¿Cuántos años tiene que pasar desde que sale un disco hasta que se le puede considerar un clásico? Hay un tabú según el cual lo publicado ya en el siglo XXI no tiene acceso a ese olimpo. Pero, a pesar de ello, todo el tiempo que ha transcurrido desde que en el año 2000 apareció este “Lift Your Skinny Fists Like Antennas to Heaven” da una distancia más que suficiente para evaluar con perspectiva tanto el sonido como el impacto de este trabajo.
“Lift…”, el segundo álbum largo de los canadienses Godspeed You! Black Emperor, es un disco doble con forma de sinfonía: consta de cuatro movimientos de unos veinte minutos de duración cada uno, que a su vez se subdividen en varios pasajes de límites más o menos definidos. En total contiene noventa minutos de música instrumental cuyo sonido me resulta difícil de definir sin recurrir a imágenes pintorescas, como que es lo que resultaría de una hipotética colaboración entre Gustav Mahler, Sonic Youth y Claude Debussy. La música de GYBE funciona como recreación sonora de su visión del mundo, en la que el autoritarismo, el militarismo y la religión imponen una tensión asfixiante y casi siempre terrorífica. Y para describir algo tan complejo, la paleta de estilos a la que recurren es amplia, así que cada movimiento fluye entre el rock clásico, el ambient, el noise, el shoegaze o la música de conservatorio.
El uso recurrente de lenguajes y estructuras propias de la “música culta” enlaza las pretensiones de GYBE con las del así llamado rock sinfónico de la década de los setenta. A pesar de las evidentes diferencias, ambas tratan de introducir el rock en la esfera de la “alta cultura” (y de paso apartarlo de la “vulgaridad” de la música de consumo) al entroncarlo en la tradición de la música clásica.
Se trata de una postura un tanto elitista, aunque paradójicamente tiene mucho que ver con el posicionamiento político de izquierda de GYBE, que determina tanto el resultado del disco como todo lo que rodea al grupo. Ahí está el sonido, que rechaza cualquier convención propia de la música comercial. La duración del álbum, concebido para distribuirse como un doble vinilo, justo cuando este formato vivía sus horas más bajas. O la propia formación de la banda, que huye de la típica alineación rockera de trío o cuarteto con líder bien visible, y prefieren funcionar como un colectivo abierto, donde los músicos intercambian continuamente sus roles y entran y salen del grupo con cierta libertad. Entre los nueve músicos que participaron en este disco, varios militaban al mismo tiempo en otros proyectos vinculados al post rock como A Silver Mt. Zion, Do Make Say Think, HRSTA o Set Fire to the Flames. Más que bandas como tales, se podría hablar de estos como de colectivos polimorfos con un modus operandi cercano al asamblearismo anarquista, que entre todos conformarían una comunidad extensa bajo el abrigo del sello Constellation Records.
“Lift…” queda como un trabajo radical tanto en sus intenciones como en sus consecuencias. Un alarde de libertad compositiva, fruto de un derroche de inspiración y de genio creativo. Un álbum cerebral y emocionante a partes iguales. Y uno de los discos cruciales de la “época dorada” del post rock, además de unos de los más influyentes de lo que llevamos de siglo XXI.
Comentario por David Boring