pedro Carrión.
Ese es mi vicio, me gusta provocar, adoro ese suplicio. ¿Qué quieres que haga? ¿Buscarme un protector? ¿Un amo tal vez? ¿Y como hiedra oscura que sube la pared medrando sin lira y con adulación? ¿Cambiar de camisa para obtener posición? ¡No, gracias! ¿Dedicar, si viene al caso, versos a los banqueros? ¿Convertirme en payaso? ¿Adular con vileza los cuernos de un cabestro por temor a que me lance un gesto siniestro? ¡No, gracias! ¿Desayunar cada día un sapo? ¿Tener el vientre panzón? ¿Un papo que me llegue a las rodillas con dolencias pestilentes de tanto hacer reverencias? ¡No, gracias! ¿Adular el talento de los canelos? ¿Vivir atemorizado por infames libelos y repetir sin tregua: ¡Señores, soy un loro, quiero ver mi nombre escrito en letras de oro!? ¡No, gracias! ¿Sentir terror a los anatemas? ¿Preferir las calumnias a los poemas? ¿Coleccionar medallas? ¿Urdir falacias? ¡No, gracias! ¡No, gracias! ¡No, gracias!… Pero cantar, soñar, reír, vivir, estar solo, ser libre, tener el ojo avizor, la voz que vibre, ponerme por sombrero el universo por un sí o por un no, batirme o hacer un verso; despreciar con valor la gloria y la fortuna, viajar con la imaginación a la luna, no pagar jamás por favores pretéritos, renunciar para siempre a cadenas y protocolo; posiblemente no volar muy alto, pero solo.
La verdad que poco más se puede añadir. El texto es tan vital que se tiene por si solo, ni siquiera necesita muchos excesos en cuanto a reparto y la escenografía, aquí no les ha habido, todo está simplemente en su adecuada medida, para dejar que el texto se imponga y llegue directamente al espectador, sin florituras superfluas que pudiesen interrumpirlo. Me gustaría animaros a ir a verlo, pero parece que las entradas están agotadas desde hace meses.
Tuvimos la suerte de poder acceder al ensayo general de la obra, y como digo, venimos impresionados. Todo el reparto ha estado a un gran nivel. La escenografía es sencilla, pero muy efectiva, y además están muy bien pensados los cambios de escenarios, y decorado. Pero lo más importante es que es un montaje bastante clásico, está muy bien, de vez en cuando adaptar, modernizar, experimentar y todo esto, pero se echa de menos poder ver las obras tal cual, sin cuñitas de modernidad por parte del director. Este es uno de esos casos, se reconoce la labor y el talento del Sanderson simplemente porque todo está en su sitio, sin necesidad de dejar su impronta. Al fin y al cabo, los clásicos son clásicos por algo, y enmendarle la plana a un clásico y salir bien parado suele ser algo extraño.
La traducción es de Charlotte Moity. La menciono porque creo que su trabajo es bastante bueno, y porque admiro la capacidad de poder traducir una obra completamente en verso. Cuando se traduce, normalmente se pierde la forma o se pierde el fondo, en el peor de los casos ambas cosas. Sin embargo aquí parece que la traducción es bastante buena, y digo parece porque por desgracia no tengo ni idea de frances y por tanto no puedo comparar, me produce un poco de frustración, porque tiene que ser una pasada poder entender la obra en su idioma original. Al fin y al cabo, el frances es un gran idioma para insultar y satirizar, suena como si le azotaran a uno con un látigo de seda.
Supongo que todos conocereis Cyrano por las versiones cinematográficas, especialmente por la de Depardieu, que por otra parte, tengo que reconocer que yo nunca he visto al completo. Seguramente lo haré ahora aprovechando la inquietud que me ha provocado la obra, en dvd y con los subtítulos igual hasta puede ser una buena ocasión de atreverse con la V.O. Me quedo también con ganas de indagar en el verdadero Cyrano, que al parecer fue un personaje al menos igual de interesante de lo que muestra la obra de ficción.
Crónica por Oskar Sánchez, fotos por EFE.