¿Alguna vez te has preguntado qué sentirían los gladiadores cuando estaban a punto de salir a la arena del coliseo? . Cuando franqueaban el umbral, miraban al cielo y gritaban: -¡¡Cesar, los que van a morir te saludan!!-, vitoreados por la gran turba de público agolpada en las gradas. Ese momento, tenía que ser una mezcla de miedo y orgullo tremendo. Las emociones a flor de piel a punto de estallar. Aprietas los dientes alzas tu espada y sientes a tu lado toda la fuerza de tus convicciones arropado, por tus compañeros de fatigas.
Algo así fue lo que vivimos el pasado sábado en Torrelavega, en una cita inédita y en un coliseo único como es el Teatro Municipal Concha Espina, dentro del nuevo festival “Escenario 39300”, programado durante estas semanas, en las que deberían estar celebrándose las fiestas de la ciudad, pero por desgracia, por las circunstancias víricas, conocidas por todos, hubo que reinventarse y adaptarse. La novedad que tenía este proyecto, fue traer al teatro de la ciudad el rock y el metal, llevando a la realidad el eterno himno “Breakthoven” de Barón Rojo y dando una vuelta de tuerca más, adentrándonos en la oscuridad, de la mano de KARONTE. Todo ello promovido por NdR y la Concejalía de Festejos del Ayto. De Torrelavega.
Aunque en un principio se iba a cobrar una entrada simbólica, al final se optó por dejar la entrada libre hasta completar el aforo, limitado a unas 150 personas, con todas las medidas de seguridad que la situación requería. Con geles, separación entre las butacas, etc. Todo ello perfectamente organizado. Algo que pudimos observar a la perfección al filo de las 20:00 hrs., cuando abrieron las puertas, sintiendo la profesionalidad desde el principio, con la ayuda del personal del teatro, que daban las pertinentes instrucciones a todos los que allí llegábamos, así como indicarnos las localidades disponibles. Una vez dentro, al menos en mi caso, que era la primera vez que acudía a este teatro, me quedé muy gratamente sorprendido, ya que tiene una mezcla curiosa, con el aroma añejo de los cines de antaño tipo Coliseum en Santander, sobre todo por el patio de butacas, combinado con líneas más modernas, que le da una visión espectacular a todo el escenario. Una joya oculta en pleno centro de la ciudad.
Me dirigí a mí asiento, tras saludar a los compañeros habituales que cubrimos los conciertos, cronistas, fotógrafos, etc y otros tantos conocidos del mundo de la música de la región, entre ellos grandes figuras como Ovi (Bifröst, Reality Check), Teddy Maiden, Raúl (Emboque), etc., Lo que a las claras, nos advertía que no estábamos ante un evento menor, nadie quería perderse un hito único como el que nos esperaba esa noche. Una sensación tremenda, difícil de explicar con palabras, me embriagó al sentarme y mirar alrededor y ver a todos esos fieles del rock y el metal, por fin se iba a hacer justicia con nuestra música y en un emplazamiento como ese.
Con bastante puntualidad sobre las 21:05 hrs., tras recibir por megafonía las instrucciones de seguridad habituales en esta época pandémica, la oscuridad absoluta cubriría el escenario del teatro Concha Espina. Con dos grandes banderolas con un diseño espectacular flanqueando ambos lados, nuestros gladiadores de la oscuridad irrumpirían en el escenario, como sólo ellos saben hacer, con contundencia y sin concesiones, con el tema “El Ocaso” que abre su último disco «Alliance for Death Domination», sin duda uno de los mejores trabajos que se publicaron en la región en aquel 2017, recordando el majestuoso formato de vinilo. Un trabajo en formato split, compartido con la banda vasca Bloody Brotherhood.
Todos quedamos clavados a las butacas sin poder escapar de su tremendo impacto inicial, con la fuerza de un Dios arrasando todo lo que se ponía a su paso. Tras la envestida, Kini nos saludaría dando las gracias a los organizadores, por hacer posible el evento y ser los primeros en llevar el death metal a ese singular escenario.
La novedad más importante en la formación presente sobre el escenario, sería la ausencia del guitarrista Belí, que por motivos laborales no pudo asistir, teniendo un sustituto de lujo en la figura de Javi Prieto, conocido en la región por ser miembro de bandas como Mordor o Reality Check, como diria Kini en un momento de la actuación sería, un punto de luz entre tanta oscuridad. Continuarían la descarga con otro de los temas de sus exitoso split, “No Hay vida sin dolor”, sin duda la bso perfecta para días como los que vivimos. Con una intro que ya se ha grabado a fuego en muchos de nosotros, que entra con una fuerza tremenda gracias a la batería de Rochar y el bajo de Isma, sumergiéndonos en su pozo del dolor. La vida es muy efímera, se empieza y se acaba con dolor. La fuerza de las guitarras empieza a comprometer los cimientos del teatro.
