En nuestro esfuerzo por honrar en vida a los pioneras del rock and roll han pasado ya por esta sección titanes como Chuck Berry, Little Richard o Fats Domino y creo que era de justicia hacerle un hueco también a este blanquito que fue capaz de colarse entre los más grandes con un buen puñado de canciones y una actitud absolutamente incendiaria.
Como ya hemos contado en muchísimas ocasiones en los años cincuenta lo que imperaba era el single y los LP’s no pasaban de ser en principio una recopilación para quien quería tener todos los temas de un mismo artista reunidos. En el caso de Lewis se da la paradoja de que su primer largo no incluiría sus dos singles de mayor éxito “Whole Lotta Shaking Going On” y “Great Balls of Fire”. No queda claro el por qué de esta extraña decisión pero existen grabaciones de discusiones entre Sam Phillis (Sun Records) y el propio Lewis en el que este último se queja del contenido pecaminoso y basfemo de las canciones que le tenía que interpretar.
Y es que nuestro hombre es uno de esos personajes que nos ayuda a comprender el contexto en el que nació la música que nos gusta. Siendo de Luisiana creció en un contexto muy influenciado por la música negra, pero admiraba por igual el repertorio country de Hank Williams o Jimmie Rodgers. Si comparas su versión de “Whole Lotta Shaking Going On” con la grabada por Big Maybelle un par de años antes, y después haces lo mismo con su “Jambalaya” y el de Hank Williams puedes tener en apenas un cuarto de hora visión bastante claro de que rasgos genéticos heredó el Rock and Roll de su papá y su mamá musicales.
La educación de Jerry Lee fue muy religiosa, pero fue expulsado del Southwest Bible Institute en Texas por interpretar una versión Boogie Woogie de “My God is Real”. Como veis en su historia está todo, la confrontación e interrelación racial y la doble influencia de la religión, de un lado musical como fuente de inspiración y del otro lado moral, como complejo a vencer.
Era en el escenario donde ganaba el lado salvaje de Jerry Lee Lewis vencía a su puritanismo dejando vía libre a sus demonios. Tocaba de pie, a puñetazos, con los codos, con el culo, daba patadas e incluso incendiaba su piano, dicen que en cierta ocasión se dirigió a Chuck Berry espetándole “Supera eso negro”, aunque como casi todas las anécdotas de la época parece algo confuso el donde y cuando sucedió o si realmente sucedió en la forma en que se cuenta. De cualquier manera su forma de tocar el piano era tan espectacular que el mismísimo Elvis dijo en cierta ocasión que si él hubiese sabido tocar el piano como Lewis hubiese dejado de cantar. Sin duda, con la llegada de Lewis este instrumento pasó a primera línea, durante algún tiempo superando en protagonismo a las guitarras.
Su debut de 1958, nos va a servir de excusa para profundizar un poco en su repertorio. Como hemos explicado se quedaron fuera sus dos mayores éxitos, pero contiene un montón de buena música, como por ejemplo Crazy Arms, la versión de Ray Price que le abrió la puerta de Sun Records, una enérgica versión del Don’t be Cruel de Elvis, una magnífica balada como It All Depends, su propia interpretación del Matchbox de Carl Perkins, en cuya grabación original ya había participado como pianista, el espiritual When the Saints Go Marching In o el tema central de la película High School Confidential de Jack Arnold, en la que puedes verle interpretar al piano. Si a alguien le sorprende que no hubiese temas firmados por Jerry Lee Lewis habrá que recordar que en esta década la figura de interprete y compositor estaban mucho más separadas que en la actualidad y aunque existían cantautores, no era tan común que las estrellas del rock escribiesen sus propios temas, como empezó a suceder en la década siguiente.
Como seguramente ya sepáis la popularidad de Lewis cayó en picado cuando durante una gira inglesa el periodista Ray Berry descubrió su matrimonio con Myra Gale Brown. Ella tenía 13 años y él 22, y ambos eran primos. Aunque evidentemente en 1958 la gente se casaba mucho más joven esto supuso tal escándalo que Jerry se vio forzado a abandonar la música hasta el año 1962 (Cuatro años, en aquel contexto son una eternidad), en ese año se recuperó algún material suyo para publicar un segundo álbum que, esta vez sí, incluiría Great Balls of Fire, pero seguiría dejando fuera Whole Lotta Shaking Going On. Más tarde en el 65 se editaría un rabioso directo en Hamburgo y a finales de los sesenta volvería con un carácter más cercano a la raíz del country. Sin duda su nuevo gran momento llegaría a finales de los ochenta gracias al biopic de Jim McBride.
Últimamente ha publicado directos, recopilaciones y curiosos discos de duetos junto a otras leyendas como los Jager y Richards, John Fogerty, Willie Nelson. Eric Clapton, Solomon Burke (RIP) o peña más joven como Slash, Kid Rock o Sheryl Crow. Parece que su intención es seguir publicando mientras le quede la más mínima fuerza y al parecer, según dejó claro en su álbum de 2006 “Last Man Standing” piensa morirse el último.
Comentario por Oskar Sánchez