Se hace raro ir a un concierto a las cuatro de la tarde, pero siendo una jornada especial como el primero de mayo, se entiende mejor. Así lo debió entender al menos el resto de gente que vino el miércoles a La Lambiona de Torrelavega, que fue bastante, para ver a los pucelanos Hijos del tercer acorde.
Yo sinceramente fui llamado por la etiqueta que se asigna a esta banda: ¡folk pirata!…no podía perdérmelo. Y el concierto no defraudó. Los integrantes del grupo estaban caracterizados como piratas: tenían al cantante como capitán, al violinista como jefe de máquinas y a su particular Jack Sparrow a los vientos. Tambien aprovecharon un tonel del bar (dudo que lo trajesen en la furgo) para montar el puesto de merchan. Allí tenían a su mascota el “loro potorro” y, atendiendo a los fans, una compañera que todavía parecía más una pirata.
Asumiendo que las pintas las cumplían, todavía no podemos pasar a analizar si el sonido era auténticamente pirata o no. Porque decidieron dar comienzo al show de una manera teatralizada que no acabó de romper el hielo, ya que como ellos mismos reconocieron después, no lo tenían muy ensayado.
Empezaron pues con dos temas propios: “Generación deriva” y su tema homónimo “Hijos del tercer acorde”. En los que hacen alarde de una amplia gama de posibilidades para incorporar al sonido folki, desde armónicas hasta un digeridú pasando por flautas y whistles de distinto tipo. Pero todavía quedaría por escuchar la mandolina en otros temas e incluso unas cuchufletas. El siguiente tema era una versión de la canción tradicional irlandesa “Wild Rover”. El tempo era más bien lentuco, pero se transmitía perfectamente el espíritu del tema original, muy acorde a la temática de la tarde. Lo único mejorable sería quizás el acento en inglés de pucela, pero si no nos ponemos pijos, tanto la voz principal como los coros estaban muy currados.
Llegó el momento emotivo cuando el núcleo duro del grupo le dedicó “Pan y tierra” a su padre (no lo parecían, pero eran hermanos). Aquí ya aparece la mandolina en lugar del violín y vemos que es un grupo que no se casa con las etiquetas. No está cortado por el mismo patrón de todos los grupos folkis y tampoco estan obsesionados con hablar de cosas marineras en cada canción. Por lo visto empezaron tocando indie, pero no les gustó y se cambiaron a la acera de lo no mainstream, eso también explica que beban de diversas fuentes artísticas.
Luego tocaron “Viaje a la nada”, de la que no me enteré mucho porque me fui a la barra a por otra birra (¿para qué mentir?). De la siguiente tengo que hablar sí o sí, porque además la repitieron para cerrar: “Gracias”. En sendas ocasiones la dedicaron al público como no podía ser de otra manera, y es de agradecer (valga la redundancia), pues era de los temas más redondos y con un ritmo más animoso.
Tocaron “Torrelago” y “Bailando en el fin del mundo”, de la que me encantó la intro, pues destilaba sonido folki por los cuatro costados. El tema también incorporaba una estrofa medio rapeada y una modulación al final que lo hacían mucho más interesante. Y llegó entonces el momento cumbre de la velada con “Saluda al tirano”, en la que, emulando a los reyes de esto (Alestorm con “Fucked with an anchor”), nos invitaron a desplegar nuestros dedos corazones en señal de repulsa. Pero no quedaba ahí la cosa, en mitad de la canción destrozaron las imágenes de Trump y Bolsonaro…Santiago Abascal no corrió mejor suerte y su imagen fue quemada ante los vítores del respetable (espero que nadie se ofendiese por violar lo de espacios sin humo).
Encarando ya la recta final hicieron otra vez gala de teatralidad y dejaron a parte de la banda tocando un interludio con bailes incluidos. Tocaron “Zombis en el centro comercial”, un tema animado y divertido que tenía resonancias ochenteras y que está incluido en su EP. Para cerrar tocaron una versión traducida del “Johnny I hardly knew ya” y “Der kraken”, tema del que además han hecho un videoclip que por supuesto os animo a mirar:
Y sin mas dilación, la puntuación final: 8’7 mateitos.
Crónica: Mateo Domingo.
Fotos: Álex Kennedy.