La figura de Hank Williams es tan absolutamente influyente en la cultura popular norteamericana que ya supera el carácter legendario del músico. Podemos encontrar fans de sus canciones dentro de la escena rock, metal, hardcore punk y muchas otras.
Nuestro hombre representa al eterno rebelde, al forajido de leyenda con un talento y una sensibilidad fuera de lo común que no tuvo ningún problema en vivir la vida al límite, escribir una tonelada de buenas canciones y morir por su propio arte.
Sus salidas de madre son tan legendarias como su música. Se le recuerda por sus desprecios y peleas con Bob Hope, por sus expulsiones de la ciudad de Las Vegas, por su rechazo a las ofertas de Bing Crosby, por arruinar intencionadamente todas y cada una de las ofertas que Hollywood le ofrecía y por pasarse semanas perdido sin dar señales de vida mientras músicos y promotores andaban detrás de su pista. Pero, por otro lado, dejó para la posteridad obras maestras como “Cold, Cold Heart”, “Your Cheatin´ Heart”, “Ramblin Man”, “Kaw Liga” y muchos otros singles de éxito. La mayoría de ellos incluidos en este fenomenal “Memorial Album”. Un impresionante recordatorio póstumo que nos ofrece lo mejor de este genial interprete.
Cabe añadir que, cuarenta años después, su nieto se encargó de resucitar su legado desde el underground más absoluto poniendo de nuevo el apellido Williams en lo más alto de las escenas country, rock y metal para que todo el mundo recordase la tradición familiar y el legado de su abuelo. Hank III no falleció en el intento, simplemente lleva varios años desaparecido y fuera del negocio musical, pero hizo que el country outlaw prendiese de nuevo durante los años noventa en Estados Unidos, Europa y España influenciando la aparición de bandas y solistas como “Goddamn Gallows”, “Bob Wayne”, “Shooter Jennings”, “Mike Nees”, “Joe Buck Yourself” y por supuesto Dead Bronco.
Y es que Hank Williams siempre fue más accesible para todos los públicos que figuras como Johnny Cash y, además, dejó un legado más increíble en muchos menos tiempo. Como dijo el gran Joe Buck Yourself: “Es increíble la cantidad de buenas canciones que el viejo Hank nos brindó, un regalo sonoro que ahonda en todas las experiencias de los ciudadanos norteamericanos de verdad. Esto no es música para yuppies, rockstars, actores de Hollywood ni brokers de New York. Son canciones para el tipo de la gasolinera, para el tabernero, para los viejos mineros y para la gente que vive en su puta carabana”.
Hank vio venir su destino desde bien pronto y lo plasmó en “Theres a Tear in My Beer” entonando frases como: “Voy a beber hasta perder el control, hasta que no quede nada, hasta desintegrarme por completo”. Dejó este mundo con 29 años, pero atrás queda su legado y una actitud ante el sistema de la que deberían de aprender muchos músicos de nuestro tiempo que no le llegan ni a la suela del zapato.
¡Viva Good OI´Hank!
Nacho García Álvarez