Cuando durante la prueba de sonido ves al encargado del local explicar a los camareros que mientras dure el concierto no pueden pasar con bandejas por delante de los músicos, sabes que ahí hay respeto. Es sólo un detalle, pero es un detalle que lo cambia todo. El mundo de la animación siempre es un poco hostil, a medio camino entre los que amamos la música y los que pasaban por allí para tomarse una cerveza o cenar. Todo ello se complica aun más en las noches de partido, pero El Castillo de los Locos ha sabido diferenciar espacios, y aprovechar su espectacular terrraza con vistas al Cantábrico para conseguir un ambiente propicio. Mehnai, una vez más, puso al público en silencio; por mi parte, no he conseguido nunca terminar un concierto suyo sin que se me salten las lágrimas.
Algún día os contaré la historia de cuando mi tía intentó comprar este castillo estando aun en plena decadencia. El problema, claro, era el precio de la reforma. Desde aquel día en el que siendo muy pequeño paseamos entre las ruinas siempre ha capturado mi imaginación. Si nunca habéis pasado una noche allí y os habéis levantado mirando el amanecer desde sus ventanas es un lujo que os urjo a permitiros. A veces buscamos lejos, y no nos damos cuenta de que lo mejor lo tenemos aquí.
Con estos ingredientes sobre la mesa, no fue difícil alcanzar momentos sublimes. Carmen y Mario entienden el formato y juegan a las concesiones, dedicando parte del repertorio a las versiones, aunque muchas de ellas llevan tanto tiempo en el repertorio de Mehnai que las tomamos como suyas.
Vemos desfilar a algunas de sus musas e inspiraciones, Dolores O’Riordan, Sinéad O’Connor, Jevetta Steele, Dolly Parton e incluso Nena Daconte o Jeannette, poniéndoselo más fácil a quienes lo prefieren en español. Os diré que a esta última también la llevo tatuada desde antes de tener recuerdos propios, porque mi hermano se pasó los ochenta enamorado de ella y en el 850 siempre íbamos vuelta y vuelta con sus grandes éxitos. Me permití sugerirle a Carmen optar otro día por Frente a Frente, que es puro drama del que a ella le gusta.
Entre unas y otras, casi una decena de las suyas, incluyendo un tema nuevo dedicado a la adolescencia de su hija Olivia. Los tres discos de Mehnai son tres obras maestras como tres copas de tres pinos. Casi me enfada que la gente no salga corriendo billete en mano a quitárseles de las manos cuando termina la última canción. Supongo que es el signo de los tiempos y el monopolio de Spotify, pero desde mi punto de vista todo el mundo debería guardar una copia física en su casa, por si algún día internet se rompe para siempre, poder tener a salvo el legado.