LOS TELONEROS TAMBIÉN TOCAN: Aerosmith muy bien y de mayor quiero ser Steven Tyler, pero si llevas bandas para abrir, buenas bandas por cierto, no estaría de más respetar su arte.
Quiero empezar esta crónica rompiendo una lanza en favor de los grupos teloneros de los grandes eventos… y dando un tirón de orejas a los organizadores de los mismos. Si ya se hace cuesta arriba encontrar el relevo en un mundo tomado por bandas tributo y emisoras de clásicos, por favor, no lo pongamos más difícil. Enterarte por casualidad de que va a tocar un tercer grupo, al que no se ha metido en la promoción del concierto y ver como se reduce las prestaciones de un equipo destinado a lucir con las estrellas de la noche hasta niveles ridículos, es cuando menos para mencionarlo. Porque los teloneros también merecen respeto, porque he pagado mi entrada para disfrutar en condiciones dignas de todo el evento y ¡joder!, porque si has metido bandas teloneras por algo será. Quizá solo tengan derecho a disfrutar al 100% del evento aquellos que han pagado una cantidad prohibitiva por la entrada para que los resguarden tras una valla del pueblo llano, algo bastante rancio y lejano del concepto que podemos tener idealizado de lo que debería ser un concierto de rock.
Dicho esto, nos metemos de lleno con los primeros artistas de la noche: los suecos ECLIPSE. La verdad es que no tenía ni idea de quienes eran, y dos días antes llegué a ver un vídeo de ellos donde me daba la impresión de que hacían “happy metal”, incluso un poco ingenuo. Conseguimos llegar al recinto con su concierto ya empezado, y todavía nos pilló situándonos y surtiéndonos de bebida, pero consiguieron llamarme la atención. El sonido fue muy pobre y se iba con las ráfagas de viento que volaba sobre nuestras cabezas. Parece ser que no tenían derecho a luces, si bien aún era de día, y desde luego nada de pantallas laterales, solo la central con el logo (no vaya a ser que se desgasten), y de ahí viene mi parrafada inicial. Aún así, a su vocalista Erik Mårtensson se le veía con un genial derroche de actitud micro en mano, recorriendo el escenario de lado a lado, y con una voz más potente y desgarrada que la que tenía en mi cabeza con las pocas referencias de que disponía. La banda sonaba muy compacta y me recordaba al estilo de los propios Alter Bridge. Pese a todo, consiguieron animar el show y que la gente levantase las manos de manera casi homogénea hasta la altura de la mesa de sonido, descubriendo un numeroso público que los sigue. Buena banda a la que me gustaría ver en mejores condiciones, por suerte los tuve al lado durante el resto de los conciertos para darles “la chapa” con mis impresiones.
Tras ellos llegaba el turno de ALTER BRIDGE. Todavía me quedaba el buen sabor de boca que me dejaron en su concierto de Bilbao a finales del pasado año presentando “The Last Hero”. Empezaron su concierto con “Come to Life”, trallazo de su segundo trabajo de estudio que apenas pudimos degustar porque el sonido no llegaba hasta nosotros y seguía desapareciendo con el viento. Estaba al lado de la mesa y se veía al técnico luchando contra los imposibles, llegando a sacar cierta mejoría a tiempo de escuchar “Addicted to Pain”, quizá el tema insignia de la banda que sonaba realmente temprana, y que dio paso a otro tema del “Fortress” con la fantástica intro acústica de “Cry of Achilles” ejecutada por el propio Myles Kennedy, dando respiro en las 6 cuerdas al Sr. Tremonti y abriendo uno de los mejores temas de su penúltimo álbum. El repertorio repartió bastante las canciones de sus siete álbumes de estudio, con grandes momentos como “Isolation”, coreado por el respetable y “Blackbird”, con el guiño reglamentario al tema homónimo de The Beatles. Ya cerrando llegó el single de su último disco “Show me a Leader”, que me encanta lo bien que funciona en directo animando al personal con sus coros casi futboleros y “Rise Today”, que nos dejó con esta sensación de “que buen concierto he visto” y que brutal hubiese sido si el sonido hubiese acompañado.
Tocaba ahora que subiesen al escenario AEROSMITH, los cabezas de cartel: En ese momento estaba realmente acojonado pensando en escucharlos con ese sonido de radio-cassette que nos había acompañado hasta ahora y con la curiosidad de si las pantallas de los lados realmente funcionaban, o si estaban de attrezzo.
