Las Orejas del Lobo presentaron disco intermedio en Tantin el pasado Jueves. No pudimos asistir, pero el amigo Boli estuvo allí y nos da su personal opinión sobre todo lo acontecido en esa noche de lobos
No quiero entrar en lo del escaso público asistente porque me mosqueo… No quiero entrar en que, sin más explicaciones, los de Caja Cantabria de Tantín no nos dejaron entrar a la sala hasta pasadas las 9 de noche, cuando el concierto estaba anunciado a las 8,30. Radio Makuto se nos chivó de que había algún otro acto en el piso de arriba, y hasta que no terminara no dejaban ocupar la sala, ni siquiera a esperar sentados. Bien por la Caja, pero esto fueron más puntos a favor de la noche de lobos…
Una vez ubicados, detectamos un buen montaje. El escenario, repleto de aparatos y demás utensilios al efecto, pero con simetría. Tarimas y soportes bien tapaditos con telas negras. Todo bien colocadito. Puente de luces trasero a base de bañeras más seis robots que darían un juego extraordinario y alguna luz semi/frontal. Al entrar, nos dieron un folleto de Cocemfe Cantabria, a quien estos chavalotes destinan el 10% de las ventas del disco presentado, así como una cuartilla con reseña del grupo, fotos, repertorio del concierto, colaboradores, etc. Vamos, que todo en su sitio. Se denota el bagaje acumulado de años.
Y empezó el concierto con ‘Tiempo para la acción’, tema con el que suelen abrir últimamente sus directos. Y tanto canciones viejas como nuevas fueron ilustrando ‘una noche de lobos’ auténtica, porque suya, y nada más que suya, y a pesar de los pesares, fue la de ayer noche en Tantín. Evidentemente, hay temas para todos los gustos y colores. Unos pueden llegar más que otros, pero el hilo conductor es fuerte y sólido como para desviarse del camino trazado. Una puntualización. Cuando tiramos de repertorio propio (y lo digo por propia experiencia), parece que siempre tenemos la ‘debilidad’ de hacer alguna versión, como es el caso de ‘El lago’, del extinto grupo Triana. Sinceramente, no les hace falta recurrir a ello, si no hay otro motivo que darle ese toque comercial y de cierta motivación al asunto en cualquiera de sus sentidos. Repito, y es una opinión personal, no hace falta, e incluso me atrevería a decir que está fuera de lugar. Las Orejas del Lobo tienen, hoy por hoy, entidad suficiente como para desgranar un sobrado repertorio en cualquier concierto que se precie.
Al hilo de todo ello, sí les animaría a ‘explotar’ algunos estribillos que enganchan fácilmente. A jugar con el público y hacerles participar más. Ahí, el cantante debe esforzarse por transmitir más y mejor. Me resultó excesivamente escueto en las presentaciones, y más cuando estás presentando en sociedad un nuevo trabajo discográfico sobre el que puedes explayarte a tope, contar anécdotas, dimes y diretes, etc. Todo hubiérase dado por bueno en esta noche de lobos, donde eran los protagonistas al cien por cien.
Muy bien la combinación de temas a lo largo del show, con altibajos medidos hasta romper la pana y finalizar con ‘Toda una vida’, canción ya bandera del grupo que todos coreamos a rabiar. Y el apartado acústico muy acertado. Las colaboraciones, fenomenales, destacando el amigo Raúl Galván (Emboque) y Chema Rozada (A.I. Band) por su animosidad en la parte final del espectáculo. Sobre el número que se trajinó el Grupo de Danza Sexto Sentido, me reservo la opinión, pues no conseguí entender a qué venía realmente.
Sobre el sonido, sobresaliente para el amigo Helios (Kárabu), que lo borda. Un pero… Estaba en la fila 4 y me resultaba un poco oscura la relación bombo/bajo. El bombo era un trallazo total y absoluto, en detrimento del bajo, al que omnubiló en ciertos pasajes de bonita factura . Repito, quizás no estaba en el mejor sitio para ello. Por lo demás, fenomenal. El grupo sonó contundente, como un martillo pilón.
La luminotecnia y efectos, a cargo también de Kárabu (Javier), muy bien, muy bien. Le sacaron un buen partido al equipo allí instalado. Cuando tienes la sensación de que hay más de lo que realmente hay, es que el aprovechamiento de lo que hay raya el 100%, cuando no lo supera. Muy bien.
Y nos fuimos con una muy agradable sensación. Anchos y repletos de rock. Incluso extasiados. Creo que las ausencias ‘compensaron’ que nos tocara a más. Hay un dicho popular que dice ‘no hay mal que por bien no venga’, y en esta caso, la noche de lobos que vivimos abocó sin duda a una noche mágica de rock’n’roll auténtico. Los que no fueron se lo perdieron, y los que allí estuvimos lo vivimos, lo disfrutamos y lo recordaremos siempre. ¡Aúpa esas Orejas del Lobo…!. ¡Auuuuuuuuuuuuuuuuu…!.
Crónica por Aurelio Bolívar, fotos por Aitor Sunn.