Abres los ojos, la oscuridad te rodea, eres como un tronco a la deriva en mitad del océano, sientes como las olas te mecen de un lado a otro. En tu cabeza se agolpan los recuerdos, a modo de flashbacks, ves todos tus años vividos y te preguntas ¿merece la pena tanto dolor?. ¿Preocuparse por los demás, cuándo nadie se preocupa por ti? ¿Aferrarte a las emociones compartidas, cuando al final son imágenes efímeras, que en apenas un abrir y cerrar de ojos, acabarán en el fondo de tus recuerdos?. Aunque intestes romper el muro de cristal que te rodea a gritos, nadie te escuchará, “La Palabra ha Muerto”, es entonces cuanto te aferras a la emoción del sonido, a su magia, sin pronunciar una sola palabra, las notas llenan cada región de tus sentidos, te dan calor cuando tienes frío, te abrazan y te consuelan cuando la melancolía se apodera de ti.
Ir a un concierto, en muchos momentos y para bastante gente, sobre todo cuando por medio hay pelos largos y demás, se relaciona con la juerga, los ríos de alcohol y la juerga, que no voy a ser yo el que niegue esa, como una de las muchas caras del rock, el metal; pero también de otros muchos estilos, más o menos bien vistos. Hay otras ocasiones, en que ir a un concierto, es algo más. Dejas en la calle, tu saco de prejuicios y esos tópicos que bombardean tu inconsciente, hoy en día más que nunca, en la época de Matrix, donde la imagen nos gobierna y la aceptamos sin rechistar, para dejarte atrapar por las emociones. Una de esas ocasiones únicas la vivimos el pasado 11 de Septiembre, el Escenario Santander, se convirtió en los dominios de una de una criatura mitológica. Antes de entrar te lo avisaban, cierre los ojos y no les mire de frente, si no aténgase a las consecuencias. Y así fue, una vez más, sucumbimos a la fuerza de las emociones e intentando ver algo que no tiene cuerpo, fuimos petrificados sin compasión. Esa es la fuerza de MEDUSSA.
El cuarteto formado por Jova (guitarra), Fernando Navarro (Guitarra), Javi Arias (Batería) y Fon (bajo), con algún cambio entre medias, llevan desde 2012 poniendo sonido a lo intangible, atrapándonos en un mar de emociones, gracias a la senda del post rock. Un camino que ha ido ganando en intensidad durante todos estos años, con tres discos bajo el brazo. «Ocho» (2014); «100 millones de Años» (2016) y «La Palabra Ha Muerto» (2018). La banda perfecta, para poner bso a un año como el actual en el que la “Distopía”, se ha hecho realidad. Una voz en off machacona bombardea tu oído rompiendo tu frágil seguridad, el mar rodea el campo sillas y mesas que pueblan estas semanas el Escenario Santander, dentro de las “Jornadas La EScena”, un puñado de rostros enmascarados observan perplejos, como se puede hacer sonar el arte. Sencillamente impresionante. Esa base rítmica de Fon (bajo) y Javi (batería), te hace sentir la Tierra latir bajo tus pies, para enseguida llegar en tu auxilio las impresionantes capas de las guitarras de Fernando y Jova. Salimos brevemente del sueño siguiendo los platillos de Javi, que desembocan en un gran aplauso.
No nos alejamos mucho de la oscuridad, siempre el rojo Medussa, tan amigo de los fotógrafos, nos indicaría el camino de nuestra penitencia. Somos el cáncer de esta Tierra y debemos pagarlo “Era Discordia”, como un serrucho bajos nuestros pies irrumpe la fuerza de la línea de bajo y batería, que trajo a mi cabeza a Machine Head en su faceta más cercana al doom. Los camareros de la sala aguantaban sus bandejas a duras penas, ante semejante maremoto, nosotros que estábamos sentados, nos movíamos de un lado a otro como en un toro mecánico.
Momentos pandémicos, como los que vivimos estos días, están sacando a relucir, una vez más, la peor cara del comportamiento humano, donde la avaricia y pensar en uno mismo sin importar las consecuencias es la tónica diaria. Cuando todos parecen clones de los otros, te miras en ese espejo, aunque aparentemente eres como ellos, no encajas, es un mundo de “Quirales” Uno de los temas más potentes de «La Palabra Ha Muerto» y uno de mis preferidos del disco. En esa aparente igualdad, aparece una fina capa entre bien y mal, que muchas veces es difícil de diferenciar. El tema refleja esa continua dicotomía de una manera tremenda, con las subidas y bajadas. Muy bien descrita en el vídeo publicado en 2018 , donde destaca la brillante participación de los bailarines Rebeca García y Manuel Martín (Mymadder), consiguiendo un gran impacto visual, pura oscuridad que te absorbe, sobresaliendo la gran labor de la maquilladora, la amiga Álex Kennedy, como siempre perfecta.
