Justo antes de que Carmen empezase con el tratamiento para combatir el cáncer la invité a venir a un concierto que organicé en beneficio de los chavales del colegio en el que trabajo. Al padre de uno de ellos se le ocurrió tocar con su banda y poner una barra para recaudar dinero, los niños me pidieron que tocase también con la mia y al final la cosa se fue liando y acabó en un festival en el que también participaron desinteresadamente Lunática y Granada Goblin. Recuerdo que sin pensarlo mucho me acerqué a ella y le propuse subirse a cantar unas canciones e inmediatamente me dijo que no, que no podía. Supongo que en ese momento tendría un nudo en la garganta que a duras penas le dejaría hablar. Creo que pasaron unos cinco minutos antes de que viniese a mi lado y me dijese con determinación que sí, que sí se subía, que si le conseguía una guitarra cantaba lo que hiciese falta, y de ahí salió entre otras cosas la apabullante y desgarrada versión de The Bible de la que he hablado tantas veces. Se bajó del escenario y me dio las gracias por empujarla. Creo que en ese punto empecé a comprender qué tipo de mujer es Carmen. Mehnai venció al Dragón, pero también pudo no haberlo hecho, y aquella vez pudo haber sido la última. Me acuerdo de ello cada vez que me tiemblan las manos o me falta determinación, sólo se puede ser valiente si se tiene miedo.
Toda la entrada del teatro esperaba ya con luces rojas, presagiando algo muy grande, con el puesto de merchandising echando llamas y la impresionante fotografía de Maichak Tamanaco proyectada sobre el escenario, Carmen tenía tanto miedo a enseñarla que al final acabó haciéndola gigante. ¿Entendéis a lo que me refiero?. Tras una pequeña intro que nos recordaba de nuevo que somos polvo de estrella y nuestro tiempo, nuestro espacio y nuestro papel en el cosmos es minúsculo, el telón cayó para mostrar a una Mehnai encapuchada como Sarah Patterson en En Compañía de Lobos, mientras nos daba la primera estocada a base de un Run Horse Run con algunos colchones de voces que ponían los pelos de punta. Pronto la capucha cayó al suelo y descubrimos que esta Caperucita no es inocente y esconde una armadura de escamas de dragón. La nueva banda (Rodri Irizabal, Mario de Inocencio, Carlos Gutierrez) es capaz de una versatilidad pasmosa y nos ofreció una montaña rusa de intensidades y dinámicas, con puntos muy rockeros en los que a Mario no podía disimular que sigue siendo grunge, hasta frágiles duetos en los que sacaron buen partido al contraste entre voces femeninas y masculinas. El repertorio de Trust Freebird quedó un poco apartado, (Carmén explicó que la instrumentación es un poco distinta y se han encontrado más a gusto con otros temas para hacer este repertorio) pero a cambio recuperaron más temas del Grab it While It is Hot, como la sensual y sinuosa I Need It que se convirtió anoche en uno de mis momentos favoritos de bolo, junto con el guiño al guiño al Firework de Katy Perry (llevamos fuego dentro!) y el ya consabido Red, en el que pudimos ver teléfonos en alto haciendo de antorcha, como si estuviesemos en un concierto de Lady Gaga.
Creo que no se puede hacer mejor resumen que el lienzo que Yeyo pintó en directo mientras Mehnai cantaba. El pájaro libre venció al dragón. Red Dragon es una resurrección, es el día siguiente del rito de paso, y su presentación fue algún tipo de ceremonia mística, el momento final de un parto que nos ha traído de vuelta a esta Mehnai aun más fuerte de lo que se fue. Se que seguramente a duras penas alcanzaba a ver el clavijero de su guitarra rota, pero no le tembló la voz cuando tuvo que alzarla. Vinimos a por magia y eso nos llevamos.