POR LA MARCHA QUE NOS DIÓ: Emboque y Barón, una combinación que nunca falla, buena noche de Heavy Metal y Hard Rock en la que ante todo lo pasamos genial recordando y cantando grandes canciones que ya forman parte de nuestro ADN.
El Barón vuelve a sobrevolar Cantabria, además Emboque vuelven a hacerles de anfitrión, una combinación que ya habíamos vivido en concierto en aquel mítico concierto de la lechera y que sencillamente no puede fallar. Nosotros teníamos una despedida de soltero y nos pareció un plan cojonudo ir a revivir buenos temazos todos juntos a la heaven, así que allí nos plantamos.
La semana anterior del concierto he estado de vacaciones y por tanto con mucho tiempo para escuchar música, así que me dio por repasar concienzudamente ambas discografías. Los de Emboque son cuatro ya, y puestos así de seguido causan una sensación de ligero estremecimiento. Tienen ya una ristra de buenísimas canciones muy importantes y cada uno de los cuatro con su propia entidad es un magnífico disco. Su directo hace tiempo que está a un nivel al que sólo bandas muy consolidadas pueden aspirar. Francamente, si Emboque no están a dia de hoy petando salas por todo España se puede achacar a las modas que vienen y van, a la poca promoción o a que no ha aparecido un iluminado con pasta que se fije en ellos, pero desde luego no responde a su trabajo, a la calidad de su directo ni a la calidad de sus canciones. Anoche simplemente lo demostraron de nuevo, por eso, cuando acabaron la gente se quedó en un incesante otra-otra a pesar de las ganas de volver a ver al Barón.
Tengo que decir que desde que la reunión del Barón original dejó de ser imposible la espina clavada de no haberles visto nunca me duele más. Tengo un profundo respeto por la constancia y la resistencia de los hermanos de Castro, creo de verdad que su puesta en escena es un ejercicio de pura honestidad y sinceramente creo que si su motivación para seguir encima de las tablas fuese la pasta haría mucho tiempo que se hubiesen buscado otro oficio, porque todo el mundo sabe que el dinero no está en el rock. Cualquiera puede poner un bar de copas en Madrid y vivir de rentas sin tener que salir cada semana a tocar, si no te mola es muy difícil que lo sigas haciendo.
Dicho esto y desde el profundo (repito) RESPETO que tengo por la banda creo que es un hecho reconocer que sus primeros discos están a otro nivel mucho más lejano del que nunca más han vuelto a alcanzar. Su directo no es tan redondo como solía ser y la factura de los años se ha cobrado sobre todo en el aspecto vocal. Desde luego que la sección rítmica que acompaña a los hermanos, Rafa Diaz y Gorka Alegre, cumple sobradamente, pero no dejamos de echar de menos a Hermes y sobre todo a Sherpa. Seguro que si leen esto como fans de Barón Rojo también lo comprenden.
Aun así la ristra de temazos que despachan es tan incontestable que no hay quien se resista a pasarlo bien en una mezcla de añoranza, nostalgia y recuerdos de los buenos momentos que nos han hecho vivir a lo largo de nuestra vida. Como ya dije en la reseña que hice sobre Paul Di’Anno, hay gente que nos ha regalado tanto que lo único justo es dar las gracias y no ir más allá.
El set fue curioso. El Barón tiene balas suficientes para hacer un concierto a base de Hit-tras-hit y no dejar ni un respiro, pero entiendo que decidan no hacerlo así tras tantos años. Así pues rebuscaron entre temas algo más escondidos, como el sorprendente inicio con “El Pedal”, o también tirando de material más reciente como “Cueste lo que Cueste” que casi ha conseguido hacerse un pequeño hueco entre las grandes, o “Al Final Perderán” de su último disco Últimas Mentes. Todo ello entremezclado en el típico concierto de Barón, osea dos horas y media de curro sin parar en el que intercalan algunos solos e instrumentales ya clásicos como su mítica versión del Czardas.
En definitiva, es una evidencia que la edad de oro ya pasó, pero prefiero quedarme con la sensación de que pese a los más de 30 años que llevan encima de las tablas aun no ha llegado el Roy Brown que derribe a este Barón.
Crónica por Oskar Sánchez, fotos por Oskar Sánchez.