REGALOS ENTRE OYENTES
Nuestros oyentes Juanjo y Ruth tenían entradas para ver a Leprous en Madrid y a última hora no pudieron asistir, así que decidieron cederlas para un sorteo en nuestra web. El afortunado devuelve la pelota con una crónica para Noche de Rock.
Hace relativamente poco tiempo que conozco a Leprous. Recuerdo que, en algún momento del año pasado, mientras hacía las labores cotidianas de mi casa y me ponía música en modo “random”, tirando de youtube como no, comenzó a sonar la canción “Slave”, de su directo en el Rockefeller Music Hall. No soy ningún experto en Metal, y menos si es Progresivo, pero sí que me considero una persona versada en buena música y buenas canciones, y debo reconocer que me quedé absolutamente alucinado con la música y con el directo de Leprous.
Desde entonces, me he convertido en fan absoluto de la banda. Para mí Leprous es un auténtico peso pesado del Rock contemporáneo, en cualquiera de sus estilos, para mí no cabe segregar estilos.
Así que cuando acudí al bolo de Leprous en Madrid este pasado jueves 9 de noviembre, podéis imaginaros que mis expectativas eran muy altas. Venían a presentar su último disco, Malina. Y, aunque sé que no es el disco más vitoreado de la banda, la verdad es que a mí me parece una discazo, lo mires por donde lo mires.
En cualquier caso, no nos engañemos, todos sabemos que muchas bandas de rock y metal, con producciones prodigiosas, llevan muy mal los directos. Un hecho más de consumado por los que asistimos a conciertos de manera regular. Así que, incluso con el subidón de ir a ver una de mis bandas favoritas, fui al concierto con la eterna duda de qué me encontraría.
El concierto fue en la Sala But, una discoteca bastante pija de Madrid, cosa que de primeras me mosqueó bastante. No me gustan las discotecas que se visten de sala de conciertos de 9 a 12 de la noche. No suelen tener lo que hay que tener en cuestión de sonido. Por no mencionar esas cervezas a 5 euros. El espíritu rockero requiere de zumo de cebada en abundancia y las salas pijas no suelen estirarse mucho en cuestión de bebidas a precios populares. Pero bueno, ahí fuimos.
El concierto de Leprous estuvo apoyado por más bandas (concretamente Astrosaur, Alithia y los teloneros oficiales Agent Fresco) y realmente comenzó por la tarde. Pero he de pedir disculpas porque al enterarme ese mismo día de que me habían tocado las entradas en el sorteo de Noche de Rock no me dio tiempo a organizarme para acudir a los conciertos de las tres primeras bandas. Sobre las 21:40h me planté en la sala y exactamente a esa hora empezó el bolo, con la sala abarrotada como no podía ser de otra forma y con una “intro” del violonchelista que Leprous ha incorporado a la formación para esta gira (hasta donde yo sé).
Mientras sonaba la intro de violonchelo, aproveché para darme una vuelta por el recinto y echar un ojo al hardware que traía Leprous consigo, ya que tal como llegué a la sala me percaté de que el grupo usaba su propio autobús para su gira, lo cual implica que pueden llevar mucho más equipo que una banda que viáje en avión. Y, tras un breve vistazo efectivamente comprobé que Leprous se trajo prácticamente todo el equipo necesario para el bolo. Instrumentos, mesas, luces, técnicos. Todo un despliegue de medios que ya auguraba un concierto de primer orden.
Cuando va terminando la intro de violonchelo, el resto de la formación entra en escena. Todo de negro y con una sobriedad absoluta, con luces de alto contraste en el fondo del escenario para resaltar aún más el negro de los miembros de Leprous, estos se acomodan y comienzan el concierto con “Bonneville”, tema con el que abren su último disco, que a mi forma de ver fue una auténtica apuesta por evadir una primera impresión resultona y fácil. Y lo digo porque no es una canción de corte típico incluso para el metal progresivo.
