Cualquier tiempo pasado fue mejor
Para mal o para bien marcaron la dirección musical de muchos de los que paramos por aquí. Más muertos que vivos, y sin embargo siguen produciendo titulares, aquí tenéis el dudoso regreso de la banda vivido por un fan.
Probablemente, uno de los conciertos con más ganas desde mi 14 años. Al final, una de cal y otra de arena… Un irreconocible Axl Rose con coleta, pelambrera rasta rubia, gafas de sol; sin la voz de antaño ni pañuelo en la cabeza y secundado por una anodina banda se encargó el solo de boicotear su propio concierto ante cerca de diez mil personas en el Auditorio del Parque Juan Carlos I de Madrid. Primero, al comenzar la actuación con más de dos horas de retraso sobre el horario previsto (22.00 horas); lo que llevó a que un público dispuesto a su favor acabara arrancando sillas y lanzándolas al escenario en compañía de las carísimas cervezas (3.50 Euros), además de acordarse a coro de la madre del cantante. Después, con varios solos de guitarra que no hicieron sino recordar la figura de Slash y aburrir a los presentes, a pesar de contar la banda con tres guitarristas y contar con un sonido más que notable.
Si a esto le unimos los cinco temas que presentaron del nuevo álbum -todavía sin aparecer en el mercado-, nos resulta un concierto con muchos altibajos y que se fue diluyendo a medida que se acercaba el final de las primeras dos horas de actuación.
El comienzo fue muy bueno. Abrió Welcome to the jungle, a la que siguieron It´s so easy y Mr. Brownstone todas ellas del grandioso Appetite for destruction. Después llegó la versión de Live and let die y fueron encadenándose los grandes clásicos de la banda. Así, sonaron canciones como Sweet child o´ mine, November rain, la interpretación de Knockin´ on heaven´s dooro You could be mine. Pero una vez pasados éstos el concierto fue irremediablemente hacia abajo con guitarreo insulso y temas del nonato Chinese Democracy, que la irrupción de Patience no pudo disimular.
Cumplidas las dos horas de actuación los Roses se retiraron para volver casi inmediatamente al escenario -sin que el público los reclamara en demasía- y ofrecer otros quince minutos que cerraron con otro corte indispensable: Paradise city.
El resumen es claro: los grandes temas del grupo sonaron muy bien y divirtieron a la gente, pero la voz de Axl está casi tan cambiada como su físico. Además las figuras de Slash e Izzy Stradlin no encuentran sustituto entre los fans de los grandes Guns n´Roses de finales de los 80. Y las canciones del nuevo disco que presentaron en Madrid no hacen sino confirmarlo.
Crónica por José Alonso, fotos por Manu Elola.