Un año después de la muerte de Vincent van Gogh, el cartero Roulin le pide a su hijo Armand que entregue personalmente la última carta de Van Gogh a su hermano, Theo, después de que sus intentos previos de enviársela hubieran fallado. A pesar de no haber apreciado a Van Gogh y recordar el incidente cuando el fallecido se mutiló su oreja y se la dio a una prostituta, Armand acepta con disgusto debido al afecto de su padre por el pintor. El cartero Roulin reconoce la enfermedad mental de Van Gogh y culpa a los otros ciudadanos por condenarlo al ostracismo y expulsarlo. También expresa desconcierto acerca de la causa de la muerte de Van Gogh porque, seis semanas antes de morir, Van Gogh le envió al cartero una carta en la que describía su estado de ánimo como calmado y normal. (…)