Walking in her shoes: De nuevo gracias a Arantxa de Cantabria Oculta, y como preparación del concierto de Depeche Mode que veremos en Granada este verano, subimos aquí la crónica del que hace pocos días ha tenido lugar en el Palacio de Deportes de Madrid.
Alivio. Alegría. Excitación. Y mucho más. Depeche Mode siguen siendo lo que hemos visto en los vídeos. Unos gigantes. Disipadas las dudas, con la sonrisa en la boca, y con el vello erizado mientras recuerdo los momentos precisos para escribir esta crítica. Porque para mi ha sido uno de los grandes conciertos de mi vida, cumplir un sueño. Y el sueño se ha hecho realidad. Una banda compacta, cercana, tangible, llena de energía ¿ cuántos años dicen que tiene Dave Gahan?.
Comienzo por donde debe de ser. El ambiente en el exterior del palacio de deportes. Exceptuando la semana anterior en Londres, nunca había visto tanta gente alegre, fanática. Todos los que estábamos allí teníamos la entrada comprada hacía más de 6 meses, auténticos fans, todos expectantes, nerviosos como quinceañeras.
A mi me dieron la primera alegría al confirmarme que los teloneros eran The Bravery, grupo al que descubrí de zapeo hace algo más de un año, y que recuperan toda la esencia New Order. Tienen un pedazo de single, Honest Mistake, y un disco más que correcto. Tiene que ser durísimo para un grupo cuasinovel calentar para un público ardiente, como éramos. Pero la verdad es que no lo hicieron nada mal. Claro que no íbamos a ver a cualquier grupo, íbamos a ver a los grandes Depeche Mode, no hay comparación posible.
Unos 20 minutos más tarde de que acabaran estos chicos (absolutamente recomendados) se apagan las luces, se enciende una esfera plateada, y aparece en su puesto, una especie de espera aplanada conteniendo una vertía o un teclado, o vaya Vd. A saber qué, uno que no era ni Andy, ni Martin, ni Dave. Seguidamente, aparece en escena Martin, ataviado con unas alas negras, y un gorrito negro de peluche (nunca ha sido muy normalito en sus atuendos, no), Andy, en la parte derecha del escenario, tras otra esfera, y saltando a escena, Dave Gahan, como un chaval, en traje. La bienvenida, aparte de una pequeña intro, fue para “A pain that i’m used to” single actual de su último disco. Vamos, un comienzo cojonudo. Que fue a parar directamente, sin pausas, en “John the revelator” (que será cuarto single, según tengo entendido). La gente estaba volviéndose loca, porque son las dos canciones más cañeras del último disco, y fueron interpretadas a todo volumen, listas para epatar a todo el mundo.
Bajando el pistón un poquito, comenzaron a repasar clásicos, como “A question of time” y “Policy of Truth”. Ahí vino el single de presentación del últimos disco, “precious”, un tema que habla de la ruptura. Un tema doloroso, que llega dentro, que casi duele. Me impresionó el silencio entre la gente en estos momentos.
Siguiendo con la profundidad, “Walking in my shoes” , ya coreada por todo el público, con un Dave inspiradísimo, y cada vez con menos ropa, como debe de ser .
En este momento nos presentaron otro tema de su álbum “Playing the angel”, se trataba de “Suffer well”, a la que siguió Macro, cantada por Martin L. Gore. Es un tema que en el disco no me hace demasiada gracia, pero que en directo tenía bastante… cómo decirlo, electricidad. Martin se quedaba solo en el escenario, y había algo mágico en aquel chico menudo, con alas de ángel negro. El siguiente tema también fue interpretado por Martin, se trataba de “Home”.
El concierto prosiguió encendido, vibrante, las palabras que nos lanzaba la esfera variaban según las letras, pero con unos términos recurrentes, sex, love, vice, angel, pain….las descargas elécricas continuaban, “I want it all”, “The sinner in me”, la estupenda “I feel you”, ( las caderas de Dave Gahan, ya sin camiseta…), “Behind the Wheel”, momentos casi trágicos, como “World in my eyes”, maremágnums de cuerpos saltando en “Personal Jesus” .
La locura colectiva en “Enjoy The silence”, probablemente uno de los temas más conocidos del mundo, y el favorito de millones de fans. El grupo se retira del escenario, el público, exhausto, se mira entre sí, sonriendo. Las luces aún no se han apagado. Y vuelven, con “A question os Lust”, coreada por el público, con más cariño que entonación. Aquí le llega el turno a un tema que me sigue pareciendo ridículo, pese a que sea de uno de mis dioses. Se trata de “I just can’t get enough”. Para mi, de lo pero que tienen, pero al público parecía gustarle. La verdad que marchita si que daba, pero no es DM para mi gusto, le falta todo el componente agridulce, que es lo que les hace auténticos. El otro momento especial de la noche llegó con “Everything counts”, cuyo estribillo fue repetido hasta la saciedad por todos nosotros, en una especie de comunión entre Dave y todos los que allí estábamos.
Él, apuntándonos con su micro y su pie de micro, desde la pasarela del escenario, a todos, a los que estábamos abajo, arriba, a un lado, al otro, en las gradas. Hacía rato que la música había acabado, y seguíamos coreando el estribillo. El referente más parecido que encuentro es “A Forest” de The cure. Magia es algo que ocurre en esos momentos. El grupo se retiró cautelosamente una vez más, para reaparecer con uno de mis temas favoritos, “Never let me down again”, que hizo que se me erizara todo el vello que quedaba por erizarse.
Esto ya se acababa, y acabó de una manera antológica. Dave y Martin se unían en la pasarela, para interpretar “Goodnight, Lovers” del anterior disco, Exciter. Las muestras de complicidad entre el grupo fueron continuas, borrando rumores de falta de entendimiento, y demás comentarios que parecen inevitables. Los tres miembros del grupo, más el miembro en la sombra se despidieron de un público totalmente lleno de alegría.
A algunos se les hico corto, es evidente que faltaron temas, pero no pueden tocar todo, es lógico. Para mi, una de las mejores cosas que he hecho en mi vida ha sido recorrer 500 kilómetros para esta noche tan especial.
Crónica por Arantxa Cobo, fotos por Arantxa Cobo.