Madrid is the Dark cumple siete años, casi los mismos que mi primer hijo. Es un dato significativo para nosotros, porque a pesar de que le tenemos echado el ojo a todos y cada uno de los carteles desde su edición primera, nunca se habían dado las circunstancias como para poder hacer coincidir una escapada de dos días con las fechas del festival, y eso que han pasado por él bandas tan interesantes como Sólstafir, Draconian, Antimatter, Trypticon, Tiamat, Enslaved, Katatonia y un largo etcétera de grandes nombres y bandas no tan conocidas pero igualmente interesantes.
Así que este año decidimos comprar primero compramos las entradas y luego pensar en cómo arreglarlo para estar allí. Fin de semana complicado en Madrid, por cierto; Cumbre del Clima, Puente de la Constitución, tráfico hasta las trancas, y un poco por los pelos pero llegamos a la hora justa para comer algo rápido y entrar a la sala para no perdernos a Obsidian Kingdom como nos pasó en el Be Prog.
No conocíamos la But. Parece acogedora, en Google pone que caben mil personas, a ojo diría que algo menos, pero puede ser por la distribución, muy parecida a nuestro difunto Royal Palace. De cualquier forma muy cómoda y espaciosa pese al doble Sold Out. Algunos asientos para descansar un poco entre bolos, buena visibilidad desde todos los puntos y nada de agobio. Eso sí, tres euros el botellín de agua, cinco la cerveza y ocho el combinado, así que hubo quién coló algún repuesto para hidratarse y no acabar en en la beneficencia u optó por salir a consumir fuera perdiéndose algún trozo de alguna banda. Otro defecto / ventaja es que es subterránea, así que Internet iba como el culo y no pudimos mandar ninguna foto en directo, casi mejor, más centrado todo el mundo en lo que teníamos delante y menos en el virtual.
Obsidian Kingdom salieron como toros. Es la tercera vez que les veo en directo, mi favorita siempre será la primera, con la presentación de Mantiis en Bilbao donde dieron un bolo impecable, pero lo del MITD fue muy impresionante desde el segundo uno. Sólo tenían cuarenta minutos sobre las tablas y estaban dispuestos a convencer a todo el mundo de que ser la única banda de este lado de los pirineos no les iba a dejar por debajo de nadie. Sonaron como titanes, y la mezcla de temas de sus álbumes junto a las proyecciones sigue tan consecuente como si todo formase parte de un conceptual.
Acaban de terminar de grabar su nuevo disco, pero tendremos que esperar hasta finales de 2020 para poderlo escuchar, momento que la compañía ha estimado oportuno para poder presentarlo en los festis europeos en los que estamos convencidos de que harán un enorme papel.
Nos dimos cuenta de que Irene Talló ya no está en la banda, y fue sustituida de manera temporal, aunque al parecer Obsidian Kingdom aun no tiene a nadie definitivo en ese puesto.
Hamferð fueron para mi la clara sorpresa del festival. Había hecho un esfuerzo considerable los meses antes para escuchar a las bandas que sólo conocía de oídas o incluso ni eso. Cómo hemos contado tantas veces en el programa es complicado, con tanta música sobre la mesa, cogerle afecto a los discos y las bandas, y estos habían sido unos de los que había escuchado muy poco, y no me había dado tiempo a entenderles del todo. Son de las islas Feroe y llevan el doom y la desolación tatuados en el alma, tienen una propuesta escénica digna de un sepelio, y han hecho eventos tan atractivos y originales como grabar un videoclip durante un eclipse solar.
Tienen dos discos largos y dos EP’s entre 2010 y 2019. Han debido sufrir algún cambio en la formación, o algún problema en coordinar horarios ya que poco antes habían anunciado que vendría su antiguo bajista acompañándoles. Recientemente han estado en Wacken, no son una banda que esté todo el día en la carretera y creo que aun tienen margen para crecer en directo, pero la idea que hay detrás, la fuerza de la banda en escena y sobre todo la potente voz de su vocalista, capaz de pasar de registros melódicos e incluso operísticos a guturales muy profundos sin que se le deshaga el nudo de la corbata nos dejó muy impactados. Entramos con curiosidad y salimos siendo fans.
