(Life Of Brian, 1979) Es el tercer largometraje del grupo de comedia inglés Monty Python. Trata la historia de un judío que nace el mismo día que Jesucristo y ya de adulto es varias veces confundido con él. Con canciones clásicas de los Python como «Always Look On The Bright Side Of Life» (Mira siempre el lado positivo de la vida), cantada por un coro de crucificados, la película es, junto con Los caballeros de la mesa cuadrada, la más exitosa de Monty Python.
La vida de Brian fue un éxito de taquilla, ya que logró la cuarta mayor recaudación de cualquier película en el Reino Unido en 1979, y la más alta de cualquier película británica en los Estados Unidos ese mismo año. Ha recibido críticas muy positivas: es considerada como “la mejor película de comedia de todos los tiempos” por varias revistas especializadas y cadenas de televisión.
El protagonista, Brian Cohen, nace en el portal de un establo, a unos pasos del lugar de nacimiento de Jesús, lo que en un principio confunde a los tres Reyes Magos, que venían a alabar al “rey de los judíos”. Estos ofrecieron los tres regalos (oro, incienso y mirra) a la madre de Brian, Mandy; poco después de salir del portal de Belén, se dan cuenta de su error y regresan a quitárselo de las manos. Brian crece siendo un joven idealista que se resiste a la ocupación romana de Judea, incluso después de saber que su padre fue un centurión romano llamado Traviesus Maximus, que violó a la madre de Brian («¿Quieres decir que fuiste violada?», «Bueno, al principio, sí»). Mientras asiste al Sermón de la Montaña del verdadero Mesías, Brian se enamora locamente de una joven rebelde y atractiva, Judith. Su amor por ella y el odio hacia los romanos lo llevan a unirse al Frente Popular de Judea (FPJ), una de las muchas organizaciones partidistas y separatistas, que dedican la mayor parte de su tiempo a pelearse entre sí, en vez de acabar con la ocupación romana. El cínico líder del grupo, Reg, le da su primer encargo a Brian: debe garabatear una pintada en la pared del palacio del gobernador. Recién acabada, se encuentra con un centurión y dos guardias que se detienen y, tras observar el escrito e indignados por la defectuosa gramática latina de Brian (escribió «Romanes eunt domus», a lo que el centurión le dice que significa «los llamados romanos marchad la casa»), lo fuerza a escribir el mensaje corregido («Romani ite domum», o «Romanos, marchaos a casa») cien veces. Al amanecer, las paredes del palacio están cubiertas por las pintadas. Cuando se hace el cambio de guardia a la madrugada, los nuevos guardias intentan detener a Brian, pero se escapa con la ayuda de Judith.
Brian entonces acepta participar en un complot para secuestrar a la hija del gobernador, con el fin de extorsionarlo. Sin embargo, durante la misión se encuentran con el grupo «Frente Judaico Popular», una facción rival con el mismo objetivo de intención separatista y que también quiere capturar a la hija del gobernador. A pesar de los intentos de Brian, que les dice que deben trabajar juntos, las dos partes empiezan a pelear y el plan acaba siendo un fracaso. Esto deja a Brian de nuevo intentando huir, pero esta vez es capturado y citado a comparecer ante el gobernador Poncio Pilatos. Intenta escapar al castigo argumentando su ciudadanía romana, como hijo de un centurión llamado Traviesus Maximus, pero el capitán de la guardia se niega a creer la autenticidad de su nombre. Pilatos no entiende su duda, a la que el capitán afirma que ese nombre no existe, comparándolo con «Quasimeus» o «Pijus Magnificus». Los guardias caen en un ataque de risa después de que, furioso, Pilatos revela que uno de sus mejores amigos es un centurión de alto rango, de nombre Pijus Magnificus, quien tiene una esposa conocida como Incontinentia Summa, y Brian aprovecha la distracción para escapar.
Después de varios contratiempos, incluyendo un breve viaje al espacio en una nave extraterrestre tripulada que se estrella al pie de la misma torre de donde se cayó, la huida del fugitivo lo lleva a terminar en un atril de oradores, en una concentración de aspirantes a místicos y profetas que gustan de arengar a la multitud que pasea por una plaza. Obligado a hablar de algo plausible para camuflarse y mantener a los guardias alejados de su espalda, Brian balbucea pseudoverdades religiosas, y rápidamente atrae a un mayor número de personas que los demás, formando un público pequeño pero intrigado. Una vez que los guardias se han ido, Brian trata de poner fin a la farsa, pero se da cuenta de que con su “discurso” acababa de inspirar un movimiento religioso. Tras una larga —y no exenta de gracia— huida, el grupo crece cuando se encuentra con que más personas han empezado a seguirle, aclamándole como “el mesías”.
Incluso llegan a aparecer dos sectas distintas. El éxtasis se alcanza con el descubrimiento de un arbusto por parte del populacho, aclamado como un «milagro». Después de escabullirse de la multitud, que se ocupa de perseguir a un «hereje» —en realidad, un ermitaño que Brian involuntariamente ha molestado y que se enfada con él—, Brian se encuentra con Judith, y pasan la noche juntos en la casa de su madre. Por la mañana, Brian abre las cortinas para contemplar el paisaje, pero descubre una enorme masa de personas frente a la casa. Todos lo proclaman como el Mesías. Horrorizado, Brian intenta, impotente, cambiar sus pensamientos para que no lo consideren el salvador, pero sus palabras y acciones son inmediatamente tomadas como puntos de doctrina, dando lugar a divertidas situaciones.