¿Cuál ha sido el disco que más ha influido en el devenir del post rock? Sin entrar en grandes profundidades creo que la cosa queda bastante ajustada entre “Young Team” de Mogwai y “Lift Your Skinny Fists Like Antennas to Heaven” de Godspeed You! Black Emperor. Ha llegado el turno de que un álbum del género ocupe el espacio de disco clásico en Noche de Rock, y quizás por antigüedad me he tirado a comentar el de Mogwai. Si hay tiempo y me dejan espacio, ya hablaré otro día sobre el de GYBE.
El 21 de octubre de 1997 llegó a las tiendas “Young Team”, el primer LP de la banda escocesa Mogwai. Antes ya habían dado alguna pista sobre cuáles eran sus intenciones en algunos singles que se pueden escuchar en la recopilación “Ten Rapid” (1997). Pero con su primer álbum el grupo soltó un sopapo sónico sobre el rock cuya onda expansiva todavía se deja notar casi dos décadas más tarde.
La intención de Mogwai era redefinir EL SONIDO. Su obsesión era dominar todos los elementos que lo componen para dotarlo de nuevos significados. Expresar violencia a través del silencio, y que el ruido se muestre lleno de ternura. ¿Y eso cómo se consigue? A base de jugar con la dialéctica entre la calma y la furia. O, dicho en lenguaje más técnico, poner la dinámica en el centro de la composición.
Esto puede sonar pretencioso, pero no se puede olvidar que el primer auge del post rock fue parejo al del “gafapastismo clásico”. Y con ello en estos ambientes se mezclaban las ambiciones vanguardistas de unos autores que trataban de desafiar al oyente (o “sacarlo de su zona de confort”, que es una expresión espantosa que les encanta usar a los monitores de mi gimnasio) con la actitud elitista de una parte del público que buscaba el consumo de productos que le diferenciaran de las “vulgaridades” al gusto de las masas.
En cualquier caso, la mayoría de los cortes de “Young Team” presentan estructuras complejas, y cada una de las partes del disco no se entiende de forma plena si se le saca del conjunto. Así, la calma tensa de “Radar Maker” o el tono gélido de “Tracy” solo cobran su verdadera dimensión cuando se escuchan justo antes de los estallidos de “Summer”. Y el apocalipsis de “With Portfolio” (en la que colabora Brendan O’Hare de Teenage Fanclub) alcanza todo su sentido cuando da pie a la lánguida melodía de “R U Still In 2 It?” (aliñada con la voz arrastrada de Aidan Moffat de Arab Strap). Aunque algunas de las piezas más largas (“Yes! I Am a Long Way from Home”, “Like Herod” o sobre todo ese “Mogwai Fear Satan” que cierra el disco) sí que llegan a resumir ese esa montaña rusa emocional de ascensiones y bajones levantados a escala del Himalaya, y ese entramado armónico que hace las veces de cauce por el que plácidos pianos fluyen hasta mutar en guitarreos metálicos.
Mogwai siempre han renegado de la etiqueta de post rock, y prefieren que se les considere una simple banda de rock experimental. Y al escuchar “Young Team” se aprecia que bajo la superficie de tics habituales (composiciones entendidas como “bandas sonoras para películas imaginarias”, largos desarrollos instrumentales, rechazo a las estructuras pegadizas formadas por estribillos y estrofas…) aparecen trazas que indican que su música es hermana de la de Sonic Youth, Yo La Tengo, Slint, Codeine, Joy Division, Mercury Rev o My Bloody Valentine. Y también se aprecia que hay nervio y tensión en cantidades suficientes como para liberarse de los lastres seudointelectuales que arrastran bastantes otros discos del género.
Un género del que está claro que “Young Team” no fue el primer disco: antes ya habían abierto el camino Tortoise, Labraford o June of 44, que comparten con Mogwai el afán por expandir los límites del rock y redefinir su significado. Pero queda la impresión de que sí que fue el último disco de post rock: como si todo lo que ha aparecido después ya estuviera resumido en este disco.
Vale, acabo de soltar una boutade como un camión (mismamente el citado “Lift Your…” (2000) de GYBE o “Rock Action” (2001) de Mogwai llevaron a nuevos extremos algunas ideas que apenas se intuyen en este disco), pero no deja de inquietarme la influencia perniciosa (y por supuesto que involuntaria) que “Young Team” ha ejercido sobre sus seguidores. Y es que este álbum parece clave en el proceso por el que el post rock abandonó la experimentación, la vanguardia y la transgresión para terminar como un estilo reaccionario, ombliguista, impermeable tanto a las nuevas influencias externas como a las renovaciones internas.
Pero debatir sobre estos asuntos es una turra, y más cuando se toma como punto de partida un disco tan indiscutible como es “Young Team”, que es de los que sirven por sí mismos para justificar el valor de todo un estilo de hacer rock. Un estilo que, a pesar de todas las pegas que se merece que le pongan, durante unos años funcionó como un banco de pruebas desde el que se abrieron varios de los caminos más transitados en la música del siglo XXI.
Comentario por Carlos Caneda