Hubo un tiempo en que las letras de Reincidentes eran parte de nuestro catecismo, chavales de quince o dieciséis años descubriendo todo, comenzando a leer, a ver cine, a escuchar música, a conocer el mundo, a parar por los garitos de Torrelavega. Es curioso ver cómo hemos envejecido juntos, cómo han envejecido las letras, como algunas luchas se han conquistado, cómo hemos avanzado en algunos puntos, pero también como ahora se cuestionan asuntos que ya entonces parecían claros. Cómo algunos amigos profundizaron y solidificaron sus argumentos y otros escupen hoy en Facebook justo lo contrario de lo que cantaban entonces, comprando la mierda esa que dijo Churchill sobre como se debe pensar cuando se alcanzan los 40. La puta vida.
Lo guapo de habernos hecho mayores es que ahora somos nosotros los que organizamos los conciertos. Nos vendieron durante demasiado tiempo el ideal de la eterna juventud, pero toda una generación camina ya hasta la mitad de siglo, y algunos nos hemos dado cuenta de que ya no hay que pedir perdón por ocupar el espacio público. Al fin y al cabo, si seguimos esperando, ¿Cuando nos va a tocar a nosotros disfrutar de los teatros y los edificios emblemáticos? La pandemia ha cerrado muchas puertas, pero también ha abierto otras que parecían intocables. Es hora de derribar algunas barreras y ganar nuevas plazas para el Rock and Roll.
Sobre el escenario los míticos Juan y Fernando acompañados de Javi Chispes (Maniática, Banda Jachís) nuevo Reincidente desde el mes de Febrero en sustitución de Finito de Badajoz, con quien ya habían colaborado en varios proyectos desde hace décadas. Reincidentes se presentan en acústico, no es la primera ocasión, ya sacaron un disco en ese formato en 2004, cuando todavía duraba la moda de los desenchufados de la MTV. Parecen agradecidos y supongo que algo abrumados ante la majestuosidad del espacio. Quedan algunas sillas vacías y me da algo de Rabia, Cantabria demostraría ser una puta desagradecida si no sabe apreciar el esfuerzo que está haciendo la peña del Beltane y no se revienta cada concierto. Han sacado adelante un ciclo envidiable en unas condiciones muy adversas, ya te valdría si no encuentras hueco para ir al menos a uno. Somos mucho de quejarnos y poco de darnos cuenta de nuestra suerte, ya lo dicen Reinci, que fresquito y que a gusto, no sabéis el infierno que hay ahí abajo.
Comienzan a desfilar los temas, con buen ritmo entre “las nuevas” y “los clásicos”, es probable que parte de los congregados les haya perdido la pista en estos últimos años, porque los temas de los primeros años son especialmente celebrados, sin embargo, siendo objetivos las nuevas composiciones no se alejan tanto de aquellos temas que tanto nos gustaban. A lo mejor han cambiado más los gustos del público que su música. Me hace especial ilusión que intercalen una versión del “Tiempos de Escuela” de Asfalto, que siempre me ha parecido una canción muy emocionante. Alguien del público pregunta donde quedó la batería, pero nosotros sentimos que estamos viviendo un momento especial, en un lugar especial, y que este repertorio inigualable quedará en nuestra retina para siempre precisamente por no ser un concierto más. Se suceden también ante nuestros ojos un montón de recuerdos que creíamos perdidos para siempre, cuando estuvimos en su prueba de sonido del Royal, los años de tierra y festivales, su concierto desde el Backstage del Lorca, aquella vez en el Petaka que terminamos con Fernando jugando al futbolín, joder, cuantos años hace que no les veíamos en directo… creo que demasiados.
Mi mente guarda lucidez, mi cuerpo va languideciendo, pero hoy me he levantado con 30 años menos, por la ventana entra el Sol y dentro sigue ardiendo la Rabia. Ha quedado buen día para ir de barbacoa con los amigos de siempre, a comer y a brindar, con más años y más hijos, pero sin olvidar que estamos jartos de aguantar.