JUST A TRIBUTE: El intento de censura por parte de Ciudadanos Santander sólo consiguió poner en evidencia su falta de cultura y tolerancia. Por lo demás, el tributo se llevó a cabo como en el ambiente festivo y con una gran venta de entradas gracias al efecto Streisand.
Los mass media, los foros musicales y las conversaciones entre colegas no dejaban de hacer referencia a lo que iba a pasar el primer sábado de diciembre en Escenario Santander, así que fue inevitable que nos desplazásemos hasta allí para ver lo que ocurría de primera mano.
La noche empezó con una proyección explicativa del término “Rock Radical Vasco”. A continuación, un maestro de ceremonias esclareció el objetivo de la noche: homenajear a tres grandes bandas que se relacionan con esta etiqueta —“La Polla Records”, “Eskorbuto” y “Kortatu”— mediante un espectáculo auditivo y visual denominado “Esto No es Rock Radical Vasco”. El nombre está precisamente escrito en forma negativa porque la designación fue intensamente criticada por muchos de los propios grupos englobados en la misma, al considerarse patriótica y comercial.
Aizu! —tributo a Kortatu— comenzaron deleitándonos con temas como A la calle, La familia Iskariote, Don Vito y la revuelta en el frenopático, Hay algo aquí que va mal, Jimmy Jazz, El último ska de Manolo Rastamán, Mierda de ciudad, Zu atrapatu arte o Sarri Sarri aunque se echaron de menos otros como Tatuado o Nicaragua Sandinista. Teniendo en cuenta la extensa discografía de los pioneros del ska en nuestro país, quedamos satisfechos y extenuados de tanto baile, que calentó la fría sala hasta que el público se quedó en camiseta. Y es que antes de irse, añadieron al repertorio la típica copla vasca titulada Maritxu nora zoaz? que arranca a cualquiera.
Tras un breve parón para la prueba de sonido, Los demenciales chicos acelerados —tributo a Eskorbuto— comenzaron recordando el primer EP del grupo punk gritando Ya no quedan más cojones, Eskorbuto a las elecciones. El público respondió con gran emoción al momento, en parte por la ventaja de tocar en casa además de por el hecho de versionear a un grupo que caló tan hondo en nuestra región. Recordamos canciones como Maldito país, Es un crimen, más como no, también la canción que da nombre al grupo tributo, Sonidos de guerra, Eskizofrenia, Rogad a Dios por sus almas, Anti-Todo, Mucha policía, poca diversión, Historia triste, Ratas en Bizkaia, Ratas rabiosas,… A mitad de concierto los compañeros de La Txirla Records se subieron a hacer una colaboración en Mi Degeneración para continuar con el repertorio eskorbutín: Antes de las guerras, Os engañan, De ti depende, Cuidado, Adiós reina mía, En la luna y Ha llegado el momento (el fin). Cabe destacar la dedicación de Haciendo bobadas al partido político que intentó censurar el acto, así como la última canción, Cerebros destruidos, tocada apoteósicamente en su honor. Las últimas palabras que retumbaron en nuestras cabezas no podrían ser otras que Próximo tren con destino al infierno va a efectuar su salida…
La Txirla Records —tributo a La Polla Records— terminaron de caldear la sala con gran desparpajo y excitación. Parecía mentira que estos cinco chavales fuesen a sonar tan contundentemente y que el cantante fuese la reencarnación vocal del propio Evaristo. Si los Demenciales chicos acelerados comenzaron con su himno punki, la Txirla Records no iban a ser menos: el ¡Salve Regina! sonó por todo lo alto en la sala, y lo siguieron Lucky man for you, Gol en el campo, Ya no quiero ser yo, Delincuencia, Johnny, Los siete enanitos, Que turututú ay que tururú, Txus, Chica yeyé, La solución final, El avestruz, Cara al culo… Tampoco faltaron las dedicatorias: una canción para todos los países de Latinoamérica que luchan por su soberanía, No somos nada para todos los hombres y mujeres del Estado español que siguen en cunetas y otras muchas para el franquismo que funciona erradicando toda clase de libertad de pensamiento mediante campañas de censura. El cantante lo dejó bien claro: para aburridos, sosos y tristes ya están ellos, así que nosotros nos vamos a dedicar a cantar, saltar y bailar como si no hubiera mañana. Y así lo hicieron con Y ahora qué, invitando más tarde para finalizar al grupo tributo anterior a interpretar Carne pa la picadora, no sin antes explicar a los oyentes la anécdota del robo de la guitarra y lo mal que se llevaron estas dos bandas en la realidad.
Tras la insistencia del público al retirarse el último grupo del escenario, el batería subió de nuevo y comenzó un ritmo. El final fue espontáneo y apoteósico: todas las bandas juntas entonando, danzando y divirtiéndose al son de Ellos dicen mierda: una muestra ejemplar de lo que aconteció la noche. Efectivamente, durante más de tres horas más de trescientas personas asistimos a actuaciones, video proyecciones y música en un ambiente muy cómodo y festivo donde todos los espectadores disfrutamos de un homenaje sincero y sin más pretensiones que acercar con cariño una vivencia pasada a la actualidad. Para aquellos que tienen más de cuarenta para arriba la noche fue un recordatorio de aquello que vivieron en primera persona, y para las generaciones más jóvenes, una oportunidad de vivir en directo los grupos que hemos escuchado durante toda una vida.
Nos perdone la derecha más rancia por no observar más apología ni más activismo que el de la libertad de expresión y la memoria histórica, que no constituyen delitos sino derechos contemplados legalmente en el Artículo 20 de nuestra Constitución Española y la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura. Por favor, pedimos a todos los ciudadanos españoles que revisen la normativa que rige nuestro país y que hagan un uso adecuado del órgano que nos caracteriza como seres humanos: el cerebro.
Solamente añadiremos que quien desea buscar polémica siempre la encontrará. Por otro lado, ¿Acaso hay algo más punk que crear controversia?
¡VIVA LA PUNK!
Crónica por Maritxu Alonso, fotos por Jon Ander Urresti.