En teoría era el momento de ver a Saor, pero tal y como estaba anunciado en diversos carteles a la entrada del concierto se había cancelado debido a la huelga de controladores aéreos. Algunos fans estaban decepcionados, pero en general la gente supo asumir de buen grado el esfuerzo de la organización y el resto de las bandas para alargar sus repertorios y que el hueco se notase lo menos posible.
Daylight Dies son un clásico de finales de los noventa, su último disco de estudio es A Frail Becoming del 2012, y después de publicarlo se separaron sin presentarlo en directo. Alguien del público comentaba que ni siquiera viven todos en la misma ciudad ahora. De hecho, según leemos en su Facebook, este fue su concierto de regreso y la primera vez que tocaban canciones de este álbum en directo. Cualquiera lo diría, porque se les vio en plena forma. El festival ha hecho un buen trabajo combinando distintos estilos dentro de la horquilla oscura, y en comparación con Hamferð esto fue una inyección de adrenalina en el corazón.
Uno de los conciertos más esperados para mi era el de Borknagar. Su historia con Øystein G. Brun, Vintersorg, Vortex y todo el largo etcétera, es la de una superbanda por la que han pasado miembros de Ulver, Dimmu Borgir, Enslaved, Arcturus… La Crème de la puta crème vaya. No traían nada de Merchandising, y por su actitud en directo tienen pinta de ser de los que se juntan para los bolos y ya, pero da exactamente igual, porque son tan jodidamente buenos, que se pasan el repertorio por debajo de la pata. Con lo intensa que es su música sorprende su presencia cercana e incluso campechana. La voz de Vortex más allá del límite y riéndose sin complejos de los momentos en los que lo cruzaba, Lars perfecto y ejerciendo de segundo frontman. Borknagar son el punto en el que la escena del Metal épico y oscuro se cruza con el rock progresivo clásico, y por tanto uno de los talentos más interesntes de las últimas décadas, aunque el público mainstream siga ciego ante ellos, llorando por las esquinas de los macroconciertos de Metallica.
En cuanto a Alcest tengo que reconocer que iba con mis dudas. Les conocí con Souvenirs d’un autre monde en 2007, de pura casualidad y gracias a la publicidad en una revista portuguesa. Me parecieron muy originales y me engancharon, de hecho, me parecen uno de los grupos más importantes de esta década que termina, a nivel de influencia sobre otras bandas. Sin embargo, según han ido sacando discos, el factor sorpresa se ha ido diluyendo para mi y aunque les tengo todo el respeto han bajado algún escalón en mi panteón de favoritos.
Con todo ello presente os diré que dieron un concierto muy impecable, casi mágico, Neige transmite a la perfección su papel de ángel atormentado, sin necesidad de utilizar ningún artificio, sólo su conmovedora voz y esa atmósfera envolvente y cristalina que crean como nadie. La dinámica del set, tiró hacia su parte más BlackGaze, y aunque fue intimista, tampoco faltaron momentos de mucha energía.
El papel del técnico de luces fue muy destacable en este concierto, no se si traían uno propio o es que al que había le gustaba mucho la banda, pero estuvieron acompañando cada momento de manera perfecta, mientras que en muchos de los otros bolos parecían mucho más aleatorias.
