HÜSKER DÜ – New Day Rising
El tercer LP de Hüsker Dü se publicó en enero de 1985, seis meses después de la salida de “Zen Arcade” (1984) y nueve meses antes de que viera la luz “Flip Your Wig” (1985). El trío minneapolitano lanzó nada menos que seis discos en cinco años, uno de ellos doble. Y lo mejor es que, en un derroche de creatividad envidiable, mantuvieron un nivel altísimo en todos sus trabajos.
Cualquiera de ellos merecería una reseña como disco clásico. Pero había que quedarse solo con uno, y le ha tocado el turno a este “New Day Rising”. El sonido del grupo se podría representar como un triángulo en cuyos vértices se encuentran la velocidad, el ruido y la melodía, respectivamente. Esas tres claves aparecen en el disco desde la primera canción: “New Day Rising” es una andanada sónica empujada por una batería maquinal, en la que Bob Mould y Grant Hart gritan el título una y otra vez en una espiral de armonías, con un fervor casi gospel. Esto parece un avance de la furia hardcore que centra las canciones de la recta final del disco, como “I Don’t Know What You’re Talking About”, “Watcha Drinkin’” o “Plans I Make”. Pero el trío era consciente de que la ortodoxia punk era un traje que les quedaba demasiado pequeño para dejarles respirar con comodidad. Así que en el corazón del álbum el grupo da rienda suelta a sus inquietudes musicales y temáticas, y ahí es donde logran que la carga emocional se dispare. Bien sea a través de melodías sencillas (como la casi angelical “I Apologize”, el pegadizo estribillo de “Terms of Psychic Warfare” o la especie de swing noise que es “Books about UFOs”), de la lisergia (el folk abotargado de “Perfect Example”) o las estructuras enrevesadas cercanas a la vanguardia (“59 Times the Pain” o “How to Skin a Cat”).
Las quince canciones del disco brillan como quince soles negros. Pero entre todas hay dos que destacan, hasta erigirse como dos de las cimas del repertorio del grupo: la melancólicamente bella “Celebrated Summer” y la desgarradora “The Girl on the Heaven Hill”. Palabras mayores, ¿eh? A comienzos de 1985 el número de seguidores no paraba de crecer, e incluso la prensa generalista recibía con apasionados elogios cada nueva entrega de la banda. Pero esto chocaba con las limitaciones que imponía trabajar en el seno de la comunidad underground, donde conceptos como promoción o distribución se ceñían a los rudimentos propios del Háztelo Tú Mismo. Más allá del gusto del trío por el ruido, las deficiencias en la grabación en “New Day Rising” son evidentes. La tirada de 30000 ejemplares se agotó en mitad de la gira de
presentación, con lo que ni se sabe cuántos aficionados se quedaron sin posibilidad de adquirirlo. Eso sin contar con que la banda tardó bastantes años en conseguir cobrar las decenas de miles de dólares que les debían en concepto de royalties. Además, dentro de la escena hardcore (e incluso de su propia discográfica) bastantes voces les acusaron de haber publicado un disco “comercial”. Todo esto llevó a que finalmente Hüsker Dü rompieran con SST Records (la compañía de Greg Ginn de Black Flag) y fueran de los primeros de su generación en fichar por una multinacional, ya en 1987.
Gran parte de la enorme popularidad de la que gozaron Hüsker Dü vino por su capacidad para asimilar el desarraigo de la época Reagan, y para representarlo en forma de conflictos personales, sentimientos de culpa o de rencor y pulsiones autodestructivas. Sí, son historias duras y cargadas de oscuridad, pero que retratan como pocas un descontento universal con el que gentes de todo tipo pueden sentirse identificadas.
Hüsker Dü se convirtieron en una especie de eje dentro del “rock alternativo”, a medio camino entre la experimentación de Sonic Youth y la sencillez de REM. Su influjo ha calado en incontables bandas de toda clase y condición, además de haber abierto el camino para eso que más tarde se llamó post hardcore, y haber avanzado la rabia de lo que llegaría con el grunge. En fin, que son una banda crucial para entender no solo la música de los 80, sino toda la historia del rock de Estados Unidos.
Comentario por David Boring