Y tal como comienza el concierto, empiezan las buenas sensaciones. Comenzando con la impresionante voz del cantante. Bastan unos segundos para entender que Einar Solberg se toma muy en serio su rol en Leprous. Afinación impecable, rango vocal sobradísimo, control absoluto de los registros de las canciones. También entendemos rápidamente lo que hace un equipo técnico de primer nivel, tanto a nivel de hardware como de personal, el sonido es sencillamente impresionante. Muy oscuro. Profundo y envolvente. Quizá no del gusto de todo el personal, que en Metal estamos muy acostumbrados a las tracas Valencianas, pero a mí me resultó espectacular, no solo por la calidad sino por la intencionalidad. Muy a juego con la estética general del grupo y las luces. Absolutamente oscuro.
“Bonneville” avanza imparable y llega al subidón final, con unos guitarrazos a la contra ultra pesados, el batería dando palos por doquier y con el grupo “mocheando” como si fuera el final de los tiempos, cosa que pensaba que no podía hacerse en esta canción por su carácter rítmico tan “deconstruido”. Pero resulta que estaba muy equivocado, sí que se podía, ya te digo.
Y tras esta apertura, Leprous siguió haciendo todo un despligue de buen hacer musical mientras nos iba lanzando temas uno detrás de otro de su último álbum Malina durante la primera parte del concierto, intercalados con algunos de “The Congregation”.
Llegados a la mitad del concierto, Leprous nos regala dos temas de subidón absoluto, “Iluminate”, que a mí personalmente me parece de lo mejor de su último disco, seguido unos segundos después de “The Flood”. Qué os voy a decir de esta última canción, una auténtica apisonadora. Y con todo el subidón del momento, casi todos los miembros del grupo abandonan el escenario y se queda Einar Solberg con el violonchelista para darnos una sorpresa y tocarse “The Last Milestone”. Totalmente inesperado, pero creo que fue un acierto total.
Y llegamos a la segunda parte del bolo, donde Leprous empieza a ahondar en su vertiente más “dura”. Empiezan a desfilar los temas más “brutitos” de la banda, que hace un tour por sus anteriores discos, abandonando Malina durante unos cuantos minutos. Mención especial a “The Valley”,que aunque no sea una de sus canciones bestias a priori, no sé cómo lo hicieron (bueno, en verdad sí, ejecución absolutamente maravillosa a la vez que violenta) porque cuando llegaron al interludio de la canción aquello bien podría ser una bomba nuclear recién aterrizada en Madrid. También callo la espléndida “Rewind”, con ese toque satánico al final y un doble bombo que seguro que hizo las delicias de los metaleros fanes de la velocidad y golpes por segundo.
Durante todo el concierto Leprous no defraudó en ningún momento. Todo temazos. Un setlist de infarto. Luces a tono con la propuesta. Un sonido apabullante. Solo deciros que el técnico de luces (lo tenía al lado) se sabía las cadencias de las canciones (ojo, que estamos hablando de Leprous) y el tío manejaba la mesa como si fuera un instrumento más. Con los pies separados y la postura desafiante de un señor del metal, este señor “mocheaba” en las canciones a la vez que acentuaba a golpe de estrobos los guitarrazos del grupo. A mano. Sin programaciones. Ahí es nada.
Y así llegamos al final del concierto, que por desgracia fue definitivo, ya que no sé por qué, el público no solicitó otra canción del grupo. Quizá sea mi incultura en el metal progresivo nórdico, pero me sorprendió mucho que el respetable no pidiera más canciones. Quizá fuera el cansancio de llevar todo el día escuchando bandas, o es que a lo mejor no se estira en este estilo. El caso es que el grupo se hizo la clásica foto con público y abandonó el escenario.
Mi veredicto final es muy simple, Leprous es una de las bandas de rock del momento sin duda alguna. En plena forma, sin trampa ni cartón, puro músculo y con una propuesta de alucine. A sus fuerzas impulsoras, la voz y la batería, no se les puede poner ningún “pero”.
Por cierto, incluso con las cervezas a 5 euros, me sorprendió mucho la sala But, a pesar de mis prejuicios, el lugar demostró estar a la altura de lo que se requiere en grandes conciertos.
Si no has visto Leprous en directo, no puedes perder la oportunidad las próxima vez que decidan visitarnos.
Crónica por Peter Bacán, fotos por Peter Bacán.