La ocasión merecía algo grande, con la gira “Aero-Vederci Baby!” anunciando la supuesta despedida de una de las bandas más grandes de rock de todos los tiempos, con una formación original que, quitando en los momentos más bajos del grupo, lleva siendo estable y puntera desde 1970. Al estilo de los últimos conciertos de viejas glorias, abrieron con un vídeo-repaso de su historia con fotos de conciertos antiguos, portadas de discos y demás, mientras sonaba “O Fortuna” de “Carmina Burana”. Acto seguido, tras anunciar a grito pelado a Aerosmith, entró la batería de Joey Kramer con “Let the Music Do the Talking”. Y ¡si! ¡el sonido estaba allí!. Había luces, la entrada del solo de Joe Perry se oía y la característica voz de Steven Tyler se entendía perfectamente, incluso después descubrimos que teníamos pantallas laterales en las que además del logo, podías ver a la banda. Una auténtica mezcla de emociones entre alegría, subidón y cierto regustillo de indignación por lo pasado.
El repertorio de Aerosmith da para clásicos y superclásicos, y ya en “Love in an Elevator”, Steven Tyler jugaba con nosotros con los “Wows!” y los “Yeahs!”, ganándose a un público que le permitía dosificar elegantemente la voz, seguido de más clasicazos como “Livin’ on the Edge”, la vacilona “Rag Doll” con momento de Joe Perry al Lap Steel, y una bailonga “Falling in Love”, donde toma más protagonismo el teclista que los Aerosmith se llevan de gira y que es el único músico de refuerzo de la banda a las teclas y voces.
A continuación, entró un trío de versiones abierto con el blues de “Stop Messin’ Around” en la que Joe Perry da un respiro vocal a Steven Tyler, que le acompaña a la harmónica, y “Oh Well” ambas de Fleetwood Mac, y cerrado con “Remember” de The Shangri‐Las. Bloque de versiones donde también se lució el buen hacer blusero de Brad Whitford.
Uno de los momentos memorables de la noche fue cuando Tom Hamilton dio un paso al frente para la intro de”Sweet Emotions”, respaldado por el talk-box de Joe Perry. Todo un temazo. Detrás llegó el turno de una de las baladas más populares para el publico general, “I Don’t Want to Miss a Thing”, cantada por todo titirimundi y la versión del “Come Together” que ha tenido tiempos mejores. Afortunadamente, se recompusieron tras alguna “vuelta de jungla” de más en la entrada de “Eat the Rich”, canción en donde se vío resoplar a un sudadísimo Joey Kramer que ya parecía que le iba a dar algo desde el minuto uno. Pero ahí seguía, manteniendo perfectamente el ritmo de unas lineas de batería que puede que no sean muy exigentes, pero que no pueden flojear. Como si lo hizo Steven en “Crying”, donde va muy justito. Y el momento más divertido de la noche llegó con “Dude (Looks Like a Lady)”, auténtica fiesta en el que Steven Tyler animaba el cotarro como un teeneger, con una energía impropia para un tío de esa edad a esas alturas de concierto.
Tras un descansito, el mismo Steven se sentaba en un piano blanco colocado en el centro de la pasarela para acompañarse a sí mismo en un guiño de “Angel” empalmada con “Dream On” que, aunque en “Crying” no anduvo fino, aquí llegó dignamente a las partes más duras que todos esperábamos. Eso si, dejó de manifiesto que no es el mejor pianista del lugar. Y ya para acabar, una casi improvisada versión del “Mother Popcorn” de James Brown para acabar por todo lo alto con “Walk this Way” y un derroche de confeti.
Algún debate posconcierto había entre el público sobre que temas se habían dejado por el camino, pero es que el repertorio que pueden hacer da para mucho, y lo han variado bastante en cada uno de los conciertos de esta gira, jugandonosla a los que andamos haciéndonos autospoiler con los setlist que se publican en las redes.
Aerosmith se marcaron un muy buen concierto para esta despedida, que puede que no sea tal, llevado por el carisma de Joe Perry y en especial de Steven Tyler, que aunque no tiene la afinación impecable de Myles Kennedy, por compararle con alguien que le precedió allí, tiene ese algo que le hace grande y esa energía que hace que te olvides de sus años. Arropados los dos por Brad Whitford, Tom Hamilton y Joey Kramer. Lejos de ser unos secundarios, dan el toque de autenticidad a este histórico escuadrón, con una solvencia y fuerza que ni siquiera han tenido en algunos años en los que estaban más bajos de forma.
Crónica por Juanma Pinto, fotos por Alex Kennedy.