Durante años la República de Wadiya, en el norte de África, ha sido gobernada por el almirante general Haffaz Aladeen, un dictador infantil, lascivo, déspota, misógino, anti-occidental, machista, xenófobo y antisemita que se rodea de guardaespaldas femeninas. Aladeen se niega a permitir que el petróleo Wadiyano sea vendido internacionalmente y está trabajando en el desarrollo de armas nucleares. Después de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas decide intervenir militarmente, Aladeen viaja a la sede de la ONU en Nueva York para dirigirse al Consejo.
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