Como muchos festivales de sala Madrid is the Dark tiene un handicap; tocan seis bandas por día. Eso significa que en un fin de semana te vas a ver doce (once) conciertos, o morir en el intento. El lado positivo es que te encuentras con una parte del cartel menos evidente y más arriesgada, nombres que no conoces y te llevas para casa. El negativo es que es una paliza: Desayunar tarde, comer algo, meterte en la sala durante ocho horas, cena y a dormir para repetir al día siguiente. Salir a tomar unas copas post concierto es un puto acto de valentía. El doom no es mucho de bailar y las lumbares dicen que fueron demasiadas horas quietos. Hay gente que se lo toma más relajado y se salta a algunas bandas, pero a nosotros nos gusta intentar verlo todo, así que si fuese alguna menos por día comprábamos el abono de igual manera.
Darkher el nombre en el cartel que más curiosidad me causaba de todo el fin de semana. La hemos descubierto gracias al festival y hemos pasado los meses previos muy enganchados a su par de lanzamientos.
Su música es un contraste entre su voz emotiva, junto a guitarras acústicas y distorsionadas que se complementan extrañamente a una batería tan enérgica como musical. No les hace falta más para crear un ambiente de trance chamánico. Ni siquiera un problema con un cable que no paró de chicharrear durante todo su bolo consiguió romper el hechizo y la fragilidad del momento. ¡Gracias Madrid is the Dark! Este nombre nos lo apuntamos a rojo.
De Disillusion diré lo que he dicho tantas veces en la radio desde que Palacios les pinchó por primera vez allá por 2004 “Me vuelven loco”. Con todo lo ambiguo que puede tener la frase. Tras diez años de hiato, no sabíamos en que grado de forma les íbamos a encontrar, pero su concierto fue de alto nivel, me crucé al Vurtox al día siguiente caminando por Madrid y tuve oportunidad de felicitarle en persona. Técnicamente muy buenos y, aunque tardaron un tema y medio en entrar en ambiente del todo, también muy cómodos sobre el escenario. Sin embargo, en el otro plato de la balanza está el hecho de que su música es compleja hasta para los que escuchamos habitualmente progresivo. Hay momentos con muchos mensajes simultáneamente en las canciones, y estructuras que avanzan sin mirar atrás. Disillusion son un reto y necesitan calma y atención, sino es probable que acabes muy perdido en sus canciones.
Esoteric son unos de los pioneros del Funeral Doom, en activo desde principios de los noventa, y con siete álbumes de estudio, el último de los cuales “A Pyrric Existence” acaba de ser editado. Son densos como un cocido a media tarde, no dejan un puñetero respiro, y aunque hay melodía todo es tan jodidamente lento que a parte del público se le hicieron un poco cuesta arriba. Por decirlo de alguna forma, son para un público minoritario, incluso en un festi que ya de por sí es minoritario. A mi me parece un lujo que estuviesen en el festival, por lo que significan, pero de igual manera, tengo que reconocer que les hubiese disfrutado mucho más en otro momento en el que no llevase encima otros ocho conciertos en las últimas veinticuatro horas.
Así que In the Woods, por contraste fueron un concierto tremendamente refrescante. Para mi, la típica banda que conoces hace mil años, y nunca les has prestado la atención debida. Su mezcla de death doom, con algunos toques más introspectivos y otros más blackers, funcionó a la perfección. Curioso, que con lo deprimentes que son sus letras fuesen los que nos animasen el día. Resolvieron el concierto con naturalidad, sin poses ni trucos, sólo una banda tirándote temazo tras temazo a la cara.
Hubo bandas que me gustaron mucho en este fin de semana, y otras que simplemente estuvieron bien. Sólo una me dejó al borde de las lágrimas, y esa fue The Gathering. El otro día en la radio hablando con Steve Morse sobre Flying Colors y Deep Purple, reflexionaba sobre cómo una canción se convierte en otra cosa cuando forma parte de los recuerdos de tu vida.
The Gathering llevan en la mía más de un cuarto de siglo y cada una de las canciones que tocaron la llevo tatuada, forman parte de mi espina dorsal.
