Nos invitan desde Ábrego a descubrir la vida y filmografía de Serguéi Paradjánov, director de cine Armenio Ukraniano contemporaneo de Tarkovski, que seguramente sea algo más conocido entre los lectores de esta página, aunque sólo sea por las continuas referencias que hacía Jhonny Gleez hacia su obra en el tiempo en el que nos estuvo acompañando como crítico de cine del programa. De hecho Tarkovski fue uno de sus principales defensores ante el Comité Central del Partido Comunista cuando fue acusado de Violación de un miembro del partido, propagación de la pornografía y homosexualidad. Parece que la deriva poética de su obra no sentó muy bien en un régimen en el que únicamente el realismo al servicio del sistema estaba permitido.
La mirada de Pati Domenech sobre la vida y obra de Paradánov se apoya en dos acontecimientos trágicos. Su primer mujer fue asesinada por los hermanos de ella, al no consentir su relación siendo musulmana y él ortodoxo. Su segunda mujer y musa murió a los 40 años de forma prematura. Desde el cautiverio Paradánov reflexiona sobre el sentido de la vida, construye una colección de sobreros para ella, inspirándose en los personajes de Shakespeare que nunca pudo interpretar. Lady Macbeth, Desdémona y Julieta nos hablan desde la pantalla y sus palabras se entrelazan con el sufrimiento y pasión de Paradanóv, que jura una venganza terrible, a base de amor. Reír por joder. Siempre la mejor respuesta.
El resultado es un texto denso y lleno de referencias cruzadas, magníficamente interpretado en portugués por Sergio Novo desde el escenario y María do Carmo Teixeira, María Vidal y Narine Grigoryan desde la pantalla. Si no conoces la obra del cineasta o no tienes frescas las palabras de Shakespeare es probable que en algunos momentos el texto pueda desconcertarte o hacerte sentir desorientado, pero como le escuché decir a alguien de pasada en alguna de las conversaciones que siempre acompañan al vino posterior, el teatro no está ahí para darte de comer a cucharaditas. Es cierto, a veces agrada, otras muerde, pero siempre te cambia un poco por dentro. Nos dejó con ganas de saber más, y eso siempre es suficiente.