Tras el merecido aplauso, nos sumiríamos nuevamente en la oscuridad, esta vez presas de una nube de niebla que nos trasladó directamente a los dominios de la melancolía, con el tema “Ethos, Pathos, Logos”, los tres pilares de la persuasión. Las historias eficaces resuenan en el corazón de la audiencia, suele decirse, y vaya si lo hizo, uno de los mejores temas del disco y del concierto. Las emociones vuelven a salir a flor de piel gracias a los pasajes melódicos que lo aproximan al doom, sientes un viento húmedo en tu cara mientras alguna lágrima cae por tu mejilla. También posee momentos para la esperanza, de apretar los dientes, muy bien representado por las luces a modo de llamas entre la niebla, hacía que te vinieras arriba al instante.
El final está cerca, hay que asimilarlo, todos acabaremos “Pasto de los Cuervos”, tremendo temazo del disco anterior, con una fuerza imponente, con gran intensidad de la línea de bajo y batería. Las capas van surgiendo, la batería simula transiciones como si estuvieras cabalgando, transitando los confines del infierno. La intensidad, subiría y subiría, inundando toda la sala. Llegaría el momento del tema “Continentes” el tema más largo del último disco, y una autentica barbaridad en directo. El ser humano actual, rodeado de tecnología, esa que nos vendieron que nos uniría más a los unos con los otros, al final ha generado islotes, seres incapaces de salir de si mismos. Impactante efecto con las luces tras la oscuridad, parecía una nave espacial surgiendo de las sombras, tal vez como un halo de esperanza, si Pangea era un supercontinente que se ha resquebrajado en varios continentes, ¿llegará un momento en que se volverá a unir?.
Llegarían a la recta final, con el estreno de un tema inédito que nuevamente, parecía hacer hincapié en la esperanza que me gustó mucho. Sin darnos tiempo de reaccionar, aparecimos súbitamente a la orilla del mar arrastrados por la resaca, del torbellino de emociones que acabábamos de contemplar. Sin dudarlo un instante, si la emoción tiene sonido, eso es MEDUSSA, una de nuestras mejores bandas. Siempre que sales de uno de sus conciertos, es como un paso más en el viaje de la vida para trascender, para decir: Buff esto ha merecido la pena. Muy grandes MEDUSSA, como así demostró la larga ovación con que fueron despedidos.
Las emociones de esa noche no terminaban, dejábamos atrás la inmensidad del océano para adentrarnos al desierto infinito, a los parajes desolados de la mano de una de las figuras más grandes del rock de la región como es Aitor Ochoa, y su proyecto actual AITOR OCHOA & MAD MULE. Hablar de Aitor Ochoa es hacerlo de un genio que lleva más de 20 años publicando cosas y más de 10 en su gran proyecto, como es la banda SOUL GESTAPO, teniendo gran repercusión también fuera de nuestras fronteras. En su historial también se encuentran bandas como Los Tuppers o Johnny Casino & The Secrets. Su proyecto actual surge en 2017, tras la ruptura del Soul Gestapo, para la ocasión se ha rodeado de grandes músicos de la región como son: Luis Ibañez (bajo) de los Pulsebeats; David Glez “Fuzzio” (guitarra) de Ídolos del Extrarradio; Fernando Chiquito (batería) de Smooth Beans o Los Puzzles; junto al propio Aitor (voz y guitarra). Para ésta ocasión, contaron como baterista al polifacético Curro Gallego-Preciados, que podréis conocerle de otros proyectos como Reed o Jamarazza.
Mad Mule publicaron en 2018 su primer larga duración, con un título muy oportuno para el año que llevamos «All These Words Will die before the morning», así como para animarnos.
Si con Medussa, la sensación era de estar en mitad del océano como un tronco a la deriva, sintiendo como las emociones pasaban alrededor tuyo, ahora con Mad Mule, no dejarías de moverte, temazos como “Me & You”, donde de repente ten encuentras al volante de un descapotable, atravesando la América profunda, con las melenas al viento, recordando lo que pudo ser. Un auténtico soplo de energía que te incitaba a mover los pies y agitar los brazos, aunque fuera sin movernos de la silla. Durante nuestra ruta, por su puesto, no podía faltar un momento para detenernos en un bar de carretera y ahogar nuestras penas con “Evil”. La voz de Aitor se aferra a tus emociones y no te suelta, las gotas que bajan por la botella de cerveza, se confunden con tus propias lágrimas, mientras los guitarrazos de la gente del escenario intentan consolarte. Aire blues de altos quilates, esperando que el sufrimiento no se eterno para llegar a la “Redemption”, otra pieza de altos quilates con alma de blues. En algún momento del viaje el alcohol hizo de las suyas, nublando nuestra consciencia y sucumbimos al sueño, para mirar al pasado, esta vez subiéndonos a lomos de una moto con el tema “Bad Feeling” de Soul Gestapo. En algún momento que a penas recordamos, cuando despertamos del breve sueño, aparecimos a una oscura habitación de mala muerte entre sudor y sudor como elefantes en celo “Musth”, con guitarras rugientes y una linea de bajo y batería muy contundente.
