Viejas Deudas: Los nuevos Guns N’ Roses nos visitan en Anoeta, además, como telonero, otro de nuestros cantantes favoritos de la época. Tal vez era un buen momento para saldar viejas deudas.
Va a ser difícil escribir sobre esto. Uno no puede ser objetivo con los grupos que le abrieron las puertas a la música. La deuda es tan grande, que uno no puede, ni bien ni mal ser objetivo. Han pasado casi 20 años desde que encargué los dos Use Your Illusion al catálogo del Círculo de lectores y el camino que se había iniciado tímidamente tomó fuerza y simplemente comenzó a hacerse dueño de mi vida. Así que es imposible ser objetivo.
Esto tenía que haber sucedido mucho antes, claro. Recuerdo el disgusto adolescente que me llevé al no poder ir a verles en Madrid, pero claro, eran otros tiempos y moverse hasta allí era prácticamente imposible. Han pasado muchos años, y los que han venido han sido otros, pero aun así, ha tenido cierta parte de magia reencontrarse con lo que hace tanto tiempo me hizo vibrar, como sólo se vibra cuando algo sucede por primera vez.
El concierto lo iniciaría Sebastian Bach, quien fuera lider de Skid Row, otro de los grupos que insistentemente escuché junto con mis amigos, cuando aún nos faltaban unos cuantos para cumplir los 20. Esperabamos encontrarnoslos más gordos y cansados, pero siendo sinceros, quién no lo está. Nosotros tampoco somos los mismos, cualquier fan que haya intentado recuperar una camiseta de aquella época para lucirla orgulloso en el concierto, sabe de qué hablo. Yo mismo me tuve que tomar 1.200 mg de spidifen por la mañana para que el dolor de espalda me dejase disfrutar del concierto. En los noventa todo hubiese sido distinto, pero no fue.
La entrada anunciaba las 18.30 como hora de apertura de puertas, y aunque contábamos con que no iba a ser cierto, preferimos estar allí por si acaso. Sobre todo después de estar a punto de perdernos el inicio de Depeche Mode el año pasado por la confusa información de inicio que venía en la entrada. Evidentemente, ni a las 18:30, ni a las 19:30, ni a las 20:30 las puertas se abrieron. La organización dijo que había un problema con la parte del escenario que venía de Madrid, pero mientras fuera llovía y los de la cola se mojaban mientras otros nos resguardábamos como podíamos debajo del estadio de balompié. Sobre las nueve y pico finalmente abrieron y después de dejar pasar a toda la cola llegamos al interior con el final de Slave to the Grind.
Encontré a Sebastian mucho más en forma de lo que esperaba. Evidentemente los años no pasan en balde, y las comparaciones con tiempos pasados siempre son odiosas, pero el concierto superó con mucho mis expectativas. La banda nueva cumple su papel sin excesos pero sin pinchazos. En cuanto al repertorio mezcló temas de su etapa en Skid Row con algunos de su disco en solitario de 2007 Angel Down. Aunque en este disco hay varias colaboraciones con Axl Rose, que fueron mencionadas por Sebastian en varias ocasiones, nos dejaron con las ganas del duetto. El final con Youth Gone Wild me dejó con la lagrimilla al borde del ojo.
El tajazo en la carrera de Guns N’ Roses fue dramático en su día. No es que la banda se fuese desarmando poco a poco y que unos miembros fuesen sustituidos por otros, a los que te diese tiempo a coger cariño, es que se marchó todo el mundo a la vez. Cuando Axl comenzó a girar con nuevos miembros, pero con el mismo nombre y repertorio me pareció un gesto de bastante cara dura y mal gusto, así que les negué el saludo y no fui a verles al BBK. Sin embargo, ahora, con nuevo disco que defender veo las cosas un poco distintas e incluso estoy comenzando a utilizar el nombre de siempre en lugar de “Los nuevos Guns N’ Roses de Axl Rose” con el que les rebautizamos en su dia en el programa. Con las uñas un poco más retraídas que hace un par de años, aguantamos estoicamente los cuarenta y tantos minutos y los anuncios de colonia en la gran pantalla desde el final de Sebastian hasta el inicio de Guns.
La estructura del concierto cumplió con los canones marcados por la etapa de los Use. O sea, larga duración, canciones de todas las épocas, muchos interludios instrumentales y continuas entradas y salidas de Axl a camerinos para cambiarse de ropa y coger aire. Me gustó mucho que el centro del concierto fuera la presentación del Chinese, ya que me encontraba más cómodo escuchando a una banda nueva tocar canciones nuevas, que comparando los segundos que ahora aguanta Axl al final de cada tema. En general, en cuanto a actitud, fue todo más tranquilo que en aquella época. Menos carreras por el escenario. Pero por lo demás, creo que el concierto no desmereció tanto como muchos esperaban. Es más, si no fuese por que el mal sonido acompañó al grupo durante casi la mitad del concierto podríamos estar hablando objetivamente de un gran show. Los nuevos, cumplen su papel, con algunas poses estudiadas de los Guns de siempre, (especialmente DJ. Ashba ha hecho un master en escalas, timbre y posturas de Slash), la atención se dispersa bastante al tener tres guitarristas y el espectáculo visual está servido. Musicalmente lo hacen muy bien, pero como ya he dicho, me les creo mucho más cuando tocan los temas nuevos, que cuando tiran de material antiguo en el que echo de menos a los de siempre.
Tenía en la recámara “Disillusion” como título para la crónica por si acaso lo hacían mal, pero al final no ha sido necesario. Los Guns N’ Roses del Appetite no existen y no existirán aunque se reunan en un futuro posible. Hay cosas que suceden una vez y si te las pierdes, te las perdiste para siempre. Este nuevo momento sin embargo es lo suficientemente interesante como para merecer la pena la visita. Estoy contento, incluso espero con cierta ilusión que Axl se decida algún día a grabar disco nuevo, y si no vuelve a echar a todo el mundo por el camino, mejor.
Crónica por Oskar Sánchez, fotos por Oskar Sánchez.