Tras un gran aplauso de los asistentes, Kini intentaría amenizar la espera entre tema y tema, llenando los más que angustiosos silencios, con sus habituales chascarrillos. -Estos son momentos para que aprovechéis la oscuridad con el que tengáis al lado. Pero cuidado no os equivoquéis de melenas, que esto es un concierto heavy, jejeje-. – Monologuista y afinador, ¿Qué más se puede pedir?-, comentaba. Sin duda un gran comunicador encima de un escenario. Dedicaría el siguiente tema “El día de las alabanzas” a Belí por no haber podido asistir, incluido en su segundo disco «Paraíso Sin Fe», de nuevo con desarrollos espectaculares, con varios mano a mano entre Kini y Javi.
Continuarían así descarga tras descarga, demostrando porque desde su formación allá por 1994, son sin duda la banda más importante de la región el palo más contundente, junto con los proyectos del amigo Lavín. Por encima de todo, en directo. El sonido que le imprimen a esas guitarras es de otra galaxia, nada que envidiar a cualquier banda internacional que se te ocurra de la grandes ligas. Asistir a un directo de Karonte, es algo que difícilmente se puede olvidar, si además lo hace en un escenario como el de aquella noche, el resultado es espectacular.
La contundencia no cesaría, con temazos como “Ciego por ver”, con el que costaba un triunfo mantenerse en el asiento sin ponerse a saltar. Con unos desarrollos tremendos. Siempre acompañados de la contundencia de Rochar en la batería e Isma al bajo. También hubo tiempo para temas antiguos y menos habituales como “Dame Vida” del «Letargo», con un sonido más old school, pero con una tremenda fuerza, sobre todo al final, donde la batería gana mucho protagonismo.
Otros temas a destacar siempre en su repertorio son “Falaris” y “Paraíso sin Fe”, sobretodo esta última, que es un auténtico cañonazo, con grandes desarrollos de las guitarras, siendo uno de mis preferidos. Durante toda la actuación tuvo presente al master Oskar y al Ayto, por promover el evento y esperando que se prolongue en el tiempo. Kini, no dejaría de amenizarnos el concierto con sus bromas, como la dedicación del tema “Norte” a Nando Agüeros por aquello del viento.
En la recta final llegaría el turno de otro de mis temas preferidos “Repta Humano” del «Paraíso Sin Fé» con ese inicio instrumental tan potente que entra como una auténtica bola de demolición, que hace agitar tu cuello sin compasión, hasta que se incorpora la línea de bajo y batería que literalmente te parten en dos.
Otro temazo sería “Letargo” precedido por una proclama reivindicativa de Kini: -El metal, los conciertos dinamizan las ciudades, a la sala donde se hace y los negocios aledaños, restaurantes y demás.- Para que llegue a quien tiene que llegar. El tema tiene un espíritu gótico a lo Paradise Lost, que le da una magia especial, con unos desarrollos tremendos, la onda sísmica atravesó el patio de butacas, solo faltaba que liberaran al craken desde el abismo, explotando al final con todo el teatro en pie aplaudiendo y pidiendo otra más.
Terminarían por todo lo alto como no podía ser de otra manera, escribiendo “Mi Epitafio”, otro tremendo temazo que te lleva en volandas, puedes ver a todos esos gladiadores del escenario repartiendo guitarrazos a diestro y siniestro con Kini encabezando la envestida con su tremenda voz.
Concluiría así su concierto. Sin duda una experiencia única que muchos tardaremos en olvidar. Por fin nuestra música puede ponerse de gala y presidir un gran escenario como es un teatro, demostrando una vez más, que si se le da la oportunidad, siempre responde, en este caso, congregando a 140 personas, teniendo en cuenta todas las restricciones y con todas las medidas de seguridad. Un evento en el que también se demuestra, que nuestra música es un punto de encuentro para las familias y promover que la llama del metal siga encendida, con la presencia de varios niños acompañados de sus padres, con total tranquilidad con un habiente genial. Entre tanto buen hacer sobre el escenario, lo único que vi que estaba bastante desaprovechado es el la tremenda pantalla de fondo del escenario, que durante la actuación se convirtió en una simple extensión de las luces, creo que con tiempo y para momentos en los que el aforo no tenga las limitaciones de estos días, se podrían proyectar imágenes o videos relacionados con las canciones que se están interpretando, tendría que ser espectacular, pero bueno, como estoy seguro que este proyecto va a ser un éxito y va a ir para lejos, ya habrá momento de incluir ideas nuevas.
Os emplazo a que no desaprovechéis esta oportunidad y acudáis al resto de los conciertos que se programarán durante estos días en el “Escenario 39300” para que esto sólo sea el comienzo, y se pueda extender a más localidades de la región, donde existen multitud de locales municipales que se les podía dar un buen uso, con la cultura musical como guía en estos momentos tan difíciles, porque al final, la cultura, y en nuestro caso la música, siempre estará allí para darte abrigo y hacer que el camino sea más sencillo.
Crónica: John Man.
Fotos: Txen Yang.
Vídeo: Álex Kennedy.