Siempre he considerado a Loreena McKennitt una de esas figuras grandes en la música, que estaba ahí desde antes de que yo tuviese uso de razón, no hablemos ya de un gusto musical definido. Tenía bastante claro que era igual de conocida para todo el mundo, sus diez álbumes de estudio, sus varias giras mundiales y sus diversos platinos parecen darme la razón, pero hace un par de semanas cuando empecé a contar a amigos y conocidos que tenía entradas para el concierto de San Sebastián comencé a encontrarme con más caras de duda de las que hubiese esperado. En NdR siempre hemos defendido el derecho a desconocer incluso lo más evidente, nadie nace aprendido, pero nos resulta curioso como una artista que fue un día parte de la cultura popular, parece estarse convirtiendo con el tiempo en una delicatessen para elitistas. No es que su música se haya vuelto más compleja o inaccesible, es sencillamente que la horquilla de estilos aptos para sonar en las radios, los bares y las fiestas, se ha reducido de manera dramática, y de tanto no escuchar, es normal que acabemos por olvidar.
Por si acaso, empecemos por el principio, poniendo un poco de contexto. Loreena es una cantante canadiense, toca el arpa, el piano y el acordeón, alcanzó el éxito a mediados de los años ochenta con su primer disco, más o menos a la par del debut de Enya y el de Dead Can Dance. Su música tiene una fuerte influencia celta, ya que su ascendencia es irlandesa y escocesa, pero además, se la puede encuadrar en la World Music, teniendo por ejemplo fuertes lazos con la música árabe. Aunque no incluye elementos electrónicos, la forma de producir los álbumes puede ser considerada también cercana al New Age, osea, pocos sobresaltos y nada de mezclas crudas que puedes encontrar en otras ramas del Folk. Estamos hablando de música muy elaborada, y sin embargo el resultado es muy Easy Listening, por tanto, agradable para todo el mundo, al menos lo era en la época en la que la gente, a nivel masivo, aun se interesaba por la música.
Loreena ha vivido, como tantos artistas de su generación un enorme cambio de paradigma. Viniendo de un mundo analógico, en el que si querías escuchar un disco tenías que comprarlo, se halla un poco sorprendida con la rapidez en la que todo evoluciona hacia una continua falta de atención, esfuerzo e incluso respeto, por parte del gran público hacia el arte. Creo que es consciente de que si su carrera comenzase hoy nunca llegaría a alcanzar los oídos de tanto público. Por lo que podemos entrever en diversas entrevistas, y lo que pudimos comprobar en Kursaal, su plan de defensa ante un mundo hostil, es contraatacar trabajando, y alimentando con música al nutrido grupo de seguidores que conserva en todo el mundo. Actualmente se encuentra embarcada en esta gira tan exhaustiva que la llevará desde Tesalónica hasta Lyon en veinticinco fechas, de las cuales siete han sido en nuestro país, con el que siente un enorme vínculo (Por ejemplo, tiene musicado un poema de San Juán de la Cruz, grabó en 2007 un impresionante directo en La Alhambra, y su último álbum se abre con un tema titulado Spanish Guitars and Night Plazas). Para el futuro inmediato prepara la edición de otro directo, en esta ocasión desde el Royal Albert Hall, con veinte cortes, siete de los cuales nunca han aparecido en ninguno de sus otros seis directos oficiales.
La banda de Mckennitt es muy sólida y el grueso lleva colaborando con ella durante décadas. A las guitarras y Buzuki está Brian Huges, que tiene también una extensa carrera en solitario como guitarrista de Jazz, al Chelo y flauta Caroline Lavelle, que también cuenta con tres discos en solitario y ha colaborado con gente tan diversa como Muse, Radiohead, Tarja o Massive Attack, por ejemplo. Hugh Marsh el violinista, ha publicado cinco discos en solitario y colaborado en bandas sonoras con Hans Zimmer o Harry Gregson Williams, por no mencionar que ha incluido su violín en muchísimos discos de otros tantos músicos entre los que podemos destacar a Peter Murphy, Alaanah Myles, los Barenaked Ladies o los Stooges. Dudley Phillips bajista y contrabajista ha hecho carrera en el Jazz y también como músico de sesión de Mark Knopler o Amy Winehouse, por citar a dos que puede que os sorprendan. Robert Brian, el batería es otro buen sesionero y ha estado implicado con Simple Minds, Laura Pausini o David Rhodes entre muchos más. Como veis, ninguno de ellos es manco, y como digo, no sólo buenos profesionales por separado, sin muy bien conjuntados y cohesionados. En parte de la gira también la está acompañando Ana Alcaide, la Nickelharpista Toledana de adopción de la que hemos hablado por aquí tantas veces que supongo no necesite ahora ahondar en nuestro declarado amor por su música. En San Sebastián nos quedamos con las ganas.
El concierto de Kursaal fue perfecto hasta asustar. De hecho, si tuviese que ponerle un pero sólo podría ser ese, que estuvo tan bien ejecutado, y con una mezcla tan pasmosamente correcta que rozaba la irrealidad, estábamos en la primera fila y a veces parecía de mentira. Cómo era de esperar el setlist tuvo espacio no sólo para repasar buena parte de su última obra, Lost Souls, si no a recuperar material de todo su repertorio, “The Bony Swans”, “Santiago”, “The Lady of Shallot”, “Tango to Evora”… en fin, una larga colección de temas clásicos incluyendo dos bises hasta alcanzar las dos horas de duración.
Es una pena que el gran público se haya alejado tanto de la música, pero al menos queda el consuelo de ver un teatro como Kursaal absolutamente abarrotado de gente en comunión rompiéndose las manos a aplaudir cada vez que terminaba un tema. La música de Loreena invita a viajar, a deleitarse con la belleza, a conocer el mundo, a investigar en nuestras raíces, a respetar el mundo en el que vivimos, conectando con la naturaleza y los otros seres humanos, y la historia de nuestra civilización, camina inevitablemente y por desgracia, en dirección contraria. No es extraño, por tanto que permanezca alejada de los grandes círculos comerciales y a la vez consiga que otros cuantos recorramos tantos kilómetros para poder pasar un rato en su compañía.