A estas alturas del Rebelión Tour, ha quedado muy claro que el resurgir de Ilegales es oficial y definitivo. Mientras otras bandas de su época tienen que hacer piña y reunirse en festivales nostálgicos para recibir un poco de atención y llenar un mínimo, la banda de Jorge Martínez se las apaña para conseguir vender las entradas de todos o casi todos los recintos que pisa. Esta afirmación no es gratuita, atrás quedan sus llenazos en Madrid, Barcelona y Bilbao y sus noches de gloria en Buenos Aires, México, el Festival Metrópoli de Gijón o el conciertazo que se marcaron en las fiestas de Oviedo.
Este tour les ha devuelto la grandeza de tiempos pasados y eso ha motivado que la banda volviese a atreverse con uno de los talones de Aquiles más grandes de su carrera, la ciudad de Santander. Sí, la fría ciudad cántabra siempre se ha resistido a la música de Ilegales. Quizás, por los gustos musicales de mucha de la gente de la escena musical, o quizás, porque simplemente en la ciudad que nos ocupa rockeamos de verdad cuatro personas contadas con los dedos de las manos. El caso es que Jorge, Willy, Mike, Jaime y todo su equipo volvían a enfrentarse a una gran incógnita, pero sacaron pecho y el viernes 18 de octubre se presentaron en Santander para darlo todo, destruir la ciudad, o morir en el intento. En un principio, yo mismo llegué a dudar de las posibilidades de la banda en Santander. Llevo siguiendo la evolución de Ilegales desde que comenzó la gira y este concierto no me daba buena espina. Incluso dudé que llegase a celebrarse. Pero la semana anterior tuve la oportunidad de entrevistar a Jorge para esta emisora y respiré aliviado. Jorge se mostró tranquilo y confiado, la charla fluyó a las mil maravillas y me convencí de que todo iba a salir bien.
Ese viernes me reuní con mi amigo Mario Caballero y su hija Lucía y tuve la oportunidad de presenciar la prueba de sonido de la banda. Comprobé que Ilegales y su personal forman un equipo tremendamente profesional donde todo funciona a la perfección. Un poco más tarde llegó mi amiga Geles y el fotógrafo Fernando Martínez y, entre cerveza y cerveza, esperamos en primera línea de fuego a que la banda nos brindase su concierto. Ilegales saltaron al escenario a las nueve y media de la noche y arrancaron su actuación con una contundente interpretación de la canción “Stick de Hockey” que dio paso a los temas “No Tanta Tonto”, “Hola Mamoncete”, “Suicida”, “Ella Saltó Por la Ventana” y “Suena en los Clubs un Blues Secreto”. La banda sonó perfecta y contundente desde los primeros compases. Jorge estaba pletórico, atacó su Fender Stratocaster color crema con una precisión y una energía que me impresionó. Le he visto en el escenario unas cuantas veces, pero en esta ocasión parecía que quisiese volar la cabeza de todos los presentes para que no quedase ninguna duda de su valía sobre las tablas del Escenario Santander.
La banda continuó su enérgico ataque con unas espectaculares versiones de “Agotados de Esperar el Fin”, “Todo lo que Digáis que Somos”, “Voy al Bar”, “El Norte Está Lleno de Frío” y “Enamorados de Varsovia”. Mike Vergara volvió a destacar por su virtuosismo y profesionalidad sobre el escenario. Es una verdadera gozada verle pasar del teclado a las guitarras como si nada mientras conserva la tranquilidad y disfruta del concierto con una gran sonrisa. La banda bajó de revoluciones y nos regaló una emotiva y reflexiva versión de “El Bosque Fragante y Sombrío”. Antes de que pudiésemos asimilar ese maravilloso momento de respiro, Ilegales nos volaron la cabeza con “Chicos Pálidos para la Máquina”, “Yo soy quien Espía los Juegos de los Niños”, y una enérgica interpretación del tema “Si la Muerte me mira de Frente me pongo de Lao” que llevó al público reunido en el Escenario Santander a bailar, cabecear y levantar los puños como nunca.
Después de esta impresionante descarga, la banda bajó un momento de revoluciones con “Ángel Exterminador” y volvió a acelerar a tope con “Hacer Mucho Ruido” y “Mi Amigo Omar”. En estos temas nos demostraron que pueden rockear más rápido y ruidoso que nadie pero sin perder el ritmo y ni un ápice de su increíble sonido. Presenciar como Jaime Beláustegui aporrea su kit de batería como una auténtica locomotora mientras Willy le sigue de cerca con su bajo no tiene precio, a día de hoy puedo asegurar que se trata de una de las mejores bases rítmicas de todo el estado.
Cuando parecía que el concierto nos iba a llevar a toda velocidad hasta su final, Jorge Martínez y los suyos nos partieron los esquemas con unas reflexivas, románticas y nostálgicas interpretaciones de los temas “Regreso al Sexo Químicamente Puro”, “Me Gusta como Hueles” y “La Casa del Misterio”. Con esta vuelta de tuerca nos dejaron claro por enésima vez que se mueven con total comodidad en todo tipo de estilos musicales, temáticas y melodías.
Ilegales remataron este impresionante concierto con el polémico tema “Eres una Puta”, los tremendos riffs de “Mundo Carapijo” y la espectacular energía de “Rebelión”, “Soy un Macarra”, “Dextroanfetamina” y “Bestia, Bestia”. Jorge se despidió de todos nosotros. Pero su público quería más, mucho más, así que la banda volvió para marcarse un bis que terminó de dejarnos a gusto con “Hombre Solitario”, “Problema Sexual” y “Destruye”. En este último tema, Jorge Martínez se despidió de todos nosotros dando una bendición ilegal que terminó de derretir y dejar a sus pies a todo el público presente en el Escenario Santander. Miré de nuevo a mis espaldas y comprobé que la sala no presentaba un sold out apabullante, pero los allí presentes sonreían felices y satisfechos. Y es que en mi opinión, Ilegales conquistaron Santander aquella noche. Y me gustaría pensar que tendremos la ocasión de enfrentarnos a una de sus mágicas descargas en un futuro no muy lejano.
Después del concierto terminamos disfrutando de un merecido post concierto en los camerinos de la banda. El personal Ilegales nos trató de maravilla y Jorge, Jaime y Mike nos invitaron a unas cuantas cervezas. Entre bastidores, Jorge destacó por ser un gran anfitrión que podía llegar a charlar animadamente con tres personas a la vez mientras se hacía fotos con todos los allí presentes y firmaba guitarras, discos, libros y entradas del concierto. Un caballero y un entretenedor nato tanto dentro como fuera del escenario. Después de este memorable capítulo, la noche siguió su curso para mí por la ciudad de Santander y sucedieron cosas que no recuerdo o no quiero recordar. Pero ya se sabe, “Saber vivir es ir hacia la muerte alegre y despreocupado…como si fueses a la muerte de otro”. Larga vida al legado ilegal. Salud.
Crónica y vídeos: Nacho García Álvarez.
Fotos: Fernando Martínez.