Formando parte de los actos de enREDarte, de nuevo el Concha Espina acogió un concierto de meHnai (no se me ha estropeado el teclado, es que las mayúsculas en medio están de moda) para presentar el Red Dragon con la banda habitual en los últimos eventos. Esta vez la relación de Carmen con su guitarra fue mucho mejor, permitiendo una mayor continuidad entre temas. El resto de la banda, perfecto, como siempre. La pasión de Mario de Inocencio en cada nota que arranca de la guitarra, la versatilidad de Rodri Irizábal haciendo susurrar una espiral o aporreando tambores de guerra, el ritmo de Carlos Gutiérrez pasando de imperceptible a tomar el protagonismo. Y la voz, esa voz de Carmen que corretea entre octavas, que surge atronadora o que en complicidad con Mario convierte los coros en diálogos.
Además de los temas de este último álbum, se incluyeron otros de sus dos primeros discos, hasta llegar a las casi dos horas demostrando el buen hacer del grupo. Los niños que acudieron al concierto no se pudieron dormir con Lullaby y los mayores tampoco por la buena alternancia entre lento y animado, entre los temas intimistas y otros más exaltados, mención aparte del I need it, con ese contoneo provocador y picarón.
Por si había poco a que prestar atención en el escenario, una vez más Yeyo Art ocupaba un rincón creando una pintura que al principio parecía abstracta, pero conforme se iba llenando el lienzo se adivinaba una mujer mirando al horizonte de un paisaje casi vacío, relajante y melancólico, con el “pequeño” detalle de que toda la obra estaba cabeza abajo. Al volver a encenderse las luces tras el típico falso fin del concierto, el cuadro ya estaba en posición normal. Durante los últimos temas Yeyo lo siguió retocando y, mientras sonaba Red, la chica pasó a contemplar un inmenso mar de amapolas. Una perfecta sinergia cuadro-música, que cambió la melancolía por ilusión.
Entonces vino la sorpresa de Fernando Macaya, guitarra de Los Deltonos, a quien debemos agradecer haber convertido un sueño de Carmen en la realidad que es meHnai, siendo el artífice de los dos primeros discos. Tomó el relevo de Mario durante un tema, y supo a poco. Hubiera estado genial tenerlos a los dos.
Como viene siendo habitual, el punto final fue The Bible, la “canción heavy” con la que mover la cabeza.
A pesar de los esfuerzos de Carmen por involucrar al público cantando el estribillo en Red o dando palmas en At your own pace, la gente no estaba por la labor. Quizá Red Dragon se disfruta más de pie, quizá la frialdad de un patio de butacas separa demasiado al público y sin el equipo de fans de Carmen o la cercanía de una sala pequeña, no son capaces de romper el hielo. Es ya la cuarta vez que veo a meHnai, y ciertos temas y pasajes me siguen poniendo la piel de gallina. Sin embargo, envidiaba a los nuevos espectadores al recordar la sensación que me produjo escuchar por primera vez a ese dragón saliendo de una chica casi escondida tras una guitarra.
Texto Alberto Cifrián
Fotos Igor Cobo