Dicen que siempre hay luz al final del túnel, frase recurrente, cuando te ahogan los problemas para darte esperanza y no acabar quebrando del todo. Año y pico llevamos de esta pandemia del siglo XXI, en el fondo es algo más cruel que otras como la histórica Peste Negra, de antaño, porque aunque aquellas fueron mucho más brutales en cuanto a muertos, hablan las cifras de entre 75 y 200 millones de personas, y los efectos eran al 90% mortales y rápidos, la que nos ocupa, va surgiendo lentamente, y poco a poco, como sedándonos sin que nos demos cuenta, ralentizando nuestras vidas y además con devastadoras consecuencias en el ámbito laboral, de libertades, etc y desgracia, parece que sólo va a ser el prólogo de lo que nos queda por delante.
Una parte muy importante de esa luz al final del túnel, para muchos, la ocupa la cultura, en todas sus formas, siendo la música y los conciertos, nuestro gran aliado. Entre confinamiento y confinamiento, toques de queda y demás, toda la escena en vivo, ha estado prácticamente parada, teniendo que conformarnos con algunos proyectos a través de Internet. Arrastrado por esa ola, año y pico llevaba prácticamente sin volver a pisar una sala para poder ver algo, condicionado por las restricciones de los horarios y la distancia con Santander, desde los que vivimos al otro lado del muro de Invernalia. Por suerte, estas últimas semanas se está volviendo a programar algunas cosas, con las correspondientes medidas de seguridad, de limitación de aforo y demás. Así surgió el plan para ese fin de semana, en uno de los templos más míticos de la escena conciertil de la región como es el New de Santander, con el concierto de Ojo Pipa, limitado a unas 40 personas. Teniendo en cuenta la apertura de puertas estimada sobre las 19,00 hrs., me dirigí a la sala, aunque después de lo ocurrido, no puedo asegurar al 100%, si realmente estuvimos allí, o fue todo un extraño sueño dentro de una realidad paralela.
Todo comenzó al filo de las 19:00 hrs., tras dejar aparcado el carruaje y recorrer las inolvidables cuestitas de la capi, muy recomendables para la una dieta del bikini express, ya que fortalecen mente y cuerpo en un tiempo record. A punto de coronar la última cuesta, en el fondo se avistaba la entrada del mencionado templo. Al llegar, me embargó la alegría al volver a reencontrarme con compañeros de armas, como el amigo Txutxy, Juanma y la gran Alex Kennedy. Fue una gran inyección de energía, parecía que no había pasado el tiempo, y allí estábamos de nuevo. Intentando ponernos al día de todo, nos adentramos dentro del New, como siempre al otro lado de la barra, la gran Lucy nos recibió por todo lo alto, con una preciada agua de cebada, eso sí, sin alcohol, no vaya a ser que estrellemos el carruaje de vuelta a casa, aunque a veces estos brebajes modernos tienen efectos secundarios imprevisibles, como así pasó. Volvimos a salir a la calle momentáneamente para hacer tiempo, pero en ese instante todo cambió…. Al rato de tomar algunos sorbos, la realidad cambió, todo parecía desvanecerse, una neblina cubrió todo a nuestro alrededor, el ambiente se hizo lúgubre y húmedo, a penas podíamos distinguirnos unos de los otros. ¿Qué estaba pasando?.
Poco después una carcajada resonó entre la neblina, nuestra vista se dirigió a una rejilla de alcantarilla que había junto a la puerta del New. entre la bruma, unos ojos amarillos siniestros destacaban, un ser de piel blanca como la de un mimo, pelo rojo y una alopecia prominente. – Señores, no teman nada, ¡todos flotan aquí abajo!- En ese momento un globo rojo ascendió al cielo. Tras ello, todos fuimos engullidos por la neblina, perdiendo el conocimiento. Cuando volvimos a abrir los ojos, aparecimos dentro de la sala, amarrados a unas sillas, nadie podía moverse con libertad, los propios Juan y Lucy, parecían estar amordazados tras la barra. Pasados unos minutos, un gran estruendo sonó tras el escenario, dirigiendo nuestra vista hacia allí, entre una nube de humo parecía vislumbrarse tres siluetas de unos extraños seres. Una especie de loro con guitarra, un oso con minifalda a la batería y una especie de abeja al bajo. – No se asusten, somos Ojo Pipa, hacemos garage y somos muy majos- acto seguido las guitarras despertaron, y la extraña fuerza que nos tenía prisioneros se liberaba y los creadores del universo crazylandia único en la región nos bombardearon sin piedad con su repertorio electrizante, como siempre saltado de chascarrillos entre ellos, para animar al personal. Con la raíz garagera, combinando con stoner y otros muchos estilos. Temas como “Colacao” donde una vena ska acelerada predomina, recordando a bandas como Maniática, serían ejemplo de ello. No faltaron himnos como “Lija” todo un homenaje a nuestra Alex, que en estos días necesita todo nuestro apoyo, con un rollo rumbero punk. En otras ocasiones te trasladan al universo de Tarantino, con temas como “Tarta de Galletas”. Sin olvidar su gran temazo y grito de guerra “Pifostio”, que siempre revoluciona a todo el personal, así como la genial “Tortilla de patatas”, medio tiempo cargado de ironía, recordando el gran vídeo marca de la casa, publicado en mayo del año pasado.
Llegarían al final tras unas 12 canciones, con “Carne Picá” con gran fuerza stoner, para concluir con un bis forzado por la presión del público, con el tema homónimo “Ojo Pipa”, terminando su actuación de unos 50 minutos.
Buena actuación, con dos peros importantes: la iluminación, que fue prácticamente nula durante toda la actuación salvo en sus momentos finales, y el excesivo retraso en comenzar la actuación, comenzó sobre las 20:20 h; por lo demás estamos a un proyecto con grandísimo futuro, con la mezcla de ida de pinza y buen rollo que transmiten, arrastran a todo lo que tienen alrededor. En cierta medida me recuerdan a las idas de pinza del amigo Patton en sus proyectos Fantômas o Thomahawk, saliéndose de lo establecido, pero siempre cargado de calidad y mensajes reivindicativos. Muy bien resumido por el propio Patton, en una de sus geniales respuestas, cuando le preguntaron como definiría la música de Fantômas: “Somos una pesadilla espantosa en el puto culo de las bandas de rock”. Espero pronto les podamos volver a ver, en mejores circunstancias.
Como siempre agradecer al New, Juan y Lucy, su gran implicación en la escena de la región, aunque también hay que poner un poco más de atención en los problemas técnicos, iluminación y demás, porque las ansias no nos pueden hacer caer en la improvisación, ya que si no, lo que hacemos es ponernos palos en la rueda a nosotros mismos. Tanto parón/arranque de la actividad por culpa de esta pandemia, es normal que nos vuelva un poco locos, confío en que poco a poco, se recupere el rodaje y todo salga mucho mejor.
Así regresamos al pueblo, eso sí, poniendo mi granito de arena, adquiriendo la molona camiseta de 34 aniversario del New, además de adquirir una copia del CD «Resiliencia!», de la mano de la Asociación Cultura Base del Besaya, que coordina el Espacio Creativo J.M. Illera, una recopilación de 23 bandas de la comarca del Besaya implicadas con la Asociación, entre ellas, los propios Ojo Pipa con su tema “Carne Picá”, una edición muy especial para el 34 aniversario del New. Porque decir New en esta región es sinónimo de música en directo, buena gente y el mejor ambiente. Por muchos años, larga vida al RockBeer The New.
Crónica: John Man.
Fotos y vídeo: Álex Kennedy.