Siempre tenemos un hueco para Shakespeare: El festival de Invierno de Torrelavega casi llega a su fin. El único montaje dedicado al público infantil era esta adaptación de Enrique V de William Shakespeare, que no dudamos en acercarnos a ver.
Como todos los años, al llegar el programa del festival de invierno hicimos una selección previa de todo lo que nos interesaba ver, para luego ir haciendo los planes de estos dos meses, en base a la pasta y a las coincidencias con otros eventos. Este año había algunas cosas que indudablemente nos apetecía ver, sobre las que ya habéis leído durante semanas pasadas en esta misma sección. Cuento esto, porque en la primera selección lo cierto es que no me di cuenta de que la adaptación de Enrique V estaba orientada al público infantil, así que cuando fui a comprar las entradas en lugar de echarme hacia atrás decidí coger un par de ellas más y de paso llevar a mis sobrinos.
Con Shakespeare pasan cosas muy curiosas, una de ellas es que sus obras han sido adaptadas en tantas ocasiones que todos los autores tienden a añadir su propia escenografía, modernizando muchos aspectos con un resultado en ocasiones bastante nefasto. Digo que es curioso, porque lo realmente difícil a día de hoy es encontrar un montaje clásico sobre una obra de Shakespeare.
Esta ocasión no era diferente y lo notamos nada más llegar al teatro, la escenografía con un pentágono de madera, un castillo de arena y los actores sentados en el escenario esperando al público no dejaba lugar a dudas de que iba a ser una adaptación peculiar. Leyendo el programa nos enteramos de que se trataba de una adaptación del belga Ignace Cornelissen que el grupo Zamorano Achiperre interpreta ahora en su versión española.
Bien, pues el montaje resultó fresco, divertido y a la vez respetuoso con la historia original. Shakespeare tiene tanta fuerza que es capaz de mantener cuatro siglos después a un auditorio formado principalmente por niños de entre seis y doce años en completo silencio. (Cuentanos el secreto Will). En realidad tanto el Belga como los de Zamora tuvieron mucho que ver en el milagro: De un lado Conelissen juega magistralmente con la figura del narrador, que conoce la historia de antemano, y la narra mientras interactua con los personajes, que no tienen más remedio que ir ejecutando todo aquello que el destino les tiene reservado. Todo el atrezzo es sumamente minimalista, formado por ejemplo por globos de los colores de las banderas de Francia e Inglaterra que representan a los soldados de ambos bandos. Los escarceos entre Catalina y Enrique son sustituidos por un inocente juego de petanca que resulta un gracioso guiño al público adulto, y así hasta un sin fin de modificaciones valientes, originales y respetuosas que mantienen el texto sumamente vivo y actual. Por otro lado, la interpretación por parte de el grupo Achiperre fue sobresaliente, teatral pero no sobreactuada y con mucha fuerza tanto en las voces como en los movimientos sobre escena.
En los últimos años nos ha tocado ver adaptaciones dirigidas al público adulto con mucho menos talento y bastante menos fortuna. En este montaje se ha demostrado que se puede hacer teatro infantil, entretenido y de gran calidad, y que los niños son capaces de apreciarlo, y no se sienten saturados, ni aburridos, ni se les explota la cabeza, ni nada de nada por llevarles al teatro.
Muchos de los visitantes de esta página vais estando en edad de tener niños. Id apuntando el nombre de la compañía, seguro que pasarán por tu ciudad algún dia.
Crónica por Oskar Sánchez, fotos por Achiperre.