El día que Anneke dejó la banda, como tanta otra gente, di por hecho que habían terminado. Cuando tres años después publicaron The West Pole sentí una gran alegría, al comprobar que seguían ahí. Después Disclosure y Afterwords pasaron bastante desapercibidos para la prensa especializada y para gran parte de sus seguidores, que sin embargo seguían con interés la evolución de Anneke al margen de la banda. Nunca lo entendí. Anneke canta como nadie, la aportación a su etapa en The Gathering es indiscutible, pero eso no significa que The Gathering no existan sin ella.
Parece que la banda, tras una pequeña gira de reunión con su primer cantante Bart optó definitivamente por una línea continuista y no soy yo para juzgar si eso es lo correcto o no. Tal vez si hubiesen escogido una cantante más distinta (cómo por ejemplo hicieron Nightwish) las cosas hubiesen sido diferentes, pero eligieron a Silje Wergeland, que sólo tiene un punto en su contra, ha heredado el testigo y es la mejor sustituta posible, pero no es Anneke. Francamente creo que si la banda sigue grabando discos y vuelve a retomar la actividad de manera continua todo el mundo acabará por aceptarlo, al igual que está pasando con Alice in Chains, por ejemplo.
Todo esto sirva como preámbulo; THE GATHERING en MAYUSCULAS, están ahí. Toda la banda está ahí, haciendo música tan increible como siempre, Silje actúa de manera impecable, borda las canciones, es cercana y sorprende con su humildad al referirse al aniversario de la banda en tercera persona. Cerraban gira y tal vez fue por eso, o tal vez simplemente porque siguen vivos y podrían estar desaparecidos, pero no recuerdo aplausos tan prolongados ni emociones tan a flor de piel en mucho tiempo.
Como anécdota hay que decir que la huelga de controladores también les afectó a ellos y llegaron a la sala por los pelos. Hubiese sido un terrible disgusto.
Paradise Lost fue casi una descarga emocional tras el bolo de los holandeses. Me flipan en sus discos de estudio desde los noventa y curiosamente en directo me transmiten una energía más rockera que depresiva. Coreamos todos los temas de un gran repertorio, Nick tuvo un día razonablemente bueno con su voz, que siempre pierde un poco de intensidad en vivo, Mackintosh bordándolo en su esquinuca sin meterse con nadie, y Steve y Adrian tan sólidos que incluso salieron del paso sin inmutarse ante los fallos en el equipo de Aaron Aedy, quién por cierto se los tomó con una simpatía y humor dignos de mención. Tras el descanso de saber que por fin todo ha terminado y has pasado un fin de semana impresionante comentábamos con gente de manera aleatoria y coincidíamos en que Paradise Lost no tienen discos malos, tal vez un par de ellos regulares, pero hasta ahí, así que sus conciertos no pueden ser más que una celebración de su carrera. Con 18 años ya estaban escribiendo sobre la fugacidad de la vida, y ahora, tres décadas después miramos juntos hacia atrás contentos de no haber muerto todavía.
A la mañana siguiente rematamos el fin de semana viendo la exposición de los Brueghel en el Palacio de Gaviria, y marchamos de vuelta tras una cerveza junto a Helevorn, para justo después cruzarnos con Reality Check y poner punto y final con una copiosa comida con nuestros amigos de Dardem. Parece que Madrid estaba a tope de gente conocida, y especialmente medio Asubiadero andaba por la capi, porque desde el concierto de Alter Bridge Juanma y Álex nos mandaron fotos junto a Mind Driller y al parecer los extintos Deidre también andaban por allí.
En fin, sólo queda felicitar a la organización por la puntualidad y el buen hacer. Es cierto que, cómo dijimos, son muchas horas y se hace intenso. Tener que hacer los checks entre banda y banda le resta algo de magia, pero en contrapunto da la oportunidad de ver a los músicos trabajando, fuera de su piel de escenario y con una actitud más cotidiana. Han sido muchos años muriéndonos de envidia al ver el cartel del festival y por fin hemos podido acudir, esperamos pueda ser el primero de muchos para nosotros.