La ruta en carretera sería inolvidable a pesar de la dureza del camino de las emociones “Stone by Stone”, aunque luego te despertaras por la mañana y todo te diera vueltas preguntándote “How Your Day Begins”, un gran tema con un toque vitalista, que como otros de esa índole, me trae a la cabeza a Social Distortion.
Cuando piensas que todo mejoraría, la memoria vuelve a enseñar su patita, las emociones se vuelven a apoderar de ti, tu cabeza se recrea en aquellos momentos, esperas que tu también hayas dejado suficiente impronta en sus recuerdos “Remember Me”. Bonito medio tiempo.
Pasan los años, pero siempre aquellos momentos de juventud, consiguen sacarte una sonrisa “So Young”, tema muy presente en un EP de dos temas «Treasure / So Young» de 2017, que me gustó mucho, con ese espíritu de Social Distortion y sobre todo de Neil Young y los Crazy Horse, siempre presentes, junto a el genial logo, ese caballo loco atravesando tus sueños, tu alma joven siempre perdurará, cuando el rock está contigo. Otro gran tema que nos llevaría de viaje a la nada “Nothing‘”, nos mostró de nuevo, la gran capacidad vocal de Aitor, para transmitir emociones junto a la capa melódica, que me gustó mucho.
Aunque la melancolía se apodere de ti, cuando el rock de calidad hace su aparición, caminas por la noche como un sonámbulo siguiendo sus notas y ya nada te importa, “Sleepwaker”. Tema de profundo aire sureño, que te transporta por completo. Por último destacaría el tema que da nombre a la banda “Mule”, el punto de locura, lo ponen Aitor y cía a la perfección. Tema perfecto para terminar tu viaje para llegar a casa con una sonrisa, alzando el puño, recordando los grandes desarrollos de las guitarras y la potente línea de bajo y batería, que hacen un temazo absolutamente redondo. Otro de mis favoritos de la noche.
Llegaría así a su fin una jornada espectacular, con las emociones como protagonistas. Comenzando con Medussa, que puedo decir que no se haya dicho ya, ver un directo suyo sin duda es una de las experiencias musicales más grandes que puedes ver hoy en día, y mucho más, teniendo el privilegio de verlos en escenario grande, como sería esa noche en el Escenario Santander, teniendo en el recuerdo la última vez que les vi en ese lugar junto a Toundra en 2018. Sin duda Medussa, no han dejado de crecer, la calidad técnica es brutal y la verdad es que tocar después de ellos en un concierto es una labor más que titánica. En esa tesitura se encontró Aitor Ochoa y sus Mad Mule y vaya si lo consiguieron, con su sello personal intransferible, llenaron el escenario y nos hicieron disfrutar de lo lindo, transportándonos a su carretera de evasión, demostrando el porqué de tantos años en lo más alto.
A la fuerza ahorcan, que suele decirse, en muchas ocasiones nos obsesionamos con ver o desear lo de fuera, que nos traigan bandas grandes de tierras lejanas, viajar fuera para ver tal sitio, que también está muy bien, hay que abrir la mente y romper fronteras; pero todos esos anhelos al final no nos dejan ver lo que tenemos más cerca, que en la mayoría de los casos, no tiene nada que envidiar a lo de fuera e incluso tener mejor calidad. Este periodo de pandemia, de confinamientos en el que nos está tocando vivir, ha propiciado que ante la imposibilidad de traer cosas de fuera, nos fijemos por fin en lo más cercano a pesar de la multitud de trabas gubernamentales, los pocos conciertos que se están pudiendo programar, están recurriendo a las bandas locales, siendo una buena oportunidad para disfrutar de ellos, en lugares que hasta la fecha, parecía destinado sólo a las grandes estrellas mediáticas.
Dentro de esos oasis en el desierto, nos encontramos con las “Jornadas de la EScena”, promovidas por el Ayto de Santander y el Escenario Santander, pudiendo ver brillar con luz propia a bandas muy grandes, como esa jornada, con Medussa y Aitor Ochoa & Mad Mule, como así pudieron disfrutar todos los que llenaron la sala, con las limitaciones por todos conocidas, en asientos y manteniendo la distancia de seguridad, gel hidroalcóholico en el acceso, entrada gratuita pero mediante reserva en al web del Escenario para que fuera nominativa.
Y como en las semanas anteriores, que llevamos de las Jornadas, con un resultado impoluto, sin ningún tipo de problema, demostrando que si se puede. Os recordamos que esto no ha terminado, las “Jornadas La EScena”, seguirán programando conciertos todos los fines de semana hasta principios de Octubre, así que no lo dejes pasar.
Crónica: John Man.
Fotos: Sonia Toledano.
Vídeos: Óskar y Omar Sánchez.