La obra exhorta a los jóvenes a indignarse, dice que todo buen ciudadano debe indignarse actualmente porque el mundo va mal, gobernado por unos poderes financieros que lo acaparan todo». Explica que, aunque «nos jugábamos la vida, en su época, lo tenían más fácil por tener adversarios más definidos: Hitler y Stalin. Sin embargo, «… los jóvenes de ahora se juegan la libertad y los valores más importantes de la humanidad».
A lo largo de las 32 páginas del librito, el autor, de 93 años, hace una breve referencia a su participación en la Resistencia francesa, cuando tras la declaración del régimen colaboracionista de Vichy se escapó a Londres para ponerse a las órdenes de De Gaulle. Tras ser capturado y torturado por la Gestapo, una vez terminada la guerra se convirtió en diplomático, participando como jefe de gabinete de Henri Laugier, el entonces vicesecretario general de las Naciones Unidas, en la elaboración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, redactada en el Palacio de Chaillot, en París. Explica, asimismo, los valores de la Resistencia y de los Derechos Humanos, incluida su postura, como judío, ante la vulneración de los mismos por parte del Estado de Israel, y termina haciendo un llamamiento a los jóvenes a emprender la acción no violenta para rebelarse contra los poderes del capitalismo, a una «insurrección pacífica».