Tres pavos es el precio para entrar al paraíso, sí, como lo oyes. ¿Conoces a Hopeless Messiah? ¿no?. Bueno, sólo es cuestión de tiempo, porque esas bestias pardas estrenaron el escenario y lo devoraron para nunca más bajar. ¿Que no te gusta el stoner?. Ellos te harán cambiar de opinión. ¿Que el rock no es lo tuyo?. ¿Pues qué haces leyendo esto?
Todos los conciertos que se precien empiezan con un retraso elegante, pero una corta espera valió la pena por un espectaculo incomparable, que solo una mala acústica podría haber puesto en riesgo. Abrieron con “Silent Worshipper”, y ya nos hicimos una pequeña idea de que esos tipos iban a echar el techo abajo con unos riffs poderosos y pesados como pisadas de dinosaurio. Sin embargo lo mejor estaba aun por venir, pues a decir verdad, en opinión de alguien que ya conocía los temas, les costó un par de temas ponerse a su propio nivel. Continuaron con “Riding on the storm”, y juro que jamás había oído esa canción sonar tan bien. Se aprecian influencias de Clutch, con un toque sombrío heredado de la generación X, pero sobre todo aquello olía al rock´n´roll de los viejos tiempos, el de los años 70.
Cabe destacar que la guitarra de Ernesto, que se escuchaba limpia y sin ningún fallo, ejecutaba unas melodías sencillas y originales, con toques sutiles de Funk que podia recordar a Ugly kid Joe, o, vagamente, a Tom Morello.
Este monstruo de las seis cuerdas se mostraba tan confiado, que bien podría haberse acabado el mundo, que el seguiría tocando sin problema. No puedo ser objetivo en mi crítica de su versión de “Green Machine” de Kyuss, porque es casi imposible hacer que esa canción suene mal. El frontman creó una atmosfera sólida y corrosiva que hizo las delicias del público, hasta tal punto que, en ningun otro concierto que haya visto se han pedido más bises.
Del guitarra rítmico, como de cualquier buen rítmico, no se puede decir mas que cumplió su cometido. Es decir, no se notaba su presencia, pero se hubiera echado en falta. Del modo que el gran Izzy Stradling sostenía sobre sus flacos hombros todo el peso de los Guns, este chaval construía un sendero por el que las demás notas caminaban, pero de una forma casi clandestina. La batería nunca se salió de compás, aunque, tal vez por ser su primera vez en el escenario, o tal vez porque hacía mas calor que en la cocina de charmander, el chaval tenía cara de estar pasándolo mal.
Era muy visible la complicidad y cohesión entre los miembros del grupo, su comunicación y su capacidad para adaptarse a las situaciones que pudieran surgir, para seguir los chistes, etc.
Para cuando arrancó su tercer tema “Seas of dust”, yo ya me encontraba tan absorto en la melodía, que me había olvidado de que existía yo (aunque no de que existía mi cerveza). Pero entonces vino “Welcome to derry”, con su atmósfera destructiva y macabra, a volverme a incendiar la sangre con sus acordes circenses. El bajo se escuchaba con tal protagonismo que parecía que el bajista acariciase el trueno como un fiel perrito. El tema se cerró con unas cuantas vueltas de un riff cortante, acompañado de sonidos inquietantes que podrían recordarnos a la música noise, o, de alguna manera al metal japones de los 90 o 2000.
Como el lector podrá apreciar, se trata claramente de un grupo que SUENA A LOS 90. A la interpretación de cada cual queda si suena a Seattle o a california, si a grunge o a palm rock, pero esa noche se respiraban los 90. Una espectacular, aunque de alguna manera rara versión de mar adentro de Héroes del silencio sirvió al cantante bajista para demostrar de qué es capaz una bestia del rocknroll cuando lo unico que tiene que envidiar a los grandes es la fama. Con “Lords of the highway”, tal vez sea una apreciación subjetiva, pero si hubiera tenido teclado la podrían haber firmado los mismisimos Doors back then en los 60, y se hubiera vendido igual de bien. Pero sin duda alguna la pieza mas valiosa de la velada, fue una canción que hablaba sobre un suicidio ocurrido en un capitulo de la popular serie de animación para adultos Bojack Horseman. Cargada de desesperación, energía negativa, nostalgia, belleza y de alguna manera paz, nos demostraba que cruzar al otro lado duele, pero vale la pena.
Tocaron tambien una versión de “In Bloom” de Nirvana, bien ejecutada, aunque, en mi opinión, de alguna manera un poco vacía. En aquel punto ya tenían al publico rendido a sus pies, pidiendo a voces: “Ooooootra!, ooootra1″… y fueron complacidos a pesar del visible cansancio, calor y deterioro físico de los músicos a causa del esfuerzo.
Si no les has escuchado aún, te recomiendo que lo hagas, porque no sabes lo que te pierdes, escucha su disco en spotify, o ve a sus bolos, porque serán el grupo favorito de tus hijos, si tienen buen gusto.
Texto: Miguel Losada Galván.
Fotos: Dario Sanchez