El “Bat out of hell” de 1977 por lo visto no es el debut de Meat Loaf como artista discográfico (tiene una colaboración de 1971) pero sí que significó su lanzamiento a la fama, y esta vez tampoco fue solo, sino que contó con la inestimable ayuda de Jim Steinman. Y aunque su nombre solo aparezca en pequeñito en la parte inferior de la portada, las canciones son suyas y en general todo el concepto musical que hace que este disco diste mucho de ser un álbum de rock convencional. A Steinman le conocemos de superhits como el “Total eclipse of the heart”, que es un poco posterior, cuando debía de estar harto de aguantar los tours con Meat. Porque han tenido sus más y sus menos a lo largo de sus trayectorias, y está claro que los momentos más productivos han sido cuando han estado juntos, continuando por ejemplo este disco para convertirlo en una trilogía, mientras que hay otros momentos más dudosos como uno de los últimos discos de Meat en el que juega con el hip hop (“Hell in a handbascket” de 2011).
El concepto musical que hay detrás de este álbum viene del mundo del musical, que a su vez no deja de ser una evolución de la ópera…y es inevitable hacer la comparación entre nuestro rollizo Meat desgañitándose y agitándose sobre el escenario (en sus tiempos mozos) y la típica soprano teutona recogiendo las almas de los héroes caídos en combate. Pero esta música no se corresponde a escenas mitológicas ni épicas, sino que está ambientada en el mundo adolescente americano, con tipos duros en motocicletas y sexo en el coche. En este sentido se hace mucha referencia a los parecidos con las canciones de Bruce Springsteen, que ya lo estaba petando en USA por aquel entonces. Además de por el sonido en sí que vendría del concepto de “muro de sonido” de Phil Spector (con discos como el “End of the century” de los Ramones).
Es un disco que, en palabras del propio Meat, o lo odias o directamente lo veneras, así que no podré ser muy objetivo. Sus canciones se caracterizan por unos títulos grandilocuentes, acorde con la música que esconden. Y que incluso desde el propio título tienen ese toque de humor: para entender “Dos de tres no está mal” (el tema que lanzaron de single) basta escuchar la letra y ver que se refiere a que te tienes que conformar si en realidad no te quiero, nena. Aquí mete además el tipo de referencia que conocen ellos y ya, “There ain’t no Coup de Ville hiding at the bottom of a Cracker Jack box”…que no voy a intentar traducir, pero que vendría a ser “no te ha tocado el sueldo de Nescafé”. Este es un humor también un poco patético (del pathos, no me estoy metiendo con Meat, dios me libre) porque constantemente lidia con los plantes y desamores.
Antes de pasar a pormenorizar las canciones, hay que hablar un poco de la portada, porque este es el tipo de disco que escuchas aunque no tengas ni puta idea de qué música es solo por lo chula que es la portada. El concepto de la misma es del propio Steinman y la hizo Richard Corben, que estuvo detrás de la película de dibujos “Heavy metal”…que también habrá que ver porque tiene muy buena música. La portada es fácil de explicar: contra un cielo rojo sangre vemos un cementerio lleno de lápidas y arbolitos requemaos, y vemos un mausoleo con forma de murciélago del que sale disparado hacia el cielo un motorista melenudo y musculoso. Solo con eso ya quedas cautivado, pero es que además la música es igual o mejor.
Abre el disco el tema que le da nombre, “Bat out of hell”, un tema potente y epico, de estructura compleja. Tras una intro intensa nos quedamos solo con el piano y la voz. Este tema es la mejor presentación que podían haber escogido, porque es mastodóntico y a la vez dulce en las líneas de voz. Aunque la temática no sea lo que se podía esperar: es una atípica “car crash song”, pero en vez de coche con moto, que en realidad es una guitarra la que hace el efecto y queda de cine. El tema no hace más que morir para luego renacer de sus cenizas, con potentes crescendos que le dan un dramatismo importante.
El segundo tema tiene una de las mejores intros no musicales que yo conozca. E introduce otra característica de la música que se desarrollará más adelante, que es el dueto. La voz femenina aparece por todo lo ancho del disco en forma de coros, y cuando es necesario cobra su merecido protagonismo. Pero en “You took the words right out of my mouth (Hot summer night)” no ocurre eso todavía. Aquí se bajan las revoluciones de la moto y la estructura es menos enrevesada. El estribillo está al medio y al final, dejando un patrón rítmico idóneo para que la plebe aplauda en los conciertos y que es muy identificable pese a su sencillez.
Continuamos con “Heaven can wait”, en la que aparcamos del todo la moto y nos ponemos sensibleros. Aquí solo participan la voz y coro, el piano y los arreglos de cuerdas. Es un canto a la vida, en realidad como cualquier otro tema que se titule así o parecido, pero con una perspectiva musicalmente muy embellecedora, si se me permite el palabro.
Para cerrar la primera cara tenemos quizás mi tema preferido del disco, “All revved up with no place to go”. Es una canción animosa con ritmo típico rocanrolero y la inestimable participación del saxofón. La batería parece que no vaya a parar de hacer lo mismo por toda la canción, pero llegado el momento cumbre cambia: el ritmo se revoluciona como dice el título de la canción y nos deja un final menea-caderas total.
Ahora toca la ya mencionada “Two out of three ain’t bad”, en la que vuelve a hacerse latente que la música para ser contundente no necesita kilos y kilos de distorsión. Aquí tenemos el acompañamiento de la batería, con kilos de reverb eso sí. El caso es que quien dice lo de “te quiero, te necesito, pero no te amo” sería ella, pero los coros que lo remarcan son completamente masculinos, con el guitarrista y productor del disco Todd Rundgren y el cantante Rory Dodd. Así se remarca ese patetismo del tío al que dejan planchado con esas palabras, y no hace falta que las diga ninguna mujer.
Pasamos al archiconocido “Paradise by the dashboard light”, donde ya tenemos todos los elementos necesarios. Aquí se culmina el concepto de “rock de musical” al contar con el featuring a las voces de Ellen Foley (que no es la que salió luego en el vídeo ni en la gira). También tenemos los maravillosos coros que igual sirven para retrotraernos al bajo Mississippi como para hacer un épico crescendo. Y por supuesto la escena de beisbol simbolizando el acto sexual narrada por Phil Rizzuto, el speaker de los New York Yankees. Pero la acción no concluye ahí, ella reclama una declaración de amor y él que le deje dormir tranquilo…al final accede y acaban los dos cantando que están rezando por que llegue el final de los tiempos para que no tengan que aguantarse más. Delicioso.
Para cerrar tenemos otra macrolucora que en este caso involucra a Roy Bittan al piano solista y a una orquesta al completo, “For crying out loud”. Parece que vaya a ser una conclusión sencilla para el disco los dos primeros minutos, pero la cosa se retuerce otra vez con un tema que parece nunca acabar. Quizás sea el punto flaco del disco, si es que se puede sacar punta a algo.
Así que retomando la tradición de mis crónicas/reseñas, le pondré una valoración global de 9’8 clasimateitos.
Mateo Domingo Merino