Tras unas cerves y tapeo por Torrelavega en la tarde de un sábado y con pocas ganas de encerrarse en casa, surge una idea: ¿por qué no nos vamos de concierto? Hay sarao en el Groez y en el Espacio Creativo JM Illera. Nos decantamos por la segunda opción y para allí que arrancamos. Parecerá una tontería, pero hacía tiempo que no tenía la satisfacción de salir de casa a tomar algo en mi ciudad y tener la motivación de poder elegir qué ir a ver entre dos eventos autogestionados de música en directo con grupos locales.
Para el que no lo sepa, el Espacio Creativo JM Illera son unos locales de ensayo municipales gestionados por la Asociación Cultura Base del Besaya, situados junto a la Escuela de Minas y con un lugar donde ubicar una tarima baja en la que desarrollar actividades y con una cubierta que protege de las inclemencias. El resultado de muchos años de lucha y reivindicaciones. Al poco de comenzar a funcionar, estalló la pandemia que cortó de raíz este arranque. Pero poco a poco parece que vuelve a coger ritmo esta iniciativa vital para la cultura underground de la ciudad. Fidel, de la asociación, me comentaba a la entrada que tenían intención de empezar a programar de forma periódica, en principio mensual, y eso es una muy buena noticia. Esa noche tocaba el concierto de dos grupos locales, Ojo Pipa y RAD. Los segundos se cayeron a última hora del cartel, así que fueron sustituidos por Cantaebria, que tenían a su vez una actuación programada ese día en el Festival Made In Cantabria que se suspendió en el último momento. Así que, con su desparpajo habitual, aceptaron la invitación de sustituir a sus compadres. Por lo tanto, se nos presentaba una velada muy atractiva. Nada más entrar, mucha cara conocida de los miembros voluntarios de la asociación encargándose de todo: en la taquilla, en la barra con precios populares, en el sonido, en el montaje… muchas ganas y mucho cariño en hacer las cosas bien para que esto se repita de forma habitual.
Para empezar salieron Ojo Pipa. Sus bizarros disfraces para salir a tocar empiezan a ser un clásico, y para esta ocasión se enfundaron en unos monos de colores con gafas de sol a fuego más que llamativos, a lo ‘Parchis’ a falta de dos fichas. Con tales galas y sin paños calientes empezaron a dar rienda suelta a su visceral perspectiva de la música. Una de las cosas que más me gustan de este trío, es lo salvajes que pueden llegar a ser en combinación con la cantidad de recursos que son capaces de desplegar. En este concierto los dos conceptos se unieron especialmente bien, con mucha energía pero sin tapar los matices de su música. Tenía pinta de que el hecho de jugar en casa y con su público, les azuzaba. Y sus canciones sobre coches de scalextric, tortillas de patata, tartas de galleta y gente que te ‘da la lija’ funcionaron especialmente bien.
Detrás de ellos le llegó el turno a Cantaebria. A los de Los Corrales de Buelna se les ve en plena forma. No en vano ni siquiera en pandemia han parado de tocar, siendo unos de los que más huecos se han buscado para seguir dando rienda suelta a su rock macarra. Es la primera vez que veía al nuevo guitarra al que, en medio de chanzas, parece que le van a tardar mucho en quitar el mote. Sin embargo, alguien que no los conozca, dudo mucho que se percatase de que lleva tan poco tiempo en la banda, dado lo bien que empasta y su complicidad con la dinámica de sus compañeros. Su propuesta es cada vez más sólida y madura sin perder frescura, y consiguieron, una vez más, convertir su concierto en todo un fiestón a base de diseccionar sin piedad todos los clichés del rock. Vito es un frontman en sí mismo, con las ideas cada vez más claras, pero el resto están definiendo cada vez más sus diferentes papeles y personalidades, llevando al público a toda una fantasía rockera donde lo que cuenta es pasarlo bien.
Después del concierto, a cenar algo por ahí y a tomar la última por la ciudad cerrando un día completito. Así se pone el granito de arena para dar vida a la ciudad.
Parece que estamos entrado en una temporada de bonanza para la cultura independiente de Torrelavega (Conciertos en el Espacio JM Illera, en Ítaca, Groez…), pero asusta un poco la fragilidad que sigue padeciendo nuestra escena. Seguimos sin tener una ordenanza clara para fomentar los eventos de pequeño formato (tal y como se comprometió a hacer el Ayto. de Torrelavega en Pleno y por unanimidad) para que esto se perpetúe, con normas que beneficien a todos y que fomenten la vida cultural de la ciudad. Ahora mismo puede volver el cerrojazo en cualquier momento, ahora que estamos empezando a ver la luz después de un encierro forzoso. Las visitas policiales rutinarias por estos últimos eventos nos hacen sospechar que todo puede ser fugaz, y no sería justo. El escalón que nos queda es el de conseguir que algo tan positivo y normal como aupar la cultura independiente de la ciudad, sea además legal.
Fotos y crónica: Juanma Pinto.