Han pasado ya unos tres años desde la primera vez que escuché a Aathma, teniendo la suerte de disfrutar en aquel momento, de una mantinée en el New, y sentir muy de cerca lo que es capaz de hacer Juan su cantante y guitarrista, sobre un escenario. Posteriormente también pudimos disfrutar de ellos en el Vidiago de 2018. Ya por aquel entonces, comencé a investigar un poco en la biografía de Juan Aathma y sería cuando descubrí su proyecto en solitario OTUS. En ambos proyectos la oscuridad tiene un gran protagonismo. Si en la banda principal el doom y el sludge predominan, en OTUS, las sensaciones y la emociones se elevan a la máxima potencia, con la rabia contenida como principal conductor. Con sonidos que toman influencias del folk, de gente como Bon Iver, Nick Cave, Neil Young, etc, pasados por el tamiz de Juan, que de alguna manera u otra, siempre se acerca al doom y su oscuridad.
Ya desde aquellos primeros momentos, me di cuenta de que no estaba ante un cantante normal, la atmósfera que es capaz de crear, está al alcance de muy pocos, haciéndote viajar a una dimensión de tu consciencia, que estoy seguro que ni siquiera conocías. Desde entonces, he quedado completamente cautivado por los proyectos de Juan, siendo aquel año su disco con Aathma «Avesta» de lo mejor de aquel año, un año muy próspero, ya que la oscuridad estuvo de enhorabuena con unas buenas discípulas como son las Bones Of Minerva y su «Blue Mountain» en lo más alto. Centrándome en OTUS, hasta el momento no había tenido oportunidad de poder disfrutar de su directo, así que cuando a finales del año pasado publicó su nuevo larga duración titulado «Ephemeral» y anunció su concierto presentación en Madrid, lo colocamos en prioritario en la agenda. Así que, una vez más, nos acercamos a la capital del reino para disfrutar de un evento muy especial. La sala elegida sería la Boîte Live, sala céntrica ubicada en el barrio de Tetuán muy cerca de la Puerta del Sol y con capacidad para 300 personas.
La hora estimada de comienzo del evento eran las 23:00 hrs. así que nos desplazamos a la sala un poco antes, teniendo la fortuna de encontrándonos con Juan y poder intercambiar unas palabras con él antes del concierto. Sería entonces cuando nos indicó que se retrasaría una media hora aproximadamente, debido a que pegado a la sala había un teatro que estaba en plena función.
Así que sobre las 23:30 hts. comenzaría su descarga. Se haría la oscuridad sobre el escenario de la sala Boîte, rodeado por la luz de unas velas, aparecería Juan con su guitarra, mientras sonaban unas voces rituales como en un templo budista, para emprender nuestro viaje en la primera parada con el tema “Blight” incluido en su último disco, siendo uno de los mejores del trabajo, con un Juan impresionante transmitiendo sentimientos de amargura, llegando a cada cm de la piel de los que allí estábamos. «Ephemeral», es un disco muy especial, ya que es el camino por duelo, hecho canción. Un intento de Juan de dejar atrás la trágica vivencia, de vivir la larga enfermedad terminal de su padre. Por lo que cada linea, cada palabra de las canciones, está cargada de emoción: «(…) Anhelo los días en que caminamos a través de la bruma fría (…) y anhelo las noches en que los caballos puedan correr libremente. Pero están muy lejos …(…)». Tras el merecido aplauso de los allí asistentes, Juan nos agradece la asistencia y continuó el camino por «Ephemeral» con el tema “Cross Wrapped In Thorns”, mientras los dedos de Juan se deslizaban por las cuerdas de su guitarra, la atmósfera volvería a tornarse gris. Era una sensación agridulce, como cuando estás en un funeral y tú estás ahí rodeando a los familiares del fallecido, mientras escuchas la homilía. La voz de Juan nos acompañaba en ese trayecto, de una manera única: «(…) las lágrimas eternas descienden. Un sol sombrío está cerca. Las sombras prevalecerán. Toma mi mano, estoy aquí. (…)».
Las emociones a flor de piel, no cesarían con temas como “The End of Grace”: «(…) He encontrado la paz en el brillo de mis demonios. (…)». A continuación, llegaría el momento de que los acompañantes de esa noche ocuparan sus puestos, como serían los miembros de la banda Le Temps Du Loup, proyecto de post-metal y metal instrumental, formado por gente de Jardín de la Croix y Sonnov, guitarra, bajo y batería. Dando gran fuerza a los temas de Otus. Continuarían así con un repertorio de unas 7 canciones, recorriendo «Ephemeral».
