Una vez le escuché decir a Anguita que había dos tipos de ayuntamientos, en lo que a gestión del presupuesto cultural se refiere. Los que traían a Monserrat Caballé a dar el pregón de fiestas, y los que se gastaban ese dinero en crear una fonoteca municipal en la que todos los vecinos pudiesen tomar prestados discos de ópera en cualquier momento del año. Fuegos de artificio o trabajo de fondo, transformar la sociedad a través de la cultura.
En muchos ayuntamientos la concejalía de cultura le toca a alguien al que en tu vida has visto en un concierto, y así es dificil entenderse. En otros, como es el caso, ese presupuesto se gestiona de manera sensible al entorno cercano. Sacando el valor de cada persona cercana, haciendo que las plazas públicas sean lugares de reunión, creando lazos entre quienes eran sólo cohabitantes de un espacio y ahora son vecinos.
Nunca podremos estar lo suficientemente agradecidos por lo vivido. Si se la riega convenientemente esta semilla se transformará en un arbol robusto, y las palabras Miengo y Cultura formarán un binomio para siempre irrompible.