Vagina: (Del lat. vagīna, vaina).
El grupo de teatro SEDE representa estos dias en Cantabria su adaptación de la obra Monologos de la Vagina de Eve Ensler. Lucía Cacho estuvo en el estreno en Castañeda y os recomienda la asistencia a cualquiera de las siguientes ocasiones.
“VAGINA. Ya está, lo he dicho. Otra vez: VAGINA. Hace tres años que lo digo y lo vuelvo a decir. Lo digo en los teatros, en las universidades, en los salones, en los cafés. Lo digo en la televisión cuando me dejan hablar. Lo digo ciento veintiocho veces cada noche en mi espectáculo. Lo digo porque creo que lo que no se dice se convierte en un secreto, y en los secretos, a menudo, arraiga la vergüenza, el miedo y los mitos. Lo digo porque quiero poder decirlo un día sin sentirme incómoda, sin vergüenza y sin culpabilidad. VAGINA”.
Algo así comenzó la representación que hizo SEDE de la adaptación de “Monólogos de la Vagina” de Eve Ensler que vimos el pasado viernes 9 de marzo en el Salón de Actos del Palacio Larrinaga-Villabañez (Antiguo Instituto de Castañeda), Llegué como un lienzo en blanco, no había querido leer nada acerca del original, ni del hilo ni del corte de la representación. Esta se compuso de unos diez monólogos, no lo recuerdo bien, cinco actrices rotando en el escenario, cada una protagonista de una historia mientras las demás la acompañaban. Monólogos que hablaban de una palabra: vagina, de una inundación, de una violación, del gozo y el disfrute con el gozo y el disfrute de otra vagina, de lo que se aprende y nos enseñan acerca de ella, de los tabúes, de lo que supuestamente debe ser una vagina… Había mucha fuerza en cada una de ellas, fuerza que traspasó el pobre escenario que las cobijaba así que salí del antiguo instituto como flotando en una nube y realmente contenta de haberme acercado. En hora y media que duró más o menos el espectáculo tuve tiempo de sonreír, llorar, sonrojarme, moquear, carcajearme, reconocerme, lamentarme, avergonzarme, sentirme víctima y libertaria. Tuve tiempo de sentirme comprendida, tenida en cuenta y recompensada. Es curioso, porque antes de llegar nunca se me había pasado por la cabeza que nadie debiese recompensarme por tener una vagina.
Tengo entendido que hay aún representaciones pendientes, en Noja y en Orejo, si no recuerdo mal. Si tenéis oportunidad no os la perdáis y si no la tenéis, buscadla. Estoy segura de que no os arrepentiréis.
Crónica por Lucía Cacho, fotos por Carlos Fernandez.