La oferta cultural por Madrid se supone más variada, y es más lógico que vengan bandas internacionales en sus giras europeas. Es el caso del grupo de Black metal atmosférico ruso Grima, que presentan su disco Frostbitten en una ambiciosa gira de más de 40 fechas por todo el viejo continente. Se ve que deben rentabilizar la escapada y estar lejos de una Rusia últimamente en boca de muchos por un tiempo (casi 3 meses), ya que detrás de esas máscaras de seres leñosos se esconden cuatro jóvenes bastante reclutables… En gran parte de esta odisea les acompañarán los alemanes Kanonenfieber, pero para estos primeros compases de gira por España les acompañan los barceloneses Perennial Isolation (y en Barcelona con la otra banda del cantante: Erzsébet). Y como los chavales rusos no quieren volver a ver sus madres todo este tiempo, hacen varias paradas por nuestra geografía: Bilbao, Oviedo (saltándose la tierruca cual hombre del tiempo), Vigo, Madrid, Zaragoza y Barcelona.
Para la parada madrileña eligieron la Sala Silikona, en el distrito más allá de Vallecas, osea Moratalaz. Es una sala de buena capacidad, decente acústica y sus correspondientes columnas en medio (para que no se venga abajo el techo con tantos decibelios, pero que no impiden una correcta visualización). Una vez llegados al emplazamiento se podía atisbar que esa noche de viernes no solo habría chavales yendo al fútbol enfrente, sino también una buena cantidad de metaleros amantes del buen Black (se veían un poco malamente, pues de noche los gatos pardos se confunden con las sombras y las chupas oscuras también). Y es que la venta de entradas durante los días previos no fue excesiva, pero a la cita sí que acudió un buen número de personas, suficientes para que la fría noche de enero se tornase calurosa allí adentro.
Un detalle sin importancia: llegamos con la hora justa, pero aún tardaron media horuca en empezar el bolo, lo cual en este caso fue de agradecer porque así pude charlar un poco con los teloneros. También son unos chavales bastante reclutables, pero por suerte “el procés” aún no he escalado tanto. Este concierto lo vi desde cerquita, pues la marabunta que habría de abarrotar la sala con Grima aún no se había congregado lo suficiente, y es menester dar calor a las bandas que abren para que ellos también nos pongan a nosotros a tono. El caso es que de calor no nos pudimos quejar ni unos ni otros…bueno, Albert , el cantante de Perennial tuvo sus palabras para con el técnico de luces pues se estaba quedando un poco ciego con los focos a tope prácticamente todo el bolo (y eso que se indicaba en varios sitios de la sala que estaban prohibidos los flashes). La propuesta de Perennial Isolation es un Black quizás menos atmosférico y más terrenal, me explico: aunque inciden en crear texturas con los acordes de guitarra (7 cuerdas para más inri), la estructura de las canciones es menos monótona y se distinguen partes bien diferenciadas; la voz es más incisiva y, si es por comparar con los rusos, pues no van caracterizados ni maquillados, ellos van de personas normales.
Para su setlist tocaron casi todo su nuevo trabajo presentado en 2021, Portraits, intercalando alguna canción de su trabajo anterior, Epiphanies of the Orphaned Light (de 2016). No dejaron fuera la mastodóntica “Unceasing Sorrows from the Vastness’ Scion”, de largo minutaje, aunque el resto tampoco es que fueran cortas, pues como ya he mencionado, son temas de partes diferenciadas, además de intros elaboradas para acabar rompiendo en tramos repletos de brutalidad con sus pertinentes blast beats. Quizás este sea uno de los puntos a mejorar, no solo por cuestión acústica de la mezcla, pero esa caja sonaba muy fuerte, y eso es algo difícil de mantener tanto rato hasta para el mejor de los baterías. Por su parte, las voces eran bien compenetradas entre bajista y guitarrista desgarbado (pondría más datos, pero en el CD curiosamente solo ponen sus iniciales). Este mismo guitarrista tuvo ocasión de hacer algún mínimo solo, mientras que el otro se ciñó más a la parte melódica. He de decir que algún final de canción era con un acorde largo que no acabó de encajarme siempre, pero no por cuestión de ejecución, entiendo que de composición de los temas.
El cambio de banda fue bastante ágil con el técnico ruso al mando de todo, con su pertinente mac al brazo y su frontal en la cabeza por si tuviese alguien dudas de sus funciones. Para esta segunda entrega retrasé un poco mi posición, y creo que acerté de pleno. Mi privilegiada nueva ubicación me permitió ver aparecer a los músicos leñosos (estoy seguro que tiene su significancia concreta, pero para disfrutar de su música tampoco hay que estudiar tanto) escoltados por el técnico del mac. Ante mi sorpresa, y debiendo comprobarlo varias veces por la distancia, conté 0 bajos y tres de esos instrumentos que montan 6 cuerdas, conocidos como guitarras (igualito que los Maiden). Es una buena configuración para este tipo de música (aunque nunca lo había visto previamente) y ayuda a crear las capas de sonido precisas para esa textura, por qué no decirlo, leñosa de su música.
Los temas eran pertinentemente introducidos por pistas lanzadas (otra vez entra en acción el mac) con variopinta instrumentación para llegar posteriormente a un clímax de sonido. Alguno de los asistente también alcanzó el clímax momentáneamente al ritmo de los bombos y cajas (en esta ocasión mejor mezclados diría yo), otros preferíamos llegar al trance al compás de los acordes… supongo que cada cual tiene sus días de semicorcheas o de redondas indistintamente. El caso es que la gente estaba bastante puesta con el concierto, hubo sus vítores y palmas cuando la música lo exigía o permitía, pues los siberianos no nos dedicaron ni una palabra (tampoco creo que les hubiésemos entendido) y fueron encadenando temas desde el comienzo hasta que el técnico cerró su mac dando por finalizado el bolo. Aunque no nos dedicasen palabras, sí nos dirigían sus gestos de ramas marchitas con los brazos en plan cigüeñas (me fijé y no percibí cómo agarraban las púas mientras hacían esto, será cuestión de práctica).
No nos vamos a engañar, son temas todos bastante parecidos entre sí, lo cual no deja de ser parte de la gracia de esto, de lo de entrar en trance con la música y no salir de él por un cambio brusco, nadie querría ese tipo de despertar abrupto. Sí destacaría el tema del disco que presentaban, “Hunger god”, que tenía unos cortes interesantes y una métrica curiosa. Y de vuelta a la cosa esta de los conciertos, y escribir crónicas sobre los mismos, quiero mantener la tradición de puntuarlos: a esta fría velada de Black barcelonés y siberiano le pongo 22 mateitos cual 2 Piquecitos, digo patitos.
Texto: Mateo Domingo.
Fotografías: César Ruiz (Scheitan)