Temas como la vitalista “A doorway In a Remote Cliff”, llenando de intensidad el escenario de la sala Boîte, dando un punto de esperanza entre la desesperación: «(…) Todo está perdido, pero tu memoria prevalecerá (…)». Durante el concierto también hubo un momento para el recuerdo del disco anterior «Death Throes», con su gran temazo “Your Kingdom’s Gone” , de largo la mejor canción de OTUS y la que más me cautivó desde la primera vez que escuché el proyecto. Esa noche no iba a ser menos, la voz de Juan alcanza cotas estratosféricas, trasciende y te hace entrar en un estado de liberación, de abstracción de todo lo que hay alrededor. Además esa noche, contando con el soporte de los musicazos de Le Temps Du Loup, el resultado fue espectacular, añadiendo capas de post-metal, marca de la casa, el tema quedo impresionante. Agradeciendo a todos por acompañarle en la presentación de su nuevo disco y a los promotores del concierto y la sala, por contar con él, afrontaríamos la recta final, con el tema que abre el último disco “I’ll Dig And I’ll Dig” (), uno de los temas más emotivos del disco, en el que puedes sentir cada porción de tierra cayendo, te aferras al último adiós : «(…) La esperanza se ha ido volando. Y estoy aquí solo en este camino. Y tomo tus manos sólo una última oportunidad. Al más valiente de los valientes lo dejaron ir. Ahora camino solo otra vez y veo tu cara. Se fue todo el dolor, deja que se vaya. (…)»
Tras agradecernos nuevamente, la asistencia, nos anunciaría que esos días eran muy especiales para él, porque aunque una vida se haya ido, otra estaba en camino, y es que su mujer, que se hallaba entre el público, salía de cuentas la semana siguiente al concierto, recibiendo una gran merecida ovación por parte de todos los allí presentes, con la mirada emocionada de Juan.
Concluirían el concierto con “Caballos en la nada”, una de las excepciones del disco en las que no canta en inglés, en este caso en castellano. Utilizando los caballos como metáfora de liberación, figura que aparece en muchas de las canciones, aquí tiene un papel principal, de haber conseguido dejar atrás el peso sobre sus hombros. Una auténtica joya y todo un homenaje a su padre: «(…) He visto correr caballos en la nada y árboles crecer en la tierra quemada. Y ahora creo comprender lo que siempre me contabas. (…)»
Gran concierto, el vivido esa noche, con la unión de una de las voces que más transmite del metal nacional, junto a la gente de Le Temps Du Loup, que le dieron una dimensión grandiosa.
Al terminar nos invitaron a charlar con ellos y a acercarnos a su puesto de merchan, como así hicimos adquiriendo una copia de «Ephemeral», un disco que ya desde su diseño te atrapa gracias a la portada del fotógrafo Sergio Albert. El disco como el anterior y los de Aathma, ha sido grabado con Carlos Santos a los mandos en sus Sadman Studios, sin duda uno de los grandes de este país, que ha trabajado con bandas como HAMLET, Vita Imana, Toundra, El Atar del Holocausto, etc
El disco fue prácticamente pregrabado por el propio Juan en su estudio doméstico en a penas un mes, con los sentimientos a flor de piel tras la desaparición de su padre. Tanto es así que en varias entrevistas Juan, comentaba que no sabía si sería capaz de interpretarlo en directo, por el gran trasfondo emocional que encierra. Algo así nos comentó, recientemente, alguien que sabe mucho de emociones como es Danny Caravan (cantante de Whisky Caravan), cuando nos comentaba que había canciones que no había podido volver a tocar por las emociones propias que removía. En la publicación del disco, han estado involucrados varios sellos pequeños de todo el país. Sin duda un gran trabajo «Ephemeral», de lo mejor que se publicó el año pasado en España.
Esperemos que pronto les tengamos también por Cantabria y podamos disfrutar de su gran proyecto. Por último en cuanto a la sala Boîte, sala bastante grande, de estas que engañan cuando entras por una diminuta puerta y luego te sorprenden en el interior. Con varias alturas que permite ver el escenario bastante bien. Muy buena afluencia de público, que arropó en todo momento a Juan haciéndole sentir el calor muy de cerca. Abandonaría la sala con una sensación especial en el cuerpo, aun con el poso de haber vivido algo único. Seguro que repetiremos.
Crónica y fotos: John Man.