

A veces los astros se alinean para jornadas memorables como esta. Dos bandas que nos gustan mucho, paella, garbanzos con carne y patatas con chorizo, sol en la terraza, cerveza en la nevera. No se puede pedir mucho más a la vida. Nos reúnen en los bancos la peña del Vidiago, porque la buena gente siempre se acaba juntando, y era bastante evidente que los caminos de ambas asociaciones tenían que cruzarse más pronto que tarde. Ojito al cartelón que se traen este año, y está a la vuelta de la esquina.

Como de lo que se trataba era de darle un empujón a la edición XXI las bandas elegidas para la presentación eran de la casa. De un lado Ritmo Vudú, con Pablín Vidiago y de otro Granada Goblin, con Toro Bancos, ambos a la batería.
El puesto de merchan a rebosar y con últimas tallas de camisetas de ediciones anteriores que poco a poco fueron teniendo salida entre gente que quería, sobre todo, echar un cable para consolidar el proyecto. Lía y Álex nos dieron bien de comer, y los billetes se nos quedaban cortos para echar en la inversa después de probar tanto majar preparado con cariño.

Ritmo Vudú traían un repertorio de dos hojas de temazos Mod y Psychobilly macarra, que en directo siempre van un poco hasta arriba de Punk. Siguen presentando su segundo álbum “El Demonio” e intercalan un par de versiones del Embrujada de Tino Casal y de This Boots Are Made for Walking de Nancy Sinatra, pero tocadas a su puta bola. A mi me parecen una banda muy divertida, y en directo contagian mogollón de energía y adrenalina. No es fácil arrancar en seco un concierto a medio día, pero lo consiguieron hacer rodar a base de Jitazos como Pánico en el Autocine, Gengis Kan, La Modbilette o Moderno y Primitivo.


Enseguida en el escenario Granada Goblin. Pero… ¿Qué es eso que veo? Gabo se ha teñido de rubia platino y se ha dejado crecer el pelo? No, no. Su inconfundible bajo sin trastes no permite la duda, se trata de Edu, haciendo una suplencia por repentina baja por enfermedad del bajista titular. Esta sustitución de última hora marca el ritmo del concierto, con un reper corto y con constantes miradas de complicidad y algunas más que perdonables gambas sacadas adelante con mucho buen humor y un par de huevazos. A mi estas situaciones en las que el concierto no es perfecto por un accidente, pero ves a una banda curtida sacarlo adelante sin despeinarse me divierten mucho, así que lo disfruté un montón. Fue rápido e intenso, y una oportunidad de cantarse los temas, que últimamente no está siendo tan fácil pillar a los Goblins encima de un escenario. Se que andan liados con una sorpresa, pero como no me dejan contarlo, mejor me callo.




