AQUEL QUE BUSCA Y SE INTERROGA
Algunos se empeñan en devolver a España a tiempos pasados, así que Cayetana Guillén Cuervo ha decidido, cumpliendo los últimos deseos de su padre traer de vuelta una de las luces que hace muchos años nos ayudó a abandonar la oscuridad.
No hace falta un esfuerzo de imaginación muy grande para ponerse en situación y aventurar los problemas que la compañía dirigida por Adolfo Marsillach hubo de tener en 1960 para estrenar en España la versión que José Escue Porta había realizado sobre “El Malentendido” de Albert Camus. El régimen comenzaba a llegar lentamente a su fin, y ese veía forzado a abrirse poco a poco, la censura aun estaba muy activa pero gracias al esfuerzo de unos pocos valientes la primera obra de este reconocido anarquista se representaba en Barcelona. En aquella compañía de teatro actuaban Fernando Guillén y Gemma Cuervo, esta última ya embarazada de Cayetana. Es curioso cómo funciona todo, ahora, que se cumple el centenario del nacimiento de Camus se hace necesario recuperar esta obra. Ahora que nos amenazan tiempos oscuros es necesario volver a recuperar las luces que un día nos ayudaron a abandonarlos. Así lo ha considerado Fernando Guillén en sus últimas voluntades, así lo ha conseguido su hija con mucho tesón y problemas para conseguir los derechos.
Esta nueva versión de Yolanda Pallín, dirigida por Eduardo Vasco ha marcado nuestro último paso de este año por el Festival de Invierno de Torrelavega. Un montaje sobrio y adecuado, casi en penumbra, con unos pequeños elementos de atrezzo y dejando recaer toda la fuerza sobre el texto y la interpretación. Remarcando con pequeños detalles en el vestuario la diferencia entre los dos mundos que se confrontan: La casa cerrada y las ventanas con vistas al mar.
El Malentendido es una obra oscura y opresiva, sin un resquicio de ventilación. Las penurias fuerzan a una viuda y a su hija a ensuciarse las manos asesinando a los inquilinos de su posada familiar para conseguir dinero con el que huir de esa vida miserable. La solución a sus problemas se presenta en forma de hijo pródigo que retorna a casa con los bolsillos llenos y ganas de ofrecer a su familia un futuro mejor, pero las circunstancias las ciegan y ellas mismas cierran la puerta a su redención. Al final no hay ayuda ni en el cielo ni en la tierra que pueda hacer escapar al ser humano de su destino último.
Crónica por Oskar Sánchez, fotos por CDN.