El Viernes, 4 de junio, nos acercamos al Centro Cultural de Evaristo Silió en Molledo (Cantabria) para disfrutar de una buena noche de punk-rock. Después de tanto tiempo sin música en directo, ya se necesitaba algo así.
Respetándose el aforo y las medidas Covid, los presentes nos sentamos en las sillas, expectantes y con muchas ganas de saber lo que la banda nos tenía preparado. La sala era pequeña pero el sonido se acopló perfectamente. Las manos de Verónica Valdezate lo hacen todo más fácil, y como público lo agradecí porque sabía que estaría todo mimado hasta el mínimo detalle.
Pasada la hora de comienzo, INSURRECTOS se subían a la tarima para presentar su Ep: SECRETOS Y MIEDOS, lanzado al mercado en 2020 y que no pudieron dar a conocer en vivo por el maldito virus.
Después de haber agotado entradas el sábado 5, decidieron sumar una nueva fecha el día anterior, y gracias a ello, pudimos disfrutar de su concierto el viernes. ¡Y menos mal!
Sabíamos que iba a ser una velada especial porque marcaba un regreso esperado, tanto por la banda como por el público, por aquellos quienes ya les conocían y por quienes, como yo, los hemos descubierto recientemente.
Cualquiera que se haya acercado a verles, ha podido comprobar que están en muy buena forma para seguir rodando, y que tanto la rabia que destila su música como sus letras son un rayito de luz en medio de la desesperanza en la que estamos sumergidos dada la situación actual.
El silencio se deshizo desde los primeros acordes de Bajo el mismo sol. Los graves del bajo de Edu retumbaron en el techo impactándonos de lleno, la cadencia de Dufa a la batería marcando un ritmo enérgico e imparable, las estridencias de las guitarras de Dani y Cheska, y el juego mezclado de voces cazalleras nos metieron en ambiente a todos los presentes desde la primera canción.
Se respiraban las ganas que tenían de tocar en directo en la manera en la que el escenario se les quedó pequeño y en los rostros de felicidad de cada uno de los componentes.
El respetable, aunque sintiéndonos raros al estar sentados, cantamos bajo las mascarillas sabiendo que no hay diferencias, y que al final nos alumbra el mismo sol. Aunque a la raza humana se nos olvide demasiadas veces.
Regresaron al pasado con Aún queda tiempo y 19 Reinosa 87, para recordar la lucha obrera del 87, ambas de su álbum “Cuando ya no quede nada” grabado en el año 2012.
Ritmos acelerados y voces desgarradas que imprimieron el derredor con esa energía y rebeldía que caracterizan a Insurrectos y que siempre transmiten a través de sus melodías y letras.
Las notas estridentes y la batería aplastante no nos dieron tregua ni un instante, ni la necesitamos, con Dos de cal y una de arena, su mejor carta de presentación, y esa forma que tienen de recordarnos en su lírica que cualquier mierda es atractiva si la pintan de colores… Que siempre habrá quien intente adormecernos para que no pensemos, para que no nos enfrentemos si no es entre iguales, ni luchemos por nuestros derechos.
Tu rostro encapuchado presente en“A cayo duro”,la maqueta grabada en octubre del año 2008 por la propia banda, nos incitó a seguir luchando frente a cualquier adversidad y a quienes intenten pisotearnos. Algo realmente necesario. Lo que nos demuestra que no importa el tiempo en el que nazcan las canciones y las letras, con el paso de los años seguirán latiendo con la misma intensidad si se sabe escuchar.
El viento nos acunó hacia el Camino de las estrellas, nos recordó que La distancia más larga siempre será la que sucede a camino entre dos miradas y un montón de recuerdos que se desvanecen.
Balanzas nos azuzó para que no seamos una pieza más dentro de un mundo material sin valores, para que no seamos nosotros quienes lloran para que otros puedan reír….
Con Efecto Iguazú, pieza dedicada a los que han perdido su vida en la Pandemia,nos balanceamos con su lento instrumental que pronto se transformó en contundencia arrolladora, a ritmo de las baquetas de Dufa que sorprendieron gratamente a los más metaleros… «Cuanto más viejo, más libre…»
Seguimos inmersos en los tintes melódicos iniciales de Acordes de Libertad, que después acabó explosionando para hacernos vibrar con el corazón encogido por su letra.
Letra que nos impregnó con ese almizcle que huele a un pasado que no debemos olvidar, a un montón de sueños rotos que aún siguen silbando entre los ecos del viento, a todos los latidos que un día fueron silenciados, a esas voces acalladas a balazos que siempre suspirarán libertad, y al punk más rápido, sucio y reivindicativo. «Vuela, vuela gorrioncito, y escóndete en las montañas, no vaya a ser que el invierno también fusile tus alas». Esta canción fue para mí la gran revelación de la noche.
El crepitar del fuego ardió con Barullo de Susurros, el latente bajo de Edu, las eléctricas notas de guitarra de Dani y Cheska, y las baquetas de Dufa nos hicieron regresar a la actualidad para perdernos con La danza de las llamas: solo somos sombras bajo la mirada de los cuervos, secretos y miedos que alimentan a los carroñeros.
Condenados al odio, fue otra vuelta al pasado donde nunca dejamos de estar y a su álbum “Cuando ya no quede nada”, indicándonos que se acercaba el final de una velada que estaba resultando perfecta.
Se despidieron con Noches sin luna, de “Secretos y Miedos”, donde unos riffs melódicos abrieron el camino a las voces que se despedazaron de ira. El bajo de Edu resonó con garra y nos hizo bombear el corazón con intensidad. Sabíamos que la noche acababa y no queríamos. Había sed de arte de calidad.
La letra inspiradora de esta pieza, una de mis favoritas, nos recordó que siempre habrá una razón para pelear mientras la libertad se disfrace con cadenas. «Los gritos que se oyen detrás de las rejas, las marcas que van dejando estas cadenas, las noches sin luna dentro de esta celda, mil motivos por los que late mi rabia…»
INSURRECTOS son la apuesta perfecta para los amantes del punk-rock con pinceladas hardcore, y para aquellos corazones que no se conforman, que necesitan indagar en el pasado y latir por los que ya no están.
Gracias a la banda por su energía, por la gran ejecución de cada uno de los instrumentos, y por recordarnos que siempre nos ha de quedar un motivo por el que luchar y desangrarnos, y que debemos despertar de este sueño aletargado en el que estamos inmersos para alzar los puños y defender lo que es nuestro…
¡Mucha suerte en la carretera!
Texto: Rebeca Bañuelos.
Fotos y Vídeo: